miércoles, 21 de noviembre de 2007

PAPEL HIGIÉNICO

No es porque en otoño el sol alumbra menos, ni porque la naturaleza descansa olvidando el verde, ni porque el frío reseque los ojos y merme la vista, no…

Salgo a mi balcón y veo:

Una acera que se acaba aunque las construcciones siguieron calle abajo y nadie se acordó de prolongar, y que se rebajó respecto a los edificios y hay una raja que deja pasar la humedad a los locales del sótano, y que conserva sus bordillos sin rebajar para minusválidos y carritos. Una alcantarilla sobreelevada esperando el relleno de asfalto desde hace años ya. Una bocacalle remendada en pendiente que hay que evitar para no destrozar el coche. Un callejón de escaleras oscuro, sucio y sin pasamanos. Un árbol con las hojas secas que nadie jamás recordó barrer. Un contenedor de basura roto sin tapadera y mugriento que nadie ha limpiado jamás. Un jardín abandonado con árboles dispares y sin podar, con hierbas y arbustos sin control, con tierra desnuda, sin nada que admirar. Un paso de peatones que en años nadie fue a pintar. Una banda sonora brutal en la que los camiones no frenan y tiemblan los pisos llegando ya a mostrar daños en paredes y techos, por no decir del ruido infernal de los remolques vacíos al volver de la escombrera. Un solar con basura, escombro y hierba seca sin vallar. Una tragona atorada de tierra por la que pasa el agua de lluvia de largo. Una calle con asfalto liso, viejo, agrietado, y arcén carcavado que no vela por nuestra seguridad. Un aparcamiento de arena que nadie vino a cementar. Un andamio eterno que no nos deja pasar con fluidez ni andando ni en coche. Unas obras desordenadas que cortan aceras e invaden espacios públicos sin ofrecer alternativas al paso de peatones. Un espacio de terreno con edificios en ruinas, con calles cortadas sin salida, con huertos privados que construyen piscinas, etc. recogidos en un polígono urbano sin diseñar, en el centro justo del barrio, separando largos años más dos zonas hermanas. Unas farolas treintañeras que apenas alumbran, y unos faroles ladeados, sucios y rotos que apestan a abandono. Un socavón peligroso provocado por riadas olvidadas y que nadie vino a rellenar. Una riada desbocada cada vez que llueve que entra en las cocheras por un mal peralte del asfalto. Una calle sin salida y sin señalizar como tal, que obliga a ir marcha atrás porque no se puede girar para dar la vuelta, y que si te descuidas, te caes por el final, porque a nadie se le ocurrió siquiera poner un montoncito de tierra o una valla que disuada de pasar. Un rebaño de ovejas que pasa por mitad sin que nadie vaya después a limpiar los excrementos. Una sombra eterna de TDT. Un polideportivo que nadie suele usar. Una promesa de colegio que está sin proyectar, olvidada ya. Unas avenidas sin glamour con esquinas en ruinas sin retranquear, con curvas imposibles sin visibilidad, con cruces sin glorietas que frenen la velocidad de circulación. Un camino con eterna promesa de asfaltar, cortado a la circulación con una señal, por no repararlo y evitar alguna responsabilidad, pero que no se deja de utilizar. Unos solares que se van a subastar a jóvenes, a precios imposibles de pagar. Una urbanización nueva mal diseñada por especular y que presenta graves problemas de accesibilidad. Un riachuelo sin limpiar, canalizar o soterrar. Un centro comercial propuesto sin suelo para instalar. Una gran pasividad de vigilancia policial, porque aquí se aparca en las aceras, en las avenidas, en doble fila, y nadie viene a ordenar o denunciar… Y no es porque en otoño el sol alumbra menos, ni porque la naturaleza descansa olvidando el verde, ni porque el frío reseque los ojos y merme la vista, no… Es porque vivo en el olvidado Barrio de la Tejuela de Alcalá la Real, donde en periodo electoral se nos vendió que iban a arreglar todo mal, y que varios meses después, aun viendo movimiento en otras zonas de Alcalá reparando esas pequeñas grandes cosas que tanto molestan cotidianamente, de Consolación para acá no ha aparecido nadie a hacer nada.

Y si alguien cree que exagero, o no aleja a ver lo que hoy denuncio, o piensa que estoy pasando por el aro partidista, queda invitado a subir a mi balcón, que con amabilidad y distensión le señalaré cada oscuro rincón que nos diferencia en este barrio de los de más al sur. Aquí no nos importa ser el culo del pueblo, pero mientras un culo limpio llega a ser atractivo, un culo sucio siempre apesta, y aquí se acabó el papel higiénico hace mucho tiempo.