jueves, 26 de febrero de 2009

"¡ANDE POLLAS ME VOY YO AHORA!"

Con la piel oscurecida por el sol de febrero alrededor de la barba descuidada y el pelo acolchado por el polvo, lleva un vaso nervioso una y otra vez a la boca, dando tragos muy cortos, como si no le cupiera mas líquido en el estómago. Viste un pantalón vaquero de un par de tallas menos y una camisa hortera que estuvo de moda hace una década, remangado a medio brazo y la botonera abierta casi hasta el abdomen, todo manchado de restregones de aceituna y barro.

Exhala el humo del cigarro con fuerza y no para de sacudir la ceniza hábilmente rozando con el dedo meñique la punta incandescente, mientras se entrega con firmeza a sus palabras que resuenan por encima del murmullo del bar, como si le invadiera un arrebato de autoconfianza por lo que estaba contando y quisiera que se enterase todo el mundo.

Así me quedé con su vida en la distancia. Hijo de una familia humilde y trabajadora, nació en una aldea de nuestra comarca hace treintaydos años. A los catorce dejó la escuela bajo el convencimiento de que para lo que necesitaba ya sabía bastante y se puso a trabajar en el campo. A los dieciséis estuvo de temporero por primera vez en la uva, y después se pegó a un tío suyo de peón de albañil. Pronto echó alas propias y se marchó a la costa levantina de encofrador. Allí ganó bastante dinero que derrochaba en fiestas locas de alcohol y de vez en cuando alguna droga. También pagó las letras de un coche nuevo que estrelló y que le dejó una ligera cojera y la historia de dos meses de hospital. Ahora conduce un BMW quinceañero. No se hipotecó porque iba de un lado a otro con su empresa y vivía de alquiler. -¡Menos mal!- Vocea repetidamente y con tono aliviado. A los veinticinco estuvo casado un par de años pero con tanto tiempo separados por el trabajo, la cosa no acabó bien. –Las mujeres no me quieren- Bromea sonriendo.

Pero pronto cambia el semblante y vuelve la amargura, se lamenta de su suerte y maldice a diestro y siniestro envidioso de la gente que aparenta cierta felicidad:

–¡Amigo!- le dice en tono confidente a su acompañante, -Tú me conoces bien y sabes que yo nunca le he hecho daño a nadie, y que he trabajao toa mi vida y que he ganao dinero y gastándomelo he dao vida a mucha gente también, y que no tengo na pero no le debo na a nadie aunque llevo en el paro un año, y que en mi casa a mis paes no les falta de na tampoco, pero amigo,- sube el tono- en dos meses se me acaba el paro y pa algún lao tendré que tirar. Tú sabes que mis paes en los 70 se fueron a Alemania, y que mis tios viven en Barcelona, y que en los 80 y 90 la gente se iba a las islas en el verano, y que yo hasta hace poco me iba a la obra, pero amigo, -ya voceando- dime tú, ande pollas me voy yo ahora, ¡eh!, ande pollas me voy yo ahora con la crisis que hay-.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues antes de irse de drogas, fiestas, alcohol, comprarse un bmw, tendría que pesar en que el futuro puede cambiar, que no todo es jauja. Ahora vas y lo borras.