miércoles, 21 de noviembre de 2007

PAPEL HIGIÉNICO

No es porque en otoño el sol alumbra menos, ni porque la naturaleza descansa olvidando el verde, ni porque el frío reseque los ojos y merme la vista, no…

Salgo a mi balcón y veo:

Una acera que se acaba aunque las construcciones siguieron calle abajo y nadie se acordó de prolongar, y que se rebajó respecto a los edificios y hay una raja que deja pasar la humedad a los locales del sótano, y que conserva sus bordillos sin rebajar para minusválidos y carritos. Una alcantarilla sobreelevada esperando el relleno de asfalto desde hace años ya. Una bocacalle remendada en pendiente que hay que evitar para no destrozar el coche. Un callejón de escaleras oscuro, sucio y sin pasamanos. Un árbol con las hojas secas que nadie jamás recordó barrer. Un contenedor de basura roto sin tapadera y mugriento que nadie ha limpiado jamás. Un jardín abandonado con árboles dispares y sin podar, con hierbas y arbustos sin control, con tierra desnuda, sin nada que admirar. Un paso de peatones que en años nadie fue a pintar. Una banda sonora brutal en la que los camiones no frenan y tiemblan los pisos llegando ya a mostrar daños en paredes y techos, por no decir del ruido infernal de los remolques vacíos al volver de la escombrera. Un solar con basura, escombro y hierba seca sin vallar. Una tragona atorada de tierra por la que pasa el agua de lluvia de largo. Una calle con asfalto liso, viejo, agrietado, y arcén carcavado que no vela por nuestra seguridad. Un aparcamiento de arena que nadie vino a cementar. Un andamio eterno que no nos deja pasar con fluidez ni andando ni en coche. Unas obras desordenadas que cortan aceras e invaden espacios públicos sin ofrecer alternativas al paso de peatones. Un espacio de terreno con edificios en ruinas, con calles cortadas sin salida, con huertos privados que construyen piscinas, etc. recogidos en un polígono urbano sin diseñar, en el centro justo del barrio, separando largos años más dos zonas hermanas. Unas farolas treintañeras que apenas alumbran, y unos faroles ladeados, sucios y rotos que apestan a abandono. Un socavón peligroso provocado por riadas olvidadas y que nadie vino a rellenar. Una riada desbocada cada vez que llueve que entra en las cocheras por un mal peralte del asfalto. Una calle sin salida y sin señalizar como tal, que obliga a ir marcha atrás porque no se puede girar para dar la vuelta, y que si te descuidas, te caes por el final, porque a nadie se le ocurrió siquiera poner un montoncito de tierra o una valla que disuada de pasar. Un rebaño de ovejas que pasa por mitad sin que nadie vaya después a limpiar los excrementos. Una sombra eterna de TDT. Un polideportivo que nadie suele usar. Una promesa de colegio que está sin proyectar, olvidada ya. Unas avenidas sin glamour con esquinas en ruinas sin retranquear, con curvas imposibles sin visibilidad, con cruces sin glorietas que frenen la velocidad de circulación. Un camino con eterna promesa de asfaltar, cortado a la circulación con una señal, por no repararlo y evitar alguna responsabilidad, pero que no se deja de utilizar. Unos solares que se van a subastar a jóvenes, a precios imposibles de pagar. Una urbanización nueva mal diseñada por especular y que presenta graves problemas de accesibilidad. Un riachuelo sin limpiar, canalizar o soterrar. Un centro comercial propuesto sin suelo para instalar. Una gran pasividad de vigilancia policial, porque aquí se aparca en las aceras, en las avenidas, en doble fila, y nadie viene a ordenar o denunciar… Y no es porque en otoño el sol alumbra menos, ni porque la naturaleza descansa olvidando el verde, ni porque el frío reseque los ojos y merme la vista, no… Es porque vivo en el olvidado Barrio de la Tejuela de Alcalá la Real, donde en periodo electoral se nos vendió que iban a arreglar todo mal, y que varios meses después, aun viendo movimiento en otras zonas de Alcalá reparando esas pequeñas grandes cosas que tanto molestan cotidianamente, de Consolación para acá no ha aparecido nadie a hacer nada.

Y si alguien cree que exagero, o no aleja a ver lo que hoy denuncio, o piensa que estoy pasando por el aro partidista, queda invitado a subir a mi balcón, que con amabilidad y distensión le señalaré cada oscuro rincón que nos diferencia en este barrio de los de más al sur. Aquí no nos importa ser el culo del pueblo, pero mientras un culo limpio llega a ser atractivo, un culo sucio siempre apesta, y aquí se acabó el papel higiénico hace mucho tiempo.

jueves, 11 de octubre de 2007

CARTUCHAZOS A LA CAZA

Hacía poco rato que la madrugada dejó de llorar, pero aún sus lágrimas permanecían brillantes bajo tímidos rayos de sol en las pequeñas hojas de la hierbecilla que rodeaba la piedra que, cual pedestal, sujetaba una erguida figura al cielo. Patas rojas, plumas de ocre y gris, alas con branquias blanquinegras, collar de perlas, babero nevado, pico y ojos de fuego y corona de hierro viejo, la perdiz con mirada atenta y nerviosa da la bienvenida al día.

Cerca de allí rastrea el suelo como un peluche abandonado una liebre entretenida en dar cuenta de la hierba fresca a la sombra seca del olivo. Pelo gris desaliñado en torso con barriga blanca espumada, ágiles patas fibradas y orejas grandes siempre alerta con las puntas de lanza quemada.

Desde arriba canta al otoño fresco el zorzal cansado tras la dura batalla a la distancia. Píos cortos y finos al volar en vaivén de rama en rama picando la aceituna en envero entregada. Pecho moteado, cola larga y alas con raya blanca hacen elegante cualquier mañana.


Somos muchos los que vemos vida en esta bella estampa que nos ofrecen los campos de nuestra comarca. Para otros solo es carnaza a la que apuntar con su estruendo seco de fuego y plomo para alimentar el morbo y confirmar la supremacía en una desigual batalla. Es temporada de caza.

Se levantan temprano, y se reúnen en alguna plaza para organizar las batidas, jaleadores que peinarán en banda escopeta en mano por si el animal se cruza o sale enfrentado, y postureros que agazapados esperarán pacientes que la distancia del vuelo les rebase y a discreción sentir el macabro olor de pólvora quemada. Entre batidas reunión y cambio de cartas, gracejos y carcajadas en honor de la sangre que derrama la pieza deseada en el perchero de la canana.

Al final del día, trescientas liebres ensangrentadas yacen amontonadas y otras tantas perdices medio desplumadas, para un reparto equitativo que sacie la sed de venganza. Comentarios quejicosos de que no hay de nada a lo que apuntar, aún con la naturaleza muerta de cuerpo presente, como si así de pronto el daño causado se les olvidara, como si su soberbia hipócrita les exigiera que nuestros campos generaran por gracia divina, o por arte de magia, lo que ellos no respetan, lo que ellos matan. Culpan a los perros sueltos, a los zorros, a las hurracas… y se olvidan que hoy en día las alimañas van en quads que en la retranca corren a por la perdiz que escapa.

Pero no quiero entrar en descalificar sin más a quien le va la caza. Es legal, les gusta y allá ellos con sus cruzadas. Yo solo me conformaría, y es el objetivo de esta carta, con que no ensuciaran. Que estoy harto de recoger cartuchos y basura, que parece que con matar no basta, que tienen que dejar el rastro, la marca de la matanza. ¿Qué trabajo cuesta recoger el cartucho y echarlo a la buchaca? Pues no, han de dejarlo tirado, que si no, nadie sabe, excepto sus muertos, que por allí han pasado ellos de caza.

A unos da vida la muerte, a otros nos revive ver vida.

jueves, 27 de septiembre de 2007

DOCE MIL DECEPCIONES

Es normal que el optimismo haya reinado en la feria que acabamos de terminar cuanto el primer día el cielo vino a bendecir a nuestros olivares con una buena descarga de agua. Se palpa en el ambiente que este año la cosecha de aceituna rondará el record de producción y que los mermados bolsillos de los alcalaínos otean un horizonte más benigno que las desastrosas últimas campañas.

Ya parecían haberlo notado los caseteros que en una sana competitividad se afanaron en adornar sus carpas con notable gusto y belleza intentando seducir a los clientes hambrientos de fiesta y sedientos de alegría. Aunque se agradece, no les hacía falta. El alcalaíno en su singular idiosincrasia se deja llevar por la euforia y acude en masa a todos los eventos aunque a veces no se les recompense como merecen desde las instituciones competentes.

Cada caseta tiene su titular, (cofradías, asociaciones, particulares, partidos, etc.), y más o menos tienen su clientela preferentemente, y ofrecen el servicio que tradicionalmente se les exige, pero la caseta municipal ostenta el importante deber de representar a todos los alcalaínos y entretenerlos en el evento más emotivo y participativo del año. Aquí también se agradece el esfuerzo en la decoración, pero el ser acogedor no es suficiente. La verbena en cualquier feria es lo más importante, es el culmen de la fiesta, donde después de la comida, del vino y la cerveza toca dar rienda suelta a la euforia etílica y echarse unos bailes. La gente joven se satisface con un discjockey a los mandos de un enorme equipo chapucero sonando a rayos, pero la gente mayor y no tanto agradecen ver un espectáculo de música, luz y sonido con unas mínimas garantías de calidad. Y eso en la caseta municipal de Alcalá lleva algunos años sin aparecer.
En el mundo de los músicos, como en todas las profesiones, existen los piratas, que son esos que sin ser profesionales se dedican a la actividad por debajo del precio de mercado y aparentan dar un servicio similar al profesional. Y en esto más si cabe porque el desconocimiento del público en general suele jugar a su favor. Entonces se da el caso de que al delegar la contratación a una empresa privada por un precio global incluyendo otros servicios, ésta acuda a estos piratas para rellenar el cartel por un precio irrisorio y obtener pingües beneficios a costa de la calidad y los oídos de los sufridos alcalaínos que pretendían pasar un rato agradable en la caseta municipal. La culpa, de los de siempre. Si bien cabría disculpar a la concejalía de festejos, aunque curiosamente haya tenido cien días para poner remedio, no podemos decir lo mismo de los técnicos que son los encargados de revisar las distintas ofertas y contrastar la calidad de lo que se contrataba, pero éstos, por tal de no pringarse en la feria como sería preceptivo porque es el evento cultural más populoso e importante de la comarca, se quitan de en medio y se van a la caseta del Club Fuente del Rey donde seguro que sí exigen orquestas de calidad a su presidente con músicos tocando en directo y un show divertido y ameno. Curioso también que después lo refieran en el programa oficial de la feria con un irónico o rintintivo “acceso restringido a socios” que suena a insulto a los demás.

La solución a todo esto es bien sencilla. En vez de contratar varios servicios en conjunto y mezclar el servicio de barra, la invitación de los ancianos y las actuaciones musicales dando lugar a la especulación a costa de la calidad, hacerlo por separado contrastando el producto y con una supervisión constante de todo para evitar que la caseta municipal a las dos de la madrugada esté vacía, y antes un estruendo con sonido de boda y cuatro haciendo el papelón en el escenario molesten más que diviertan a tanto ciudadano que el único contacto con la cultura es la feria. Si se ignora algo, se pide asesoramiento a profesionales del sector, o a empresas serias y solventes. A ver si conseguimos animar la caseta municipal como estaba antes de que el desprecio y el insulto se viniera a cebar con los, según datos oficiales, doce mil visitantes de la caseta municipal que se fueron decepcionados un año más. Como veis gente no falta, y ganas de bailar tampoco. A ver si en Junio se potencia la feria de verano instaurando una verbena pública, y en Septiembre se arregla la cosa. Me consta que hay ganas de ello, a ver si a “los de siempre” les da por ganarse el sueldo que entre todos les pagamos y se dejan de compadreos para salir del paso o escaquearse.

miércoles, 18 de julio de 2007

ETNOSUR O LA VIÑA DEL SEÑOR

Por más que nos empeñemos en convencernos de que Alcalá es una ciudad media moderna por tamaño, infraestructuras y dinámica, una y otra vez la realidad nos devuelve a la posición de pueblo profundo lleno de prejuicios, rumorología, envidias e hipocresía, donde mandan las apariencias y el “qué dirán” supera con creces a la personalidad y el sentido común.
En estos días que se celebra la decimoprimera edición de Etnosur es cuando algunos alcalaínos sacan a relucir su más rancia colección de sarcasmos con el fin de mitigar las vergüenzas propias proyectándolas sobre los demás. Para ello no cejan en el empeño de soltar por foros, bares y corrillos la retahíla de tópicos y gracietas para desprestigiar el evento y contrarrestar su rotundo éxito afortunadamente sin ninguna suerte.
Es aceptable que en la tranquilidad de nuestra comarca la irrupción de miles de foráneos en tres días resulte molesta para muchos, pero de ahí a englobar a todos en un mismo estereotipo y denostarlos hasta la nausea va un trecho. La mayoría de los visitantes que acogemos estos días son gente normal, sencilla, estudiante o trabajadora, que paga su hipoteca, las letras del coche, que tienen sus defectos y sus virtudes, que crían o criarán a sus hijos, que vienen a pasar buenos ratos, a escuchar música diferente, participar de actividades, conocer gente, darse una fiesta, convivir, y de camino dejarse una buena cantidad de dinero en comida, bebida, alojamiento, etc.
No cabe duda de que en todas las multitudes siempre tiene que haber quien dé la nota negativa por su mal aspecto, o quien no se comporte acorde a lo que se le ofrece, pero es en mi opinión un mínimo precio a pagar para los beneficios que reporta. Y qué duda cabe de que una de las mayores molestias las causan los propios jóvenes alcalaínos con el botellón que organizan detrás del recinto aprovechando la ocasión, víctimas de su propia ignorancia al despreciar la multitud de sensaciones que se pueden percibir escuchando en directo una música diferente y disfrutando de un ambiente que tanto reclaman a lo largo del año para Alcalá y cuando lo tienen lo ignoran haciendo lo que cualquier otro día.
Pero para ello habría que tener un poco de cultura musical y saber distinguir un bajo de un timbal o un piano de una guitarra en el contexto de una canción. Y valorar la buena calidad del sonido y la escenografía que cada año se nos ofrece. Por cierto, le alabo el gusto a la organización al traernos los mejores equipos de sonido del mercado cada edición.
Etnosur nos está enseñando a aceptar la forma de divertirse de la inmensa mayoría de la juventud actual que no voy a entrar a valorar si es buena o mala, porque yo lo que haga el que hay al lado, delante o detrás me da igual. En el recinto de Etnosur no se hace nada diferente a lo que se hace en cualquier otro festival del mundo, no se hace nada diferente a lo que se hace en cualquier botellón de cualquier ciudad, no se hace nada diferente a lo que se hace en cualquier discoteca de Alcalá un sábado por la noche. La diferencia real está en la percepción que hacemos de una misma cosa dependiendo del contexto. Si encima le ponemos un filtro político, los complejos habituales de los hipócritas y la exigencia de celo de los intolerantes pues tenemos el cinismo servido. Luego se da la paradoja de que los que más critican el evento son los que vienen flipando del marchón que se han dado en una discoteca playera, como si por ahí la gente fuera de Trinaranjus y batido de fresa.
No cabe decir Etnosur si pero de otra manera, porque de otra manera no existe ningún festival en el mundo, y menos en un pueblo donde se duplica la población. Aprendamos a ver todo en su conjunto y no nos fijemos solo en lo malo. Seguro que la balanza cae del lado bueno, y por tanto muchos esperamos seguir disfrutando de Etnosur y a otros les tocará padecerlo, como en otras ocasiones es al contrario, y siempre y cuando a alguien con poder no le dé por sacarse un anacronismo de la manga, que, como bien vemos estos días, afortunadamente, de todos hay en la viña del Señor.

jueves, 5 de julio de 2007

¡ NO ME RALLES !

Sonia nació para completar la parejita de un joven e ilusionado matrimonio que compaginaba un duro trabajo con la creación de una familia. Creció jugando con los abuelos mientras los padres intentaban amasar un pequeño patrimonio que les permitiera montar un negocio que les sirviera de sustento y un futuro para sus hijos. Y así lo hicieron, pero olvidaron que a la vez que sus ilusiones se iban cumpliendo sus hijos iban creciendo y las maratonianas jornadas de trabajo de ambos apenas permitían una pequeña atención y muestra del cariño que se hace imprescindible a la hora de crear un vínculo de respeto y admiración de los niños hacia los padres. Casi sin darse cuenta los niños eran adolescentes y el espíritu rebelde vencía claramente al proteccionismo familiar.
Hoy Sonia apenas pasa los quince años y luce un cuerpo de mujer menuda, ataviada de un rubio tinte en el pelo, pantalón sport ajustado con un enorme cinturón y top blanco, paso ligero, mirada perdida y ojeras de madura. Hace dos años que no va al instituto pero conoce los entresijos de la noche de un sábado como si le fuera la vida en esa asignatura. Hace ya que su padre perdió toda esperanza y no se hablan, y la madre llora a escondidas preguntándose por dónde le ha venido el problema aunque en un último esfuerzo mantiene la esperanza de recuperar la inocencia de la que aún considera su niña.
Sonia al principio se crió con la permisibilidad de los abuelos y cuando sus padres se hicieron cargo no tenían tiempo de atenderla. La niña inteligente y traviesa conseguía lo que quería con tal de que molestara lo menos posible. Cuando le crecieron las alas y la vida le ponía los primeros compromisos no había nadie con la suficiente credibilidad persuasora para detenerla y empezó a vivir deprisa y fácil. Empezó a formar su pequeño orgullo por el camino de lo prohibido. Un noviete mayor que ella, unas amigas de familias desestructuradas, una falta de madurez y educación hacen que camine por el filo del precipicio al que caerse es fácil, pero salir cuesta casi la vida.
Sonia se siente perdida en el tiempo que no pasa. Se muere por ser mayor ignorando que para serlo hay que pasar por ser niña. Hoy día la sociedad la devorará ferozmente y solo un golpe de buena suerte, un soplo de cordura o el dolor de los palos de la vida quizá la salven. El tiempo dictará sentencia.
Y es que aunque uno se esfuerce en mantener un espíritu joven, el paso de los años no perdona y ya se peinan algunas canas. Y resulta cada día más chocante y difícil de entender la diferencia de actitud de los jóvenes de hoy con los de apenas hace quince o veinte años. El cambio de la estructura familiar donde la figura de la madre se diluye por su incorporación al mercado laboral y el excesivo proteccionismo por dar a los hijos lo que sus padres no tuvieron de jóvenes, junto a una bonanza económica generalizada donde todo el mundo reniega pero nadie nos miramos en gastos de ningún tipo, hace que los niños crezcan en la opulencia sin tener el más mínimo compromiso de contrapartida. Como es obvio, el niño no es el culpable. La culpa la tienen los padres que intentan redimir sus propias carencias con sus hijos. Así vemos a niños por la tele convertidos en auténticos monos de feria, o lucir ropa cara o el último modelo de Game Boy aunque esté la deuda apuntada mucho tiempo en la libreta que guarda el comerciante debajo de la caja registradora.
Así pasa que después, cuando los años pasan y el niño gracioso y centro de la atención de toda la familia, sobrado de materialismo y huérfano de valores, llega a la pubertad y se le empiezan a exigir las primeras responsabilidades con los estudios, o se le restringen las horas de salida y llegada a casa, o se le niega la ropa cara, o el hacerse el piercing, o se le limita el gasto de móvil, etc. y descubren que las cosas no se consiguen con una sonrisita y una mirada tierna, el mundo se les cae encima y se sienten desorientados. Es el momento en que empiezan a buscar poder destacar de los demás por sus medios. Algunos lo hacen estudiando, otros con algún deporte, otros lo consiguen por su cara bonita, y otros, la mayoría, los del gran montón monocolor, cogen el camino fácil y juegan a la ley del más, osea, del más fuerte, del que más bebe, del que más fuma, del que más se droga, del que más hace “el loco”, del que más liga, del que más destroza, etc. En definitiva, del que más arriesga y más al límite de lo prohibido de acerca. Y es tanta la competitividad que algunos se quedan en el camino. Y los que sobreviven, en el momento en que les demuestras la inutilidad de su actitud, tienen acuñado un mágico término universal: ¡No me ralles!

jueves, 21 de junio de 2007

APRENDER A VENDER

Sigilosamente entra el verano sin hacer nada de ruido este año, como si la primavera en un último esfuerzo de bondad quisiera seguir ofreciéndonos el suave frescor y la saciante humedad que ha hecho que nuestros campos enladrillados de olivos rebosen optimismo y perspectiva de una importante cosecha que venga a tapar el enorme agujero que dos lamentables campañas anteriores han excavado en nuestras economías.
Resulta reconfortante ver cómo donde no hace tanto, entre los daños de las heladas de hace dos años y la sequía posterior, no había nada, hoy están los olivos frondosos y con importante cantidad de flor que seguramente allá por Navidad nos sumirán en el agradable sinvivir del ajetreo de una buena cosecha por recoger.
Pero como muestran las normas del mercado que dicta el tópico y la avaricia de intermediarios y envasadores que dicta la realidad, cuando hay una producción elevada, los precios se desploman para el productor aunque en las estanterías de los supermercados veamos nuestro oro líquido a precios muy superiores al justo margen de beneficio que se le debería presumir.
En nuestra comarca apenas son unas cuantas almazaras particulares las que se animan a embasar su propio aceite apostando por la calidad e intentando mejorar el precio final de la botella. Pero la gran mayoría de nuestra cosecha se muele en las cooperativas y éstas habitualmente desunidas y faltas de una buena gestión formativa para el agricultor y comercial para la producción, acaban por vender el aceite a granel al menor precio posible. Estamos en una zona productora en donde dependemos de esto, en donde tenemos una Denominación de Origen que garantiza una calidad, en donde estamos acostumbrándonos afortunadamente a una forma de cultivo y recolección sostenible, en donde a pesar de la orografía y el secano se mantiene una producción rentable, en donde no sabemos ni podemos ya hacer otra cosa o depender de otro cultivo, y nos empeñamos año tras año en ser los que más barato vendemos el aceite de España.
Hace unas semanas se celebraba en Jaén la feria del sector Expoliva y coincidí allí con dos amigos que conocí en foros de internet dedicados al olivar. Ambos son de dos zonas donde el olivo es testimonial como Huelva y la Rioja Alavesa en el sur del País Vasco. Creedme que sentí bastante vergüenza cuando estaban al día de todo lo referente al olivar, al aceite, al mercado. Eran expertos en catas, en formas de extracción para sacar toda la calidad, buscaban el mejor y más atractivo diseño para los embases, se interesaban por las innovaciones, etc. y aún así sentían envidia al levantar la vista y observar nuestros olivares y la capacidad productiva que tienen. Por supuesto que la producción de sus cooperativas la tienen vendida en botellas de medio litro entre seis y doce euros cada una. Eso es saber sacar rentabilidad y saber vender, y eso es lo que hacen bastantes almazaras de fincas privadas que cuidan al detalle todo el proceso y sacan aceites excelentes que venden a precios mareantes en tiendas gourmet y restaurantes de lujo de España y el extranjero.
Y mientras tanto nosotros aquí mirándonos el ombligo esperanzados a que vengan a retirarnos el aceite en cisternas al mínimo precio posible para que alguna multinacional haga su agosto gracias a nuestro conformismo, ingenuidad e ignorancia. Debemos unirnos, crear marcas atractivas, envasar nuestro mejor fruto y salir a venderlo a buen precio. Para todo eso hace falta tiempo, dinero y capacidad. Por ahí fuera nos llevan ventaja, pero aquí tenemos los olivos. Tenemos que hacer algo. No podemos ser tan conformistas. Nadie nos va a regalar nada sentados en nuestras casas renegando y exigiendo a la Junta Rectora de la cooperativa que asume un enorme riesgo sin ganar nada a cambio. Tenemos que salir a buscar el beneficio al mismo sitio donde lo obtienen ahora las grandes envasadoras. Otros ya lo hacen. Nosotros también podemos, ¿por qué no intentarlo? Unámonos como lo hicieron en Córdoba y Málaga con Hojiblanca, o luchemos cada cooperativa por nuestra cuenta con un gerente comercial bien pagado que nos mueva por el mundo. Seguro que es rentable. Cualquier cosa es más rentable que renegar de todo cuando la liquidación de nuestras aceitunas es la más baja del país. Creo que no lo merecemos aunque nos lo hayamos buscado.
El aceite de oliva tiene futuro. La producción fuera de las zonas tradicionales no es representativa, y aunque están en auge las plantaciones, aún crece bastante más el consumo gracias a las buenas propiedades y al atractivo que está adquiriendo en mercados donde no se conocía. Solo hay que saber vender. Tenemos que aprender a vender.

jueves, 7 de junio de 2007

MAL MOMENTO

El pasado 27 de Mayo todos los alcalaínos tuvimos la oportunidad de elegir el gobierno municipal que nos dirigirá los próximos cuatro años. A la vista de los resultados hemos decidido dar nuestra confianza al Partido Socialista una vez más aunque con una nueva titular con reconocida experiencia en la vida política a nivel regional y nacional pero que tendrá que demostrar su valía en las distancias cortas que supone un ayuntamiento, pero eso será el tiempo el que lo juzgue.

Puestos a analizar los resultados electorales de una forma objetiva he de confesar que no me han sorprendido. Y no, no ha sido el paro agrícola, el aborregamiento o pesebre, o la incultura como podría pensar cualquier superficial abocado a caer en los mismos errores por ello. Ha sido que la mejor y más activa candidatura alternativa del PP ha aparecido en el peor momento posible.

En Alcalá estamos en una situación crucial para nuestro futuro con importantes proyectos en construcción que van a suponer un gran impulso económico y social para nuestra comarca, y eso no pasa desapercibido para la mayoría de los alcalaínos. El programa del PP incluía buenas propuestas, muy buenas intenciones, claridad y cercanía, pero los puntos clave de su programa o están ya funcionando, en ejecución o van también en el programa socialista por lo que siempre el ciudadano por inercia va a confiar antes en lo conocido. Véase por ejemplo el suelo industrial con el Llano Mazuelos en ejecución. La sanidad con un CHARE que para veintiocho mil habitantes se antoja suficiente, aunque… ¡ojo, por pedir servicios que no quede! El desarrollo de empresas y nuevos emprendedores, con la Escuela de Empresas y el Área de Desarrollo funcionando, y numerosas naves municipales cedidas y otras tantas en construcción. La juventud con el Silo para que no molesten en la calle, con actividades, con nuevos campos deportivos en ejecución, piscina cubierta, etc. En definitiva, vender una imagen apocalíptica de Alcalá es un notable error, por lo que debían haber enfocado tanto la lista de candidatos como la campaña en la capacidad de gestión, y eso no ha sido ni de lejos su máxima. Sirva como ejemplo que si Alcalá va a 60 por hora, que ya es buena velocidad, para convencer al electorado debían haber hecho hincapié en que ellos la pueden poner a 100, pero ponerla a 100 acelerando desde 60, y no intentando hacer ver que vamos a 20 y ellos llevan la panacea de ponerla a 60 porque la percepción cotidiana a poco que mires alrededor no es esa.

No obstante, y errores aparte, que todos han cometido en la campaña electoral con crispación, denuncias y excesos verbales, cabe destacar la subida de un escaño y bastantes votos del PP a costa del PA, víctima de la tendencia general de su partido a nivel regional y de sacrificar a su máximo exponente y reconocido prestigio político como es el señor Martos. Hay que tener en cuenta que tendemos al bipartidismo y para que un pequeño tenga un buen resultado el cabeza de lista debe estar muy bien valorado. Martos lo estaba, Parra, con todos mis respetos, se ha demostrado que no tanto.

Y lo de IU pues le han votado sus incondicionales de siempre y le han faltado ese puñado de votos que un candidato un poco mas prestigioso y activo hubiera conseguido y le hubiera dado la representación que creo que merece en aras de la pluralidad y la representación en los plenos de todos los colores elegibles.

Ahora toca reflexionar unos y empezar a gobernar otros, y no caben los desánimos, pues la oposición hace un papel imprescindible ya que si no el partido en el poder se acomodaría y no se pondrían las pilas como lo están haciendo cuando ganan. Todos sois muy útiles a Alcalá, y a la más mínima relajación de un gobierno municipal pasa lo que en Guadix, o Castillo, o Jaén, o La Carolina, etc. que de ser históricos de un partido en el poder se cambia rápidamente porque los ciudadanos siempre tenemos la última palabra y la mayoría en democracia jamás se equivoca. Y a los que les toca gobernar que lo hagan con aires frescos, con humildad, con tesón y para todos los alcalaínos por igual. Me consta que se están empezando a proyectar cambios en algunas cosas y que se le va a prestar atención a pequeños problemas que tenemos cada uno cerca. A ver si en cien días se empiezan a ver resultados, o de lo contrario, aquí estaremos para recordarlo.

jueves, 24 de mayo de 2007

SUFRIDISFRUTANDO

Aunque es costumbre que la campaña electoral sea continua en los medios de comunicación, por fin se ha llegado al final de ésta al menos aquí en Alcalá. Es tanto el hartazgo que producen a veces que me pregunto si son conscientes del papelón que pueden llegar a hacer. Hemos asistido a debates, a mítines, a declaraciones; hemos recibido folletos, videos, programas electorales, cartas pidiendo el voto, sobres electorales preparados; hemos padecido carteles en las paredes, pancartas en las farolas, anuncios en radio y prensa; nos han hecho ver que lo blanco es negro, que lo bueno es malo, que lo que dice uno no sirve y lo que propone otro si a pesar de ser lo mismo, nos han intentado embaucar con simplismos, con bajezas, con denuncias infundadas y no tanto, con desplantes, con prejuicios, con sectarismo, con demagogia, con crispación, con sonrisas hipócritas, etc. y aún así tenemos el deber de confiar para que velen por nuestra seguridad, economía, educación, bienestar, limpieza, trabajo, servicios sociales, y tantas cosas de las que dependemos de ellos.

Pero todo no es negativo en las campañas electorales. Da cierto gustillo cuando ves a los políticos bajar a la calle, hablar con todo el mundo, saludar, visitar sitios concurridos, prometer arreglos, etc. y por unos días uno se siente como importante y hasta partícipe de las decisiones de los gobernantes. Se hacen arreglos de última hora, se colocan primeras piedras, se lava la cara a parques, se parchean baches, se atiende amablemente a la prensa, se inauguran obras, en definitiva, una maravilla. Lástima que después del día electoral la cosa cambie tan radicalmente. Y lo curioso es que da igual estar en Alcalá que en Gijón. En todos los sitios se repite el mismo guión, gobierne quien gobierne, se presente quien se presente.

Ante todo esto hay una duda que me asalta en estas épocas electorales. Qué será lo que mueve a una persona que normalmente tiene su trabajo, su familia, su vida más o menos encarrilada, a dedicarse a la política sobre todo a niveles locales. Si preguntas a un político te contestará con los tópicos de siempre: Vocación, amor al pueblo, cambiar las cosas, pasar a la acción en vez de observar, etc. pero yo creo que eso no es suficiente en general. Yo pienso que hay que tener un punto extra de egolatría y ambición de poder y fijaos que tiene que compensar bastante pues a veces para defender ciertas posturas y cumplir con las exigencias del partido hay que comulgar con ruedas de molino. Y en definitiva, la percepción generalizada es que, aunque por suerte la mayoría de las veces resulte injusta, la gente entra en política para forrarse. No en vano estamos hartos de ver todos los días corrupción por todos lados y desde todos los colores, y es que debe ser difícil ver pasar tanto dinero por delante de las narices y contener la avaricia.

Son tantos los intereses que se ponen en juego en unas elecciones, es tanto el dinero que se juegan las empresas y por ende los propios partidos a través de comisiones y donaciones, que ahí se explica el interés y el peloteo que cada campaña sufridisfrutamos por parte de los políticos. Pero bueno, el sistema está establecido así, y la democracia es el sistema menos malo de gobierno y aquí en nuestro país, debe ser por la juventud de nuestra Constitución, los rifirrafes entre partidos no pasan de ser cuestiones políticas, aunque haya medios que estén introduciendo otras tácticas aquí también y para restar credibilidad se aluda a la capacitación personal habitualmente. En otros países de democracias centenarias como Francia o USA la política se deja de lado y se convierte en un Salsa Rosa personal tan inaguantable como divertido. Y es curioso que luego se lean entrevistas, curriculums y trayectorias profesionales de los grandes candidatos y acabemos sorprendidos de que una persona así pueda caer tan bajo por alcanzar el poder y la supuesta envidia de todos. Cosas de la política.

A pesar de todo nosotros tenemos la obligación de votar en todas las elecciones para que sean tenidas en cuenta nuestras opiniones y sigan peloteándonos, dándonos espectáculo y ridículos en las campañas. Solo con ese circo nos compensa sufrirlos. Y qué decir de la lectura de cada partido de los resultados electorales donde habitualmente todos ganan. Esa es la guinda.

jueves, 10 de mayo de 2007

SUEÑOS SON

Suaves curvas de autovía atraviesan el verde intenso que la primavera pinta en los campos de nuestra comarca. Llamativos cartelones azules van marcando la salida a Alcalá la Real, donde nos recibe una larga y frondosa avenida cruzada de grandes glorietas adornadas de caudalosas fuentes que disparan rectos chorros de agua intermitentes al cielo azul. A los lados, edificios modernos uniformes, separados por anchas calles arboladas y espaciosos aparcamientos.

Mas al interior, varios parques acogen el juego de decenas de niños felices mientras los padres ojean el periódico tranquilos en una sombreada terraza de cómodas sillas de mimbre. A la vez, las mujeres pasean los escaparates de amplias zonas comerciales, y los jóvenes, sonrientes, planean pasar la tarde en el centro de ocio y ver el último estreno de cine. En otro banco varios ancianos dan de comer a las palomas que aletean nerviosas entre sus pies y charlan de la vida. Algunos van en silla de ruedas que gracias a la eliminación de todas las barreras arquitectónicas ya pueden circular libremente.

Los edificios históricos descansan limpios y fielmente restaurados, con una detallada iluminación y albergando en su interior valiosas exposiciones y actos culturales diversos. Un gran auditorio multiusos anuncia en su puerta el concierto del mejor grupo nacional del momento, como colofón a la celebración del ascenso del equipo de fútbol local a Segunda División B, que por fin se une en éxito a otros deportes como el baloncesto o el fútbol sala que ya lo consiguieron en años anteriores gracias al apoyo institucional y de los aficionados.

Seguimos avanzando y observamos como los barrios periféricos gozan de buenos servicios de limpieza, con contenedores soterrados, aceras homogéneas y bordillos rebajados en los pasos a peatones, iluminación moderna, parques cuidados, construcciones reguladas y centros sociales para mayores y asociaciones de vecinos. Pero lo más llamativo es el casco antiguo, donde las calles están perfectamente adoquinadas, con casas blancas uniformes con un mismo patrón decorativo exterior de rejas negras, puertas de madera, balcones poblados de geranios y claveles, e inquilinos sentados en el tranco de amena charla. Y al final coronando la calle, una pequeña placita redonda con bancos que miran al centro donde se erige una pequeña cruz a la sombra de un aromático jazmín.

Desde la parte alta vemos a las afueras un gran polígono industrial que alberga a algunas grandes empresas que a la vez dan vida a muchas más pequeñas que les prestan sus servicios. Es, junto a la arraigada agricultura lo que sustenta la economía local y han atraído a numerosas familias que han acabado por instalarse en estos lares gracias a lo barato de la vivienda al evitar la especulación poniendo mucho suelo disponible y promover viviendas protegidas de calidad y alquileres asumibles. Todo ello ha hecho posible la necesidad de construir un gran hospital con todos los servicios y la distribución de los centros de enseñanza por todas las zonas del casco urbano.

Las aldeas son un remanso de paz y tranquilidad que albergan atractivas casas rurales para el descanso de los turistas. Tanto es así que muchos se quedan y conviven en armonía con las amables gentes de campo dando un toque pintoresco e interesante a la vez. Los olivares bien cuidados de acuerdo a las buenas prácticas agrícolas lo agradecen en forma de buenas cosechas y un verdor intenso donde los animales silvestres pueden desarrollar su ciclo vital con total comodidad.

Las fiestas populares gozan de una enorme participación debido a lo atractivo y la calidad de sus actividades. En las ferias lucen las mejores orquestas de baile y las mejores atracciones del momento, todo ello gracias al nuevo recinto ferial mucho mas extenso y cómodo, donde no molesta a los vecinos que deseen mantenerse al margen de la fiesta.

Y a todo esto la Mota, en el pedestal donde proyecta ese característico perfil que a todos nos une, lanza una carcajeante brisa que nos despierta y a la vez nos demuestra que hemos vivido un sueño, ese sueño al que nos llevan en cada campaña electoral. Y los sueños, como todos bien sabéis, sueños son.

jueves, 26 de abril de 2007

EXAMEN FINAL

Es bastante habitual en el mundo de la política el caer en la simpleza de deslegitimar toda una gestión por un caso puntual cayendo en la injusticia de olvidarnos de las cosas bien hechas. A lo largo de toda una legislatura el equipo de gobierno ha acertado a veces y fallado otras, y hay que poner a cada lado de la balanza cada una y valorar si la gestión ha sido buena, mediocre o un desastre. Naturalmente cada cual puede tener una percepción distinta de una misma situación, ya sea por intereses personales o ideología, pero aparte de eso, es el sentido común el que debe primar a la hora de dictar sentencia.

En un resumen superficial de la legislatura que se nos acaba hay que valorar como positivas las grandes infraestructuras que se han terminado o están en construcción, que aunque lleguen con cierto retraso, ya las usamos o queda menos para poder empezar a disfrutarlas. El nuevo polígono industrial, la piscina cubierta, el nuevo hospital, en construcción, o el parking, el consultorio del centro, etc., ya concluidos, son infraestructuras que gane quien gane las próximas elecciones van a suponer un importante avance en la calidad de vida de nuestro pueblo y que no deberían de servir como arma electoralista porque los alcalaínos suponemos que estas obras son un derecho que todos tenemos y no una concesión de misericordia del partido de turno en el poder. Lo que sí debemos de tener en cuenta es la gestión para la construcción, los servicios que ofrecen u ofrecerán, el sobrecoste por errores, la no valoración del mantenimiento posterior y por consiguiente el abandono de muchos servicios, etc. En definitiva, si las cosas se podían haber hecho de otra manera para que hubiera sido mas rápido, más barato y sacarle mas partido.

Pero alejándonos de las grandes obras, de eso que los políticos ponen como bandera para enmascarar las debilidades en otros aspectos, hay otros servicios que debemos valorar y que son mucho más cercanos a todos en el día a día. Estos son los servicios sociales: La ayuda a domicilio, la atención médica de los centros de salud, los consultorios de las aldeas, la integración de los inmigrantes, el centro de la mujer, ayuda a discapacitados, apoyo a asociaciones, lucha contra la drogadicción, ayuda al deporte, seguridad, gestión del tráfico, y un largo etcétera. ¿Son suficientes? ¿Se pueden mejorar? Esas son las preguntas que todos debemos realizarnos para enjuiciar la gestión saliente. ¿Se hablará de estas pequeñas grandes cosas en los programas electorales?

Siguiendo con el repaso a la legislatura, quiero hacer especial mención a lo que es a mi parecer el mayor acierto de ésta, aunque dependiendo de las sensibilidades políticas o económicas principalmente, pueda haber alguien que crea exactamente lo contrario. Me refiero al Espacio Joven El Silo. Su apertura, mantenimiento y constante mejora de sus posibilidades han acabado con el tremendo problema del botellón en nuestras calles y de las molestias que acarreaba. El que una corporación se olvide de las utopías y asuma la gran responsabilidad de hacer frente a lo políticamente correcto y dar a los jóvenes lo que realmente les gusta y quieren hacer un sábado por la noche es de agradecer. Si encima se hace en unas determinadas condiciones higiénicas, de seguridad, de control de asistencia y de autofinanciación ya pues mejor que mejor. Y se pueden inventar mil excusas para denostarlo, pero al compararlo con lo que había, y valorando que no hay alternativa aceptable por un joven un sábado noche, ¿hemos ganado o perdido? Seguramente, el que tenga un hijo adolescente o viviera en las zonas afectadas tendrá la respuesta clara. Que el ayuntamiento ponga el local es lo de menos. También pone la Estación de Autobuses, el bar El Parque, etc. y nadie ha dicho nada nunca.

En la atención a los barrios, ahora parece que todos los partidos le han cogido cariño a la zona Norte y nos tienen extasiados de promesas. En esta legislatura nadie asomó por aquí. Ya pasó eso en las últimas elecciones en Granada capital, donde una serie de caprichos provocó que todo el Zaidín le diera la espalda a cierto partido y le costó la alcaldía. ¿Habrán tomado nota aquí?

En resumen, toca hacer el examen final de legislatura y poner nota. Todos somos libres pero tenemos el deber de hacerlo y votar en consonancia con las propuestas, la credibilidad y el interés común. Recordemos que el poder es nuestro y lo entregamos en un sobre cada cuatro años.

viernes, 13 de abril de 2007

MARKETING

Dicen las malas lenguas que el marketing es la capacidad de vender lo malo como bueno y lo caro como barato. Aunque no tiene por qué ser así, siempre tenderán a exagerar las virtudes y ocultar los defectos. Se es bueno en marketing cuando dominas el arte de confundir y manipular con el único fin de convencernos para hacernos contribuyentes de sus beneficios, ya sea económicamente para una empresa o electoralmente para un partido político. Como estamos en plena precampaña electoral y ya se han movido las primeras fichas en nuestro pueblo, voy a analizar desde mi modesto punto de vista como lo llevan los partidos locales a la hora de captar nuestra atención y que traduzcamos ésta en votos a su candidatura.

Coincidiendo con una de las principales leyes del marketing que nos dice que hay que ser el primero para lanzar un producto, allá por el verano pasado un partido ya colocó estratégicamente unas vallas publicitarias con un ilusionante eslogan que aún persisten, pero a una de ellas, la que hay en el ventanal de su céntrica sede a alguien se le ocurrió colgar un lazo azul en concordancia con la demagogia usada puntualmente por su partido a nivel nacional, por lo que ya nos confunde eso de si el “cambio” va a ser por y para los alcalainos o para salvar el culo momentáneamente de los líos en que se meten los de Madrid. Y para colmo, uno de los días con más concurrencia pública por la zona alta del parking como es el Viernes Santo, el lazo estaba descolgado y uno de los focos de iluminación fundidos, lo que hacían del cartel imposible de ver y daba la impresión de abandono.

Pero la alegría va por barrios, y como no podía ser de otra manera, otra de las leyes del marketing es la máxima difusión de lo que se quiere vender, y así nos levantamos una mañana de finales de invierno y nos encontramos un cartelón trasversal en todas las vías de entrada a Alcalá y en cada una de las aldeas. Como idea fue fenomenal, pues a poco que te movieras por la comarca estabas viendo el cartel, pero la ejecución fue tan chapucera que a los dos días el que no estaba arrugado por el viento estaba hecho trizas o enrollado de tal forma que ahora dan la impresión contraria a la que fueron diseñados. Como da la casualidad de que estos carteles son del partido en el gobierno local, y el eslogan además anima a ello, cabe entender que de primeras nos lo ponen todo con muy buena pinta y en la ejecución posterior son un desastre. En esta legislatura casi pasada hay importantes muestras.

Otro detalle de marketing visto hasta ahora ha sido la presentación de las diferentes listas electorales. Ambos partidos han coincidido más o menos en el tiempo y en las formas. Así se puede observar en el pie de foto de los candidatos la profesión y currículum académico maquillados para dar una sensación magnificada de lo que es en realidad. Así se puede ver como una simple ama de casa por haber hecho un cursillo puntual se le pone “auxiliar de…” y a otra ama de casa se le pone que “cursó estudios…”. Y mira que es curioso que una de las profesiones mayoritarias de nuestro pueblo como es la de ama de casa no se encuentre representada como tal con todas sus letras. ¿Acaso dudan los partidos de la capacidad de arreglar el pueblo (y a los vecinos) que tienen las amas de casa cuando se juntan en la calle barriendo las puertas o en la cola de la carnicería?

Y por fin se decidieron a hacer públicas y cercanas a todos sus impresiones, sus proyectos, sus ideas, sus propuestas, etc. adaptándose a las nuevas tecnologías abriendo páginas webs bien maquetadas y actualizadas y llegando a gran número de ciudadanos al editar boletines informativos gratuitos. Lo curioso de esto es que leo que se imprimen millares de ejemplares para su distribución y a mi buzón no llega ni uno. ¿Será que la Tejuela no existe o que una vez mas se tiene y presenta una buena idea y falla la ejecución? El problema de estos medios es que como los editan ellos mismos, la autocrítica brilla por su ausencia, pero como vivimos en un pueblo donde nos conocemos casi todos y vemos lo que se hace y lo que no, y como se hace y como se debería hacer, por mucho diseño y buena presentación que se nos ofrezcan, la realidad es demasiado cercana para enmascararla con mercadotecnia.

A ver como vienen los programas que es a la postre lo que debemos mirar con lupa, saber separar el marketing de la realidad, y decidir nuestro voto acorde a quien creamos que mejor ofrece defender nuestros intereses.

ERRORES DE FE

Después de varios meses en que los atardeceres alcalaínos están acompañados del monótono y molesto vibrar de tambores a lo lejos, ya se acerca el momento en que salgan a procesar las imágenes que los cofrades sacan algunos por fe, los más por aparentar, después de tener aparcada la devoción todo un año con las excepciones de la visita a la caseta de la feria o la cena de la cofradía. Se vuelven a cortar las calles, lanzar cohetes a horas intempestivas y salir las bandas a despertar a los creyentes o ateos por igual como si intentaran que todos fuésemos partícipes de lo que ni nos va ni nos viene.
La Semana Santa es la demostración de lo manipulable que puede llegar a ser el humano cuando le tocan lo que no está en su mano controlar. La fe es miedo a lo desconocido y a lo inexplicable. Cuando alguna desgracia se cierne sobre nosotros apelamos a la fe con el único fin de encontrar consuelo. Como sabemos que vamos a morirnos y no llegamos a entender que se apaga la luz y ya está, nos negamos a ello y creemos que hay un paraíso o un infierno, y pasamos acojonados la vida real por salvar nuestro destino místico.
Pero lo mejor de todo es cómo se lo han montado a lo largo de la historia de la humanidad para tener a la gran multitud a merced de los intereses de unos cuantos con el mismo truco. Vayas a una cultura u otra, a un extremo del mundo u otro, siempre hay alguien todopoderoso que manda desde no se sabe dónde y que castiga o agracia en función de tu grado de sumisión a un texto sagrado que se supone dictó él e interpretan aquí en lo terrenal algunos listillos a su particular capricho.
Nos educan a su antojo, nos movemos porque nos dejan, nos formamos bajo su supervisión y dependiendo de la paranoia o el interés personal de quien se erige en voz de la divinidad en la tierra hasta nos hacen sacrificarnos por fe.
Da igual que sea Mahoma, Cristo, Yahvé… Todos persiguen el mismo fin. Coartarnos la personalidad y restarnos libertad con el fin de mantenernos en el redil. Es tal el poder que ejercen que dicen que de no existir religiones que frenen los impulsos humanos, nos habríamos autodestruido hace siglos. Tal vez no les falte razón, y tal vez sea eso lo más positivo que tengan las religiones.
Yo por lo pronto me mantengo agnóstico, o dudoso, o ateo, o indeciso, o convenenciero, me da igual. Si necesito alguna vez de la fe, echaré mano a ella como algo paliativo, pero si no, no voy a vivir sometido a ideas y actos con los que no estoy de acuerdo. Dicen que donde fueres, haz lo que vieres, y yo vivo aquí, por lo que todo esto no quita que salga a ver alguna procesión en plan curioso, que me tome como festivas las fiestas religiosas o que asista a algún acto de culto en algún acontecimiento especial, aunque sea a ver el arte que encierran las iglesias más que a escuchar el sermón. Pero lo que no voy es a dármelas de fiel devoto cuatro días para ganarme la salvación divina y pasarme el resto del año renegando de los mandamientos y valores que se supone debo obedecer. Así no cometo errores de fe, porque ésta tal y como yo la entiendo no funciona con contrapartidas. Las cosas positivas o negativas te vienen o porque corres los riesgos o por mera estadística o suerte, no por pasear imágenes, sentir dolor o derrochar esfuerzo, y mucho menos por donar dinero, que es como medimos lo material y que tan interesadamente desde siempre nos han inculcado para ganarnos lo divino para colmo ya de contradicción.

FUTBOLITIZADOS

Cualquiera que haya asistido a un campo de fútbol o lo siga más o menos por la radio o televisión habrá observado como los espectadores dependiendo de las circunstancias transforman su personalidad totalmente. La pasión por un equipo nos puede llevar a ser agresivos, despiadados, maleducados, etc. metiéndonos en un estado enfermizo de sinrazón capaz de despertar el odio entre amigos, confraternar a desconocidos o violentar al más tranquilo. Pero al fin y al cabo el fútbol es solo un juego y cuando termina el partido, salvo en lamentables y escasas situaciones, todos guardamos el orgullo y volvemos a la normalidad. Hasta ahí todo entra dentro de cierta racionalidad y no hay que darle mayor importancia salvo cuando ocurren sucesos graves en los que ya las autoridades correspondientes toman las medidas oportunas contra el equipo o el individuo.

Pero la cosa cambia, y de qué manera, cuando convertimos la afinidad a un partido político en un forofismo ciego. Extendemos un cheque en blanco al político de turno para que haga con nuestro voto lo que le plazca y nosotros lo aplaudiremos, babearemos con sus arengas y lo defenderemos a muerte como si hubiera marcado el gol decisivo de la final de la Champions. Y es que esto de la política no es un juego. De los políticos depende nuestro presente y nuestro futuro, reparten nuestros impuestos, nos dictan las leyes, nos imponen como debemos educarnos, etc. En definitiva, dependemos de los políticos para vivir en un Estado de Derecho que nos permita ser libres.

¿Es libre alguien que se aferra a unas siglas? A menudo cuando estamos en un bar viendo un partido de fútbol, ante un penalti claro siempre hay quien le ve la duda o le busca la justificación en otras jugadas. En la política ante un caso de corrupción o de incompetencia manifiesta de algún cargo de algún partido siempre hay quien lo justifica y defiende como si le fuera la vida en ello. No importa el sinsentido, la irresponsabilidad o la falta de personalidad y libertad que ello le reporte. Lo único importante es el fin, las siglas, sus siglas, esas que despiertan la pasión, estimulan el cinismo, hunden el sentido común y golpean la libertad.

Otras veces no es el político el que necesita equivocarse. Es como cuando un defensa despeja con la cabeza y alguien se empeña en hacernos ver que ha sido con la mano con el consiguiente penalti. Entonces es la imaginación del forofo la que entra en acción difamando a diestro y siniestro con el único fin de favorecer sus intereses partidistas.

A menudo son los propios políticos los que adoctrinan a sus hooligans con consignas y argumentos rocambolescos, precisamente igual que algunos presidentes de clubes de fútbol ante un inminente enfrentamiento y luego pasa lo que pasa. Así tenemos un ambiente político enrarecido y crispado que provoca en el ciudadano medio una enérgica repulsa a la política. Y lo malo es que lo hacen con total interés ya que sus estudios sociológicos les dictan el procedimiento a seguir y confían en los forofos incondicionales y una ley electoral cuanto menos controvertida para con una participación electoral baja jactarse de representarnos a todos y actuar a su capricho.

Por lo tanto, lo mismo que a quien realmente le gusta el fútbol disfruta de un buen partido lo juegue quien lo juegue, con la política deberíamos de olvidarnos de la visceralidad y la pasión y salir el día de las elecciones de casa tranquilamente, debidamente informados desde todos los puntos de vista posibles, y en el paseo hasta el colegio electoral meditar nuestro voto y dárselo a quien con responsabilidad, sentido común y honradez creamos que va a defender con más firmeza nuestros intereses y convicciones, igual que cuando un equipo de fútbol ficha a un gran jugador aunque sea del eterno rival.

Que ningún partido cuente con nuestro voto de antemano sería su mayor miedo y a la vez el mejor estímulo para que desarrollaran nuestros intereses correctamente. Igual que si una estrella del fútbol cobrara por goles marcados, ¿no correrían el doble cada domingo? Imaginad un político corriendo cuatro años. Pues tenemos el poder de hacerlos correr en nuestras manos con nuestro voto. ¡Que no nos futboliticen!

YO, CORTIJERO

Cuentan los mayores, que allá por principios y mediados del siglo pasado, cuando venían a Alcalá con sus caballos o sus carros a algún asunto, a la hora de partir de nuevo hacia la aldea o el cortijo, y a la salida del pueblo, una tropa de niños corrían detrás de ellos tirándoles piedras al grito despectivo de: ¡Cortijeros! ¡Cortijeros!

Ya en la escuela allá por principios de los ochenta, que empezaba a tener conciencia y analizar las situaciones, teníamos que aguantar las mofas por el simple hecho de ser de campo. En la ingenuidad de la niñez era incomprensible esa situación y nos llevaba a veces a sacar orgullo y se llegaba a leves confrontaciones pero después siempre soñábamos con tener algún día esa posición de dominio que se le suponía a “los de Alcalá”.

A finales de los ochenta y principio de los noventa, gracias a la mejora de las comunicaciones, al despegue económico de nuestro producto estrella como es el aceite, la proliferación de coches y a la búsqueda de las comodidades, nuestros campos se despoblaron casi en su totalidad, así como algunas aldeas. Todos nos vinimos al pueblo para pesadilla de los que basaban su ego en tener a alguien inferior viviendo en un cortijo.

Ahora ya en los primeros años del nuevo milenio se produce el efecto contrario. Resulta envidiable el tener un cortijo restaurado, un chalet o “un campo” como les gusta decir a los más repipis. Es halagador el contar la última vivencia de turismo rural o echar un día de aceituna para comerse una buena merienda, liberar estrés y captar un poco de moreno facial que con un poco de suerte a alguien se le puede colar la bacalada de “haber estado esquiando en la Sierra”, porque hoy día es habitual el sobrevivir de impresiones.

Pues aún resulta curioso que después de tantos años a pesar de los avances, del acceso a la cultura, a la información, a la enseñanza, etc. aún se escuche por las esquinas de nuestro pueblo encasillar a la gente por su procedencia o la de su familia aunque suponga una distancia de apenas una docena de kilómetros que es mas o menos a la redonda la extensión de nuestra comarca.

Es una animadversión siempre negativa, como si el haber nacido o criado al calor del asfalto de las calles de Alcalá supusiera para algunos un extra despótico y superior que le da derecho a ningunear a la gente de campo. ¿Será envidia o se habrá heredado también la necedad?

Pero ahí no acaba el tema, ya que la gente de campo, los cortijeros de verdad, parece que estamos en el último eslabón, pues en las aldeas se desprecia igual o en mayor medida si cabe a los cortijeros. En definitiva, todos llevan un pequeño nacionalismo dentro que les hace despreciar al foráneo. Así, la escala sería que los cortijeros, los últimos, los aldeanos desprecian al cortijero, los del pueblo meten en el mismo saco a los cortijeros y los aldeanos. Los del pueblo son desvalorados por los de la capital, y los de la capital a la vez por los de Madrid que nos llaman “de provincias”. Total, el cortijero es el ciudadano del mundo por excelencia al no estar sometido a los localismos cavernarios.
Y es que si tantos problemas como sufrimos en España con los pequeños nacionalismos por enfrentarse al gran nacionalismo centralista, ambos por la triste necesidad de pisarle el cuello a alguien, se pudieran resolver con un poco de sentido del humor y dándole la importancia que merecen, o sea, ninguna, otro gallo nos cantaría. Viviríamos en paz, sin sobresaltos, trabajando honradamente, sin importarnos lo que haga el vecino, etc. ¡Qué faltica de cortijeros que está España!

TRES MINUTOS

¿Alguna vez os habéis preguntado todo lo que se puede hacer en tres minutos? En ese tiempo se puede tomar un café, leer una noticia, comprar una barra de pan, escuchar tu canción preferida, calentar un plato en el microondas, sacar dinero en un cajero, contar un chiste, escribir un sms, marcar un gol en el descuento de un partido, recibir a un paciente, diagnosticarlo adecuadamente y emitir un tratamiento curativo o paliativo, descargarse un archivo de Internet, planchar un pantalón… ¡uy! Creo que me he equivocado, no se puede recibir, diagnosticar y recetar a un paciente en tres minutos, ¿no? Pues eso es lo que pasa en nuestro ambulatorio todos los días.

Y es que después de esperar una hora y treintaycinco minutos por cometer la “imprudencia” de estar a la hora exacta adjudicada en mi cita previa en la puerta del doctor, no pude más que hacerle el típico comentario dejando mostrar la queja suavizada con comprensión al médico y éste muy tranquilo y resignado, como si a cada persona de las que antes había visitado hubiera tenido que dar la misma explicación, me contó que le asignaban un paciente cada tres minutos y que evidentemente para desarrollar de forma medianamente satisfactoria su trabajo, era imposible cumplir los horarios que le establecían. Que entendía las quejas de los usuarios, que le dolían los comentarios que la gente desde la cansina espera en el pasillo hacían y que él tras la puerta inevitablemente escuchaba, pero que no estaba en su mano por razones obvias el evitar el retraso. Mi segunda pregunta fue si todos los médicos estaban igual y me contestó que unos sí y otros no. Mientras a unos nos meten ochenta consultas por día a otros solo cuarenta, mientras unos acaban a media mañana, pueden desayunar, hacer sus informes, etc. otros nos pegamos desde las ocho a las dos sin poder ir a mear. Cosas de tener un cupo de pacientes demasiado alto asignado, me comentaba.

Este médico en particular, además de bueno, es educado, cumplidor y se desvive por los pacientes. Otros en su misma situación hacen su particular huelga de celo tomándose con toda la paciencia del mundo las consultas y acumulan enormes retrasos aunque no tengan tanta gente. Con ello ocasionan que los pacientes de su cupo se cambien a otro médico, y así se quedan más desahogados. En definitiva, un desastre de organización la que hay en nuestro Centro de Salud… ¡uy! Que me equivoco otra vez. Que ahora ya hay dos Centros de Salud. El nuevo Norte y el antiguo Sur.

Cualquiera podría pensar que al abrir el nuevo Centro de Salud Alcalá Norte, sito en la calle Utrilla, osea, al Este de nuestro casco urbano, la cosa se descongestionaría un poco y las esperas se reducirían considerablemente, pero como la lógica no tiene cabida en la política, y estas cosas dependen de puestos ocupados por la gracia del dedo de los políticos, pues se pierde la oportunidad evidentemente. Han cogido a cuatro cupos de pacientes de cuatro médicos y los han trasladado al nuevo centro sin más, provocando ahora la molestia de tener que cambiar de médico si te ha tocado la china y vives mas cerca del antiguo ambulatorio o cambiarte al nuevo centro si tu médico se ha quedado donde estaba y te resulta más cómodo éste. Pero si todo lo malo fuera un simple trámite burocrático de tres minutos, no habría problema, el caso es que ahora tenemos dos Centros de Salud en el casco urbano, y tendremos doble gasto de mantenimiento, de mobiliario, de limpieza, de vigilancia, de atención, etc. y tenemos la misma saturación, las mismas esperas, los mismos tres minutos para que el médico decida y en los que en muchos casos nos podemos estar jugando la vida. ¿Tanto cuesta poner dos médicos más o invitar mediante carta a pacientes a que se cambien de doctor para repartir los cupos de forma que se evite que para un médico haya una cola de hora y media y otras consultas al lado estén vacías con el titular leyendo el periódico?

Quizás debe ser que hacer dos cosas bien a la vez no compensa para un político. Ahora se hace el edificio y se vende el burro electoralmente, y después, cuando pase un poco tiempo, como hay otro problema grande de saturación, se nos vende otra vez, ahora la burra, que vienen más médicos para evitar las esperas, y más electoralismo. Y nosotros que somos los que al final pagamos, aplaudiremos boquiabiertos cada migaja que nos van dosificando a su interés, hasta que descubran que cada vez somos menos tontos, pero claro, en ese momento estaremos tan inmersos en su sistema que no podremos salir, porque eso pasa exactamente igual en todos lados.

Lo mejor, no desesperarse, porque en tres minutos es difícil diagnosticar un principio de infarto.

TRATANDO DE CORREORES

Desde hace unos años a esta parte, han proliferado como setas por nuestra geografía las agencias inmobiliarias. Huyendo de lo mas que prohibitivo de las zonas costeras, y buscando otros mercados, se han adornado todos los pueblos de interior con reclamos publicitarios en inglés en vistosos letreros que coronan acristalados locales forrados de insultantes ofertas fijadas en los escaparates con mareantes bailes de cifras y ceros en euros.

Ya es difícil andar por calles del casco antiguo de nuestra Alcalá sin ver algún cartel de se vende colgado de un frágil balcón sujetado por una casa cochambrosa que apenas aguanta su peso, pero que de llamar por interesarte, cuando te dicen el precio te puede dar un infarto de la risa.
Pero, increíblemente, siempre llega alguien que hace que el letrero desaparezca, y siente un precedente que haga al vecino imitar al anterior, y al final se van cambiando los carteles de sitio, las ofertas de los escaparates y el dinero fluye no se sabe muy bien de donde pero hacen que el negocio continúe y funcione.

Como positivo, es bonito ver cómo aldeas prácticamente deshabitadas por la moda de los noventa de abandonarlas al envejecer sus moradores que se venían para el pueblo al calor de los hijos y las comodidades, empiezan a tener de nuevo su color blanco, sus casas reformadas y alguna que otra excentricidad guiri ya sea en forma de decoración arquitectónica, coches con el volante al lado contrario o indumentarias de sandalia con calcetines, bermudas anchas y camisa de explorador, que hasta hace poco solo se veían por la Costa del Sol en algún viaje ocasional.

Se ha resistido la entrada de ese boom rural extranjero a nuestra ciudad. En pueblos limítrofes como Montefrío ya hace varios años que llegaron a hacer ricos a algunos de sus vecinos, que vendían las cuatro piedras que en un ejercicio de equilibrio se mantenían apiladas dando forma a lo que se podía mal llamar cortijo a precio de oro. No era de extrañar que en las conversaciones de la plaza se regocijaran muchos con irónicas sonrisas aludiendo a la ingenuidad de los ingleses porque habían pagado entre cinco y diez millones de pesetas por un majano. Hoy, con la reconstrucción, cualquier cortijo cuadriplica esas cifras.

Pero aunque se hayan abierto muchas inmobiliarias en busca del suculento bocado, aún subsiste ese trapicheo que se llevan los que de toda la vida se les ha denominado correores. Es una carrera ésta que se aprende en la calle, en un ir y venir nervioso de un sitio a otro, con la vista puesta en quién está con quién, con la oreja atenta a ésta o aquella conversación, con un instinto agudo y palabrería fácil muchas veces vacía con el único ánimo de captar algún indicio de posible vendedor o comprador para ganarse un uno por ciento libre de impuestos del montante de la operación de cada una de las partes. Es un dinero tan fácil que aunque sea abundante, a veces no supera lo que es el marcarse el triunfo con respecto a la competencia por haber hecho él el trato. Es curioso como se marcan el camino, como se conocen, se controlan los movimientos, se sienten observados, se ocultan para lo malo y se pavonean en lo bueno. Para todas estas operaciones ha venido que ni pintado el espectacular espacio rejuvenecido que nos ha quedado encima del esperado y polémico parking.

Los hay más avezados y más torpes, más dedicados y más pasivos, pero no cabe duda que al cabo del año se mueve una cantidad enorme de dinero en este mercantileo ilegal pero consentido y aprovechado por la sociedad y que ha hecho a algunos amasar suculentos patrimonios.
Todos tienen la misma conversación, y es la espectacular subida de los precios de todo, ya sea vivienda o tierra. Lo que hace unos cinco años costaba diez hoy piden cuarenta, y hay gente que los da. Y todo viene motivado porque quien vende tiene que invertir y compra a razón de como ha vendido. Hay quien tiene un piso ya pagado que le costó cinco hace diez años y lo vende por veinte millones, y a su vez compra una casa de treintaycinco y se mete en una hipoteca de nuevo. O el que ha vendido la casa heredada de la aldea y compra un piso por aquí para invertir. También los locales comerciales están por las nubes, y los alquileres desmesurados, y los olivares que por nuestra comarca no son nada del otro mundo resulta que se venden al doble que en zonas de producciones espectaculares con sus riegos por goteo y rentabilidad muy por encima de los nuestros. Pero paradojas de la vida, en la Notaría y en el Registro de la Propiedad hay unas colas multitudinarias y aburridísimas. Y aún nos quejamos de pueblo pobre, abandonado y sin recursos. Si la economía sumergida entrara en las estadísticas seguramente los andaluces no estaríamos tan a la cola económicamente en éstas; y es que solo hay que mirar a nuestro alrededor para darse con la realidad en las narices, aunque siempre haya alguno al que le sea esquiva.

Siempre en estos casos de carestía se repite el tópico de la oferta y la demanda, pero es así. A día de hoy, y a la espera de la puesta en marcha del nuevo y anunciado PGOU, en Alcalá no hay apenas suelo para construir. Se saca con cuentagotas para mantener poca oferta y por consiguiente altos precios no se sabe si con algún interés general o particular. A todo esto que han llegado los guiris con los bolsillos rotos, pues cualquiera se arrima a comprar algo con unos ingresos normales sin contar con la ayuda de padres, herencias o esos kilillos de aceituna que la mayoría de las familias tienen como sobresueldo en nuestra comarca, y el que no disponga de estos extras el seguir rellenando primitivas es la única esperanza que queda aunque algunos ya hayamos sucumbido en el profundo agujero de la hipoteca de por vida.

SUERTE AL CAER

Es invierno y está nublado. El viento húmedo pronto saja de una ráfaga el vientre de las nubes y comienza a llover. Dos gotas juguetean en la caída hasta que el azar les hizo posarse en la veleta de la torre de Consolación. Resbalaron hasta el tejado y la pendiente opuesta del caballete las obligó a seguir un camino diferente. Mientras una cayó al Sur Llanillo abajo, la otra fue al Norte en busca de la Tejuela. La gota Sur pudo ver a su paso comercios, edificios modernos, zonas verdes, instalaciones deportivas, empresas, polígonos industriales, edificios oficiales, etc., pero la gota Norte se encontró edificios viejos, obras y destierros, socavones, etc. Ambas gotas cuando cientos de kilómetros después se volvieron a encontrar allá donde el Guadalquivir se ensancha, al recordar donde se separaron, no podían creer que cayeran en el mismo lugar. No me extraña…

Desde siempre a los que hemos vivido al Sur, al pasar el Compás de Consolación nos ha dado la sensación de estar en otro pueblo, quizá provocado porque no teníamos que ir habitualmente a nada por allí. Ahora, obligados por los precios de la vivienda del Sur, muchos hemos tenido que optar por venirnos a vivir al Norte, donde por cierto no se está nada mal y nos sentimos orgullosos, pero carecemos de muchos servicios que en otras zonas sí que se disponen. Un ejemplo es el de la limpieza. Por aquí no se ve un barrendero ni en pintura, y de la máquina limpiadora para qué vamos a hablar. Los jardines están abandonados a su suerte. Los jubilados no tienen donde ir. Se nos vende un centro de salud “al norte”que está situado en pleno centro y sin aparcamiento. El alumbrado en algunas zonas es de hace treinta años, claramente insuficiente y deteriorado. Algunas tapas de alcantarillado llevan lustros una cuarta sobre el nivel del asfalto. Los socavones por lluvias torrenciales aquí toman carácter de eternos. Hay callejones de escaleras sin pasamanos ni alumbrado. Las bandas sonoras se rompen y tardan meses en repararse, y eso que aunque necesarias, no dejan de ser una tremenda molestia ya que por aquí soportamos el tráfico pesado que va a la escombrera y los camiones vacíos ya ni frenan con el molesto ruido que provocan. ¿No irían mejor unos pasos a peatones sobreelevados que obligan a pasar despacio y los camiones no producen ruido? ¿Para cuando podremos disfrutar de una alternativa al Llanillo para poder llegar a la Carretera de Jaén? Porque para colmo con el andamio de la pensión Facundo solo hay un carril apto para ambos sentidos, y esa obra no sabemos ni cuando se va a acometer. ¿Cuántos años de “andamio” nos quedan? Y hablando de andamios, la construcción es un caos. Algunos hacen sus casas como les da la gana y nadie les pone trabas. Otros padecen los errores garrafales de algunas promociones de viviendas protegidas, que a alguien, por aprovechar el terreno, y con la supuesta pero evidente vista gorda de a quien corresponda controlar eso, se le ocurrió construir con la entrada principal dando al callejón de servicio privado de todas las parcelas. Así se da el caso de que si uno quiere aparcar en la puerta de su casa, no deja al vecino de enfrente sacar el coche de la cochera, y no se pueden conceder vados, ni poner alumbrado público porque la calle es privada y el ayuntamiento, el mismo que permitió construir de esa forma, se lava las manos para desesperación de tantas familias jóvenes que decidieron hacer vida en esta zona. Y ahora se da vía libre a la construcción de más de quinientas viviendas nuevas al lado, pero nadie ha dicho nada de construir un colegio público, una circunvalación, un consultorio médico, zonas deportivas, parques infantiles, etc. Está claro que lo que interesa es el pelotazo urbanístico pero de servicios nadie dice nada. ¡Y eso que estamos en periodo preelectoral!

Y lo que más molesta es que los impuestos se pagan equitativamente vivas donde vivas, por lo que la discriminación ya es desesperante. Puestos a ser irónicos, y a reírse por no llorar, y como está de moda, cabría proponer la creación de un estatuto propio que regulase la gestión económica y de convivencia de la Tejuela, de modo que gran parte de lo recaudado en impuestos en la zona recayera en servicios a ésta. Algo así como lo que hay establecido en las comunidades autónomas a nivel nacional y que existen para, entre otras cosas, acercar la administración al ciudadano que debe ser el beneficiado final. Pero bueno, lo triste es que en apenas unas hectáreas de terreno y un par de decenas de miles de habitantes existan favoritismos a la hora de repartir el pastel de servicios a los contribuyentes.

Así se entiende que aquellas dos gotas de agua que tuvieron la suerte de caer en nuestro hermoso y diverso pueblo se llevaran esa sensación tan distinta de él. Esas dos gotas que podemos ser cualquiera de nosotros hoy o mañana y que no sabemos dónde el azar nos puede llevar a caer y que no merecemos por ello un tratamiento distinto de nuestra administración local.

SUBVENCIONES CON CONDICIONES

Hasta ahora, todos los agricultores teníamos la seguridad de que por recoger una cantidad de kilos de aceituna o sembrar la tierra calma de determinadas especies ya cobrábamos las subvenciones europeas que tanta prosperidad han traído a nuestra comarca al servir de incentivo para que el campo sea rentable y dé calidad de vida a quien nos dedicamos a él.

A partir de ahora, con la implantación del pago único, además de sembrar campos o producir aceitunas, debemos cumplir una serie de requisitos que todos firmamos en la marabunta de papeles aquella para la adjudicación de derechos al pago único y que muy pocos se leyeron. Estamos obligados a cumplir con una serie de medidas para la buena conservación de nuestros campos y que la producción sea respetando el medioambiente. A eso lo llaman “condicionalidad”.

A la mayoría de nosotros esto de la condicionalidad nos obliga a cambiar algunas costumbres extensamente arraigadas y que en muchas ocasiones, sobre todo los mas antiguos, les cuesta mucho trabajo entender. Como ejemplo significativo está el de quemar el rastrojo, cosa totalmente prohibida salvo alguna excepción, o dejar cubierta vegetal en las claras de los olivos perpendicularmente a la pendiente si usamos herbicidas en las soleras o tenemos mas de un 15% de desnivel, cosa muy habitual en nuestra comarca. Hay a quien ver un jaramago en los olivos le es similar a darle una patada en la barriga y que le obliguen a dejarlo hasta cierto momento como que les va a crear algún que otro problema de ansiedad. Hasta ahora por aquí la mayoría usan herbicidas residuales, (para que no nazca), al total de la parcela para que no salga nada de hierba y se arriesgan a sanciones.
La condicionalidad también obliga a mantener lindazos y taludes con vegetación, a evitar escorrentías y cárcavas y repararlas si se producen, a mantener los olivos en buen estado vegetativo realizando las labores necesarias para ello, etc. En definitiva, a evitar la erosión de nuestros campos y que no pase como hace dos meses que una gran tormenta dejó algunos olivares lamidos y otros lindando que tenían su cubierta vegetal apenas incidió el exceso de agua, o, que alguien pueda pensar que como le van a dar el pago único, ya puede abandonar los olivos porque no le rente o no pueda atenderlos para cogerles producción.

Otra cosa a la que estamos obligados es a tener un cuaderno de campo donde llevemos apuntados todos los fitosanitarios y abonos aplicados en cada parcela, y las labores que hemos realizado con fecha y actividad. El modelo de cuaderno de campo, aunque no está publicado aún, es obligatorio desde principios de este año, por lo que mientras lo publican, debemos ir apuntando todo en una libretilla. Gajes de la lentitud de la administración, que obliga a cumplir requisitos antes de poner los medios para ello.

Una cuestión que no está aún muy clara es si el concepto de cubierta vegetal se refiere a vegetación viva o inerte. La viva es la hierba espontánea o sembrada que pueda salir en las claras de nuestros olivares, y la inerte son los restos de poda picados o las hojas que se sacan de la limpieza en las fábricas esparcidas como es costumbre en algunas comarcas de forma creo poco acertada por el posible contagio de enfermedades de unas zonas a otras. Mi experiencia personal me dice que el picar los restos de poda de forma perpendicular a la pendiente es muy positivo, pues retiene la humedad, impide la escorrentía, se aporta materia orgánica al suelo y facilita las labores de recogida al evitar la formación de barro o que los vehículos se hundan haciendo rodadas y compactando el terreno. Habría que ver si eso es suficiente para cumplir la condicionalidad o es necesario que sea hierba. De todas formas, con la combinación de ambas se cubren todas las ventajas.

El incumplimiento de la condicionalidad trae consigo la reducción de porcentajes de pago único hasta llegar a la extinción de éste en caso de perseverancia en no cumplirla. Las inspecciones ya han comenzado y seguramente tarde o temprano llegarán a nuestras fincas, por lo que la cabezonería de hacer las cosas “a nuestra manera” sin atender a los requisitos puede tocarnos el bolsillo, y cuando eso ocurra, veremos como espabilamos.

Muchos pensarán que la administración no hace más que poner trabas pero, al menos en este caso, se hace imprescindible una regulación de las actividades agrarias y ganaderas para la conservación del medioambiente y el entorno de nuestros campos. Es curioso que quien más se queja de que ya no hay animales en el campo, (para matarlos a tiros), luego es el que usa herbicidas sin contemplaciones evitando que anide o se alimente la fauna, usa insecticidas por sistema sin ver si son necesarios, etc. o es el que antes salta cuando le prohíben beber agua del grifo o de las fuentes de toda la vida por una alta concentración de nitratos o herbicidas residuales. Y es que hasta que no nos llegue al bolsillo no se aprende. Veremos el día en que a una cooperativa o fábrica de aceite se le encuentren trazas de fitosanitarios en el aceite y les devuelvan o no puedan vender una partida todos nos ponemos de santos señalando a los que lo hacen mal, cuando en realidad todos lo hacemos. No hay más que ver estos días como en los remolques que dentro de un mes va a echarse aceituna van las cubas chorreando cobre o los que echan herbicida y a los pocos días están recogiendo la parcela, y todo para la fábrica.

O nos concienciamos un poco de que lo que producimos es un producto de primera calidad y totalmente natural o nos vemos abocados a cualquier escándalo que tire el precio y no permita que vivamos de esto. Por lo tanto, bienvenidas sean todas las condiciones que nos hagan recapacitar y hacer las cosas en conciencia y medianamente bien. En nuestras manos está.

SOMOS IGUALES, SOMOS DIFERENTES

Tienen la mirada triste, como perdida en el desánimo, pero no dejan de seguir los coches que pasan uno a uno, cual partido de tenis a cámara lenta, pendientes de que alguien les haga alguna señal y se ofrezca a dejarles probar a ver si cumplen las expectativas de trabajo.

Se apostan en la tapia de la Estación de Autobuses cada mañana con la esperanza intacta, con la paciencia por bandera, con la necesidad de sobrevivir como única meta. No muestran frío, ni cansancio, ni estrés, ni incertidumbre. Se les nota acostumbrados a sufrir, a vivir al día, a saber esperar la oportunidad, a reaccionar a instintos en vez de a emociones.

Resulta muy chocante ver en nuestras calles en esta época, en que toca recoger la aceituna, a tanto inmigrante sin rumbo mientras nosotros tenemos tan dirigida y organizada nuestra vida que casi nos veríamos incapacitados para vivir como lo hacen. Y sin embargo aún la mayoría nos sentimos en cierta manera en una posición dominante con respecto a ellos.

Volvemos la cabeza y miramos a otro lado cuando vemos las imágenes de la gente llegar arriesgando sus vidas en las pateras y cayucos. Ahora nos los cruzamos en nuestras aceras y no podemos volver la cabeza. Ahora debemos tragarnos la cruda realidad en la puerta de nuestras casas, y comprobamos que son semejantes, que sienten, que viven, que tiene ambicionares, que buscan una vida mejor, y que todas las barbaridades y riesgos que corren les vale la pena aunque estén a años luz de la comodidad y buena vida de la que disfrutamos en el primer mundo.

No es nada difícil en cuanto sale la conversación en la barra de cualquier bar el que a alguien se le llene la boca de xenofobia como si en su ignorancia sintiera reflejada alguna amenaza. Ellos mismos se delatan, pues hay mucho inmigrante que vale bastante más la pena en lo personal y profesional que muchos españoles. Incluso hay quien lo usa como arma política, como si la política entendiera de hambre, subdesarrollo y malvivir.

Afortunadamente los maleducados son una minoría y Alcalá acoge cortésmente a los inmigrantes, sabedora su población de que aportan a nuestra economía mano de obra que de otra forma sería imposible de conseguir. Y las aceitunas en el campo no valen nada. Hay que recogerlas y por muy mecanizados que andemos, hay cosas que se hacen imprescindibles hacerlas a mano y con cierta racionalidad. Por tanto, incluso en las cuadrillas más tradicionales no es extraño ver a gente de cualquier nacionalidad trabajando honradamente para poder subsistir.

Pero como pasa en todos lados, a veces hay algún descarriado que osa transgredir nuestras normas básicas de convivencia y no dudamos en generalizar injustamente y acusar a todos de lo que ha hecho un individuo. A ello contribuyen los mismos medios de comunicación que siempre ponen un énfasis extra cuando el delito lo comete un inmigrante y si es de poca monta más.

Vivimos tan bien que a veces hacemos grandes pequeños problemas cuando a nuestro alrededor hay tanta gente soñando tener solo nuestros problemas. Debemos abrir nuestra mente y ponernos en el lugar de esa gente que vaga por nuestras calles casi suplicando un trabajo. Debemos ser solidarios, ofertarles pisos en alquiler, trabajo en nuestras cuadrillas en la medida de lo posible, ropa que no usemos, comida, etc. Es bastante patético tener que ver a seres humanos similares a nosotros tener que esperar cada noche a que saquen la basura del Mercadona para rebuscar algo que comer.

POSYAQUE

¿Quién en algún momento no se ha visto envuelto en una obra de más o menos envergadura en su casa? Y es que se va aguantando la cosa hasta que se juntan unos ahorrillos para adecentar alguna estancia que el paso de los años dejó incómoda, ampliar o transformar alguna habitación, eliminar ese suelo descolorido y gastado que siempre parece sucio aunque lo acabes de fregar, ampliar la cochera porque ya hay dos coches, etc. Es el momento más temido, pero que después de concluido ya se puede enseñar la casa a las vecinas sin tener que poner alguna excusa por tener la decoración anticuada. Pero seguro que no te escapas de la crítica por el color de los azulejos elegidos, o el tipo de material de acabado, que seguro que a alguna no le parecerá adecuado. Pero eso no tiene arreglo con la palustra.

Para empezar una obra lo primero que se necesita encontrar es albañiles. Difícil misión dado el auge constructivo que inunda nuestra comarca. Siempre aparece un familiar que conoce a un amigo que es “mu apañao” que a lo mejor y tras ver el chapuz te da un plazo para empezar varias hojas de almanaque después. Aun así no te asegura nada y cuando llega el momento te mantiene en vilo otros pocos días. Conseguido el albañil, o cuadrilla si se necesita, la historia está en mantener una coordinación de materiales y otros profesionales para que no se corte el trabajo. Ahí entran fontaneros, electricistas, escayolistas, marmolistas, carpinteros, etc., y el darle la vara a cada uno para que te atienda a tu particular interés, olvidando que eso es imposible.

Ya tenemos a los albañiles en casa. Si es una obra en una vivienda deshabitada mas o menos se sobrelleva porque cuando se acabe se limpia y ya está, pero muchas veces toca convivir con la obra durante varios días y se da el caso de tener que ir a ducharse a la casa del vecino que, al contrario de lo que se pudiera imaginar, siempre son comprensivos con las obras y aguantan estoicamente las molestias al menos de cara a la galería, que luego en privado lo pueden poner a uno a parir. Todo será porque tarde o temprano le tocará a ese vecino hacer la obra y los demás nos sentiremos molestados y callaremos en recíproca actitud, con lo que molesta un taladro haciendo rozas a las ocho de la mañana.

En toda obra que se digne, y cuando todo está bajo tu control, ¡ejem! bajo el control de tu mucho dinero, aparece tarde o temprano una palabra compuesta con cierto truquillo. Es el tan temido “posyaque”, que no es otra cosa que el diminutivo de la frase “pues ya que estamos…” Pues ya que estamos…, vamos a cambiar este suelo también, y ya, le metemos la instalación de fontanería nueva, y ya que estamos, la electricidad, y yo he visto que el vecino ha puesto un zocalillo en la fachada, y las ventanas están muy viejas, etc. Al final de reformar el cuarto de baño se toca media casa, y de un presupuesto inicial, casi se triplica, y siempre se acaba renegando de que ya no se van a hacer mas obras en esa casa, pero pronto aparece otro chapuz que con el paso del tiempo se volverá a hacer imprescindible y te la lían otra vez.

A final el albañil se va, pero te deja un sabor a cal en la lengua, un tacto a polvo en todo lo que tocas, un olor a cemento húmedo que tardará aún algún dolor de espalda y una mano de pintura el eliminarlos. Pero el agujero más grande está en la cartera. Reconozco que es un trabajo muy duro pero se gana un pastón para el poco nivel de cualificación que se exige. Y eso que se paga besando los billetes, porque de ellos depende la comodidad que albergamos en nuestros hogares, sobre todo los que no podemos o vivimos en casas o pisos de antigua construcción.

La próxima obra que haga supongo que será una caseta de aperos con una alberca de riego en alguna parcela de vega que, una vez pasados los controles y conseguido el enganche de electricidad, se convierte en un coqueto chalecito con piscina, como tantos que abundan de esa guisa por nuestros campos.

PARA LOS QUE NO ES FERIA

Cuando el calor empieza a apretar cada año por nuestra hermosa comarca nuestro instinto nos marca que debemos dedicar unos días a la fiesta y la jarana en lo que venimos a llamar la feria de San Antonio.

Los feriantes llegan y aparcan sus camiones-casa en la avenida de Andalucía y montan sus cacharritos para disfrute de pequeños y sonrisas orgullosas de mayores que esperan pacientemente a que acabe el viaje.
Avispados y oportunistas hosteleros de pelotazo y algunas cofradías se afanan en instalar variopintas carpas donde a su sombra acogernos a todos para obtener pingües beneficios.
Turroneros, casetas de tiro, churrería, etc. se van colocando en las esquinas estratégicamente para llamar la atención de la riada humana que a ciertas horas siempre salen a dar una vuelta.
Caballistas sacan sus corceles engalanados para la feria de ganado curiosamente en auge últimamente y que no nos olvidemos que esa es la autentica raíz de la fiesta.

Para casi todos es feria en Alcalá durante tres o cuatro días apurando el pillar el fin de semana más cercano al trece que siempre debe figurar por tradición como día grande, aunque luego la realidad lo relegue a la víspera o la espuela según el año.
Pero hay unos cuantos en Alcalá para los que la feria no existe, o no es demasiado importante, o no les interesa por algún oscuro motivo, o considerarán que ya cumplen con otros actos, o creen que no merecemos más, o pasan de preocuparse por el ciudadano vulgar y anónimo. Éstos no son otros que los responsables de la Concejalía de Cultura que es la encargada de estos actos.

Resulta insultante, sonrojante, vergonzante, ruin, etc. el que, en un acto que les viene rodado y arraigado año tras año, pasen tan olímpicamente del tema. No se cuelga ni una bombillita, ni un farolillo, ni un letrero alusivo, nada. No se organiza ni una sola actividad recreativa, ni una actuación musical, ni una verbena pública, nada de nada. Tendríamos que salirnos mucho del mapa para encontrar algo similar en otro pueblo. Debemos ser el único ayuntamiento de España que gane dinero en una feria por las tasas cobradas por el sitio ocupado. Habitualmente en todos sitios se incluye una partida presupuestaria para eventos de este tipo, pero aquí debemos ser raritos de narices. Y lo más curioso es que en las dos ferias que tenemos son la única oportunidad de ofrecer a la gran masa social algo de cultura, de su cultura, porque cultura no solo es traer un Titereal con gente del quinto pino, o una gran compañía de teatro, o un concierto de cámara que disfrutan o entienden cien a lo sumo. Yo hablo de acercarse solo dos veces al año a la gente corriente, llana, “vulgar” que dirían algunos desde sus púlpitos, y ponerles sus orquestas de baile, su actuación de algún televisivo en un sitio amplio, etc. de un modo en cierta medida acogedor, con su buena carpa, su alumbrado, etc. No creo que sea pedir nada desorbitado y se cumpliría con miles y miles de personas que después de dar tres vueltas al ferial se tienen que ir aburridas a casa con una sensación de abandono total.

¿Tienen los responsables de cultura algo de empatía? ¿Están cualificados para decidir sobre la no diversión de tanta gente? ¿A qué viene esa dejadez? ¿Acaso nos les han ingresado este mes el medio kilo o qué?

A ver si la oposición pone interés y en los programas electorales de cara al año que viene meten el colaborar algo en la diversión de la gente en sus ferias, que entre que en esta de junio no mueven un dedo y en la de septiembre rellenan con dúos de boda la caseta municipal y la dejan en manos de algún especulador, están echando a perder la cultura popular en Alcalá.

Por mí podrían cambiar la mitad de los teatros, conciertos elitistas y controlar un poco el despilfarro en Etnosur y potenciar las dos ferias con actividades populares. Tanto yo como miles de alcalainos más lo agradeceríamos. En contra solo tendrían a esos cincuenta de siempre que se llevan el presupuesto en actos para ellos. Paradoja ésta difícil de entender para el que dice ser socialista.

OSTENTACIÓN SANTA

Se llenan estos días todos los medios de información y entretenimiento de cifras en una
especie de competición a ver quién da el dato más estrafalario, asombroso o desorbitado. Así se puede leer que en tal pueblo están no se cuantas horas procesionando, tocando el tambor, alguien colgado de una cruz, llevan decenas de kilos por persona, cofradías que tienen miles de nazarenos, etc. Eso en cuanto a hechos, que dentro de un marco de tradición, arraigo, fe o curiosidad puede ser perfectamente entendible y por supuesto respetable.

El problema viene cuando se empiezan a conocer las cifras económicas que se
mueven alrededor de las cofradías, las imágenes, los adornos, los atuendos y lo que se paga por un buen sitio de visión en determinadas ciudades. Así se puede observar como un simple manto de imagen puede llegar a llevar varios kilos de oro y estar valorado en centenares de millones de pesetas, y después sumarle la joyería, el palio, la talla, el mantenimiento, restauraciones, etc. Un macrodespilfarro en el seno de una religión como la católica en la que se prodiga el voto de pobreza y la caridad.

Todo ello nos muestra hasta el punto que ha degenerado nuestra religión en pos de darle un gran valor material a la fe con el fin de que sigamos basándola en el donativo económico y sigamos financiando sus excesos y bienvivir y dándoles la responsabilidad de dirigirnos moralmente diciéndonos lo que está bien y lo que está mal, siempre a su conveniencia, por supuesto.

Hay a quien la fe le resulta reconfortante y positiva para paliar varapalos que la vida les da, y que no ven nada caro un suculento donativo a cierta cofradía u orden, aunque después discutan acaloradamente el precio de un kilo de tomates el martes en el mercadillo, y por supuesto que jamás se les ocurrirá pedir el número de cuenta en una entidad bancaria para hacer un donativo a alguna ONG que opera en el tercer mundo. Y es que la fe es muy cara y todos buscamos alguna contraprestación a cualquier pago.

Luego está el estatus que concede el pertenecer a una u otra cofradía. Ahí ya la cosa es comparable a un partido de fútbol en el que las aficiones rivales se enfrentan a ver quién grita mas fuerte, pero en este caso es quién junta mas hermanos, quién lleva la mejor banda, quién tiene la mejor sede, quién hace el mejor guiso, quién lleva el mejor atuendo, quién hace el mejor cartel, quién pone los mejores adornos, etc. y la fe, pues también, pero si se es mejor que los otros en los aspectos materiales, es mas fe.

A todo esto, cada vez la gente se olvida más de estos engorros y así se pueden leer estos días peticiones de participación para poder procesar imágenes, o que lo hagan sin apenas público como le pasa alguna. En los tiempos que corren ya nada nos motiva y las responsabilidades cotidianas son tan grandes que es preferible aprovechar estos días festivos para descansar y desconectarte, y no para hacer penitencias que en la mayoría de los casos lo único que reportan es dolores físicos y alguna resaca de la cervezada posterior.

Es lo más positivo de la Semana Santa, un macropuente que permite viajar, reunir a las familias, disfrutar un poco de la primavera y satisfacer la curiosidad con lo que pueden hacer algunos por fe, otros por tradición y otros, los más, por ostentación.

Espero que no me diga ningún capillita que si no me gusta la Semana Santa como se concibe actualmente que renuncie a los días de fiesta, que no lo voy a hacer, primero porque si no existieran ciertas fiestas religiosas, las habría vacacionales, y segundo, que yo respeto sus valores y acciones y aguanto estoicamente las molestias de cohetitos, dianas de bandas, calles cortadas, etc. Sería el colmo ya que no pudiéramos ni expresar nuestro punto de vista, que a fin de cuentas se basa en lo que nos dan a entender con sus procederes

O VENDEDORES O VENDIDOS

Asistimos estos días al nerviosismo previo del inminente inicio de la campaña de recolección de nuestro producto estrella por antonomasia. Frondosos olivares que adornan ordenadamente nuestros ondulados campos entran ya en la recta final de maduración y esperan que las cuadrillas les tiendan el mantel para servir ellos gentilmente el fruto que ha de servir para aderezar nuestros bolsillos tan mermados últimamente por las adversidades climatológicas.

Las almazaras abren sus puertas como paso obligatorio de todas las aceitunas en el último proceso para aprovechar su preciado aceite. Pero éstas, en contra de ser motivo de fiesta por un final feliz, a menudo se convierten en un nuevo obstáculo y muchas veces el más importante en el camino que el sufrido agricultor debe de sortear para poder rentabilizar su explotación y crear riqueza a su alrededor dando trabajo y consumiendo diversos productos. El proceso de transformación lleva implícitos varios controles básicos como el peso y el rendimiento graso en los que el almazarero busca aumentar su beneficio. Y todo le viene rodado de antaño cuando la almazara solo se dedicaba a la transformación y el cosechero se llevaba el producto resultante previo pago de un porcentaje o maquila. Ahora las almazaras también son las encargadas de comercializar nuestro producto y ahí entra la disputa. Se supone que en esa maquila el almazarero ya obtiene su justo beneficio, pero con tal de mantener un precio competitivo no duda en aprovechar otras técnicas para adornar esos beneficios bajo la inconsciencia del agricultor. Por lo tanto, jamás se sabe a cuanto está vendiendo realmente el aceite que después a ti te liquida a otro mas bajo, o cómo es posible que un mismo remolque varíe muchísimos kilos dependiendo del sitio donde lo lleves, o que en una misma finca cambie el rendimiento graso espectacularmente de un día para otro dependiendo de donde se haga el análisis. Y todo esto lo demuestra la lógica sin más. Si a un molino le entran un millón de kilos de aceituna y cobra cinco céntimos por kilo de maquila, factura cincuenta mil euros y de ahí debe descontar gastos de personal, amortización, etc. Sería imposible su subsistencia solo de la maquila.

Por otro lado están las cooperativas, donde se supone que todos los problemas anteriores deberían desaparecer, pues el supuesto beneficio de la comercialización, o de técnicas poco éticas recae de nuevo en el agricultor, pero aparecen otros problemas casi peores por la falta de concienciación y unión que deberían ser obvios en el sistema cooperativo. El recelo del que somos víctimas habitualmente la gente del campo nos lleva a sobreactuar sin razón o no poner nada en riesgo quedando evidentemente fuera de cualquier posibilidad de competitividad en el insensible libre mercado. A menudo nos encontramos empresas que facturan muchos millones de euros y que sus gestores no alejan empresarialmente más allá del volante de su Land Rover que por mucho empeño y honradez que se les suponga jamás van a llevar a buen puerto nada. Las Asambleas de Socios, aparte de poco representativas por la escasa asistencia, se convierten en un Salsa Rosa de acusaciones o se dejan llevar por alguna oportuna demagogia lanzada por intereses particulares. En definitiva, un desastre.

La solución pasa por la contratación por parte de las cooperativas de gerentes y comerciales que vendan o distribuyan el aceite envasado con nuestras marcas, y eso se puede hacer a nivel de la propia cooperativa o con la configuración de una cooperativa de segundo grado o unión de varias cooperativas, pero a la más mínima que se nombra esto salen a relucir algunas estafas que nos han tocado de cerca como puede ser Fedeoliva o Almazaras de Priego. Sin embargo no se fijan otras que funcionan tan bien como Hojiblanca, Jaencoop, etc. En definitiva, no estamos preparados para un sistema cooperativo de unión, de todos a una, de lo bueno para todos y lo malo también para todos. Aquí lo que prima no es que en mi explotación he obtenido unos beneficios y eso me permite vivir, aquí lo que realmente se mira es que yo he liquidado a un duro más que mi vecino aunque eso a los dos nos suponga no poder vivir dignamente. A la vista está lo acontecido este año con el mercado que a principios de campaña y fruto de unas condiciones muy específicas se elevó el precio del aceite muy por encima de lo habitual, y aun siendo rentabilísimo haber vendido a ese precio, casi nadie lo hizo en espera de que siguiera subiendo, no fuera a que el vecino después liquidara a algo más. De risa. Al final uno y otro hemos vendido igual de mal y en el límite de la rentabilidad al menos en nuestra zona, que se puede situar sobre los tres euros el kilo de aceite. Así aparecen propuestas de ventas individualizadas en cooperativas que desvirtúan el espíritu de éstas. Afortunadamente con poco éxito por nuestro bien de seguir unidos.

En definitiva, o abrimos nuestras mentes y comercializamos nuestro producto compitiendo en el libre mercado con sus reglas, sus virtudes y defectos, o nos vemos abocados a vivir a merced de los grandes envasadores, intermediarios especuladores y oportunistas sin escrúpulos de los que de vez en cuando alguno besa los barrotes de una cárcel. Para ello debemos apostar por la calidad de nuestro producto, aprovechar la distinción de la nueva Denominación de Origen, costear campañas publicitarias y salir a vender el fruto de nuestra tierra con unión, orgullo y lo más importante, beneficios.