jueves, 26 de abril de 2007

EXAMEN FINAL

Es bastante habitual en el mundo de la política el caer en la simpleza de deslegitimar toda una gestión por un caso puntual cayendo en la injusticia de olvidarnos de las cosas bien hechas. A lo largo de toda una legislatura el equipo de gobierno ha acertado a veces y fallado otras, y hay que poner a cada lado de la balanza cada una y valorar si la gestión ha sido buena, mediocre o un desastre. Naturalmente cada cual puede tener una percepción distinta de una misma situación, ya sea por intereses personales o ideología, pero aparte de eso, es el sentido común el que debe primar a la hora de dictar sentencia.

En un resumen superficial de la legislatura que se nos acaba hay que valorar como positivas las grandes infraestructuras que se han terminado o están en construcción, que aunque lleguen con cierto retraso, ya las usamos o queda menos para poder empezar a disfrutarlas. El nuevo polígono industrial, la piscina cubierta, el nuevo hospital, en construcción, o el parking, el consultorio del centro, etc., ya concluidos, son infraestructuras que gane quien gane las próximas elecciones van a suponer un importante avance en la calidad de vida de nuestro pueblo y que no deberían de servir como arma electoralista porque los alcalaínos suponemos que estas obras son un derecho que todos tenemos y no una concesión de misericordia del partido de turno en el poder. Lo que sí debemos de tener en cuenta es la gestión para la construcción, los servicios que ofrecen u ofrecerán, el sobrecoste por errores, la no valoración del mantenimiento posterior y por consiguiente el abandono de muchos servicios, etc. En definitiva, si las cosas se podían haber hecho de otra manera para que hubiera sido mas rápido, más barato y sacarle mas partido.

Pero alejándonos de las grandes obras, de eso que los políticos ponen como bandera para enmascarar las debilidades en otros aspectos, hay otros servicios que debemos valorar y que son mucho más cercanos a todos en el día a día. Estos son los servicios sociales: La ayuda a domicilio, la atención médica de los centros de salud, los consultorios de las aldeas, la integración de los inmigrantes, el centro de la mujer, ayuda a discapacitados, apoyo a asociaciones, lucha contra la drogadicción, ayuda al deporte, seguridad, gestión del tráfico, y un largo etcétera. ¿Son suficientes? ¿Se pueden mejorar? Esas son las preguntas que todos debemos realizarnos para enjuiciar la gestión saliente. ¿Se hablará de estas pequeñas grandes cosas en los programas electorales?

Siguiendo con el repaso a la legislatura, quiero hacer especial mención a lo que es a mi parecer el mayor acierto de ésta, aunque dependiendo de las sensibilidades políticas o económicas principalmente, pueda haber alguien que crea exactamente lo contrario. Me refiero al Espacio Joven El Silo. Su apertura, mantenimiento y constante mejora de sus posibilidades han acabado con el tremendo problema del botellón en nuestras calles y de las molestias que acarreaba. El que una corporación se olvide de las utopías y asuma la gran responsabilidad de hacer frente a lo políticamente correcto y dar a los jóvenes lo que realmente les gusta y quieren hacer un sábado por la noche es de agradecer. Si encima se hace en unas determinadas condiciones higiénicas, de seguridad, de control de asistencia y de autofinanciación ya pues mejor que mejor. Y se pueden inventar mil excusas para denostarlo, pero al compararlo con lo que había, y valorando que no hay alternativa aceptable por un joven un sábado noche, ¿hemos ganado o perdido? Seguramente, el que tenga un hijo adolescente o viviera en las zonas afectadas tendrá la respuesta clara. Que el ayuntamiento ponga el local es lo de menos. También pone la Estación de Autobuses, el bar El Parque, etc. y nadie ha dicho nada nunca.

En la atención a los barrios, ahora parece que todos los partidos le han cogido cariño a la zona Norte y nos tienen extasiados de promesas. En esta legislatura nadie asomó por aquí. Ya pasó eso en las últimas elecciones en Granada capital, donde una serie de caprichos provocó que todo el Zaidín le diera la espalda a cierto partido y le costó la alcaldía. ¿Habrán tomado nota aquí?

En resumen, toca hacer el examen final de legislatura y poner nota. Todos somos libres pero tenemos el deber de hacerlo y votar en consonancia con las propuestas, la credibilidad y el interés común. Recordemos que el poder es nuestro y lo entregamos en un sobre cada cuatro años.

viernes, 13 de abril de 2007

MARKETING

Dicen las malas lenguas que el marketing es la capacidad de vender lo malo como bueno y lo caro como barato. Aunque no tiene por qué ser así, siempre tenderán a exagerar las virtudes y ocultar los defectos. Se es bueno en marketing cuando dominas el arte de confundir y manipular con el único fin de convencernos para hacernos contribuyentes de sus beneficios, ya sea económicamente para una empresa o electoralmente para un partido político. Como estamos en plena precampaña electoral y ya se han movido las primeras fichas en nuestro pueblo, voy a analizar desde mi modesto punto de vista como lo llevan los partidos locales a la hora de captar nuestra atención y que traduzcamos ésta en votos a su candidatura.

Coincidiendo con una de las principales leyes del marketing que nos dice que hay que ser el primero para lanzar un producto, allá por el verano pasado un partido ya colocó estratégicamente unas vallas publicitarias con un ilusionante eslogan que aún persisten, pero a una de ellas, la que hay en el ventanal de su céntrica sede a alguien se le ocurrió colgar un lazo azul en concordancia con la demagogia usada puntualmente por su partido a nivel nacional, por lo que ya nos confunde eso de si el “cambio” va a ser por y para los alcalainos o para salvar el culo momentáneamente de los líos en que se meten los de Madrid. Y para colmo, uno de los días con más concurrencia pública por la zona alta del parking como es el Viernes Santo, el lazo estaba descolgado y uno de los focos de iluminación fundidos, lo que hacían del cartel imposible de ver y daba la impresión de abandono.

Pero la alegría va por barrios, y como no podía ser de otra manera, otra de las leyes del marketing es la máxima difusión de lo que se quiere vender, y así nos levantamos una mañana de finales de invierno y nos encontramos un cartelón trasversal en todas las vías de entrada a Alcalá y en cada una de las aldeas. Como idea fue fenomenal, pues a poco que te movieras por la comarca estabas viendo el cartel, pero la ejecución fue tan chapucera que a los dos días el que no estaba arrugado por el viento estaba hecho trizas o enrollado de tal forma que ahora dan la impresión contraria a la que fueron diseñados. Como da la casualidad de que estos carteles son del partido en el gobierno local, y el eslogan además anima a ello, cabe entender que de primeras nos lo ponen todo con muy buena pinta y en la ejecución posterior son un desastre. En esta legislatura casi pasada hay importantes muestras.

Otro detalle de marketing visto hasta ahora ha sido la presentación de las diferentes listas electorales. Ambos partidos han coincidido más o menos en el tiempo y en las formas. Así se puede observar en el pie de foto de los candidatos la profesión y currículum académico maquillados para dar una sensación magnificada de lo que es en realidad. Así se puede ver como una simple ama de casa por haber hecho un cursillo puntual se le pone “auxiliar de…” y a otra ama de casa se le pone que “cursó estudios…”. Y mira que es curioso que una de las profesiones mayoritarias de nuestro pueblo como es la de ama de casa no se encuentre representada como tal con todas sus letras. ¿Acaso dudan los partidos de la capacidad de arreglar el pueblo (y a los vecinos) que tienen las amas de casa cuando se juntan en la calle barriendo las puertas o en la cola de la carnicería?

Y por fin se decidieron a hacer públicas y cercanas a todos sus impresiones, sus proyectos, sus ideas, sus propuestas, etc. adaptándose a las nuevas tecnologías abriendo páginas webs bien maquetadas y actualizadas y llegando a gran número de ciudadanos al editar boletines informativos gratuitos. Lo curioso de esto es que leo que se imprimen millares de ejemplares para su distribución y a mi buzón no llega ni uno. ¿Será que la Tejuela no existe o que una vez mas se tiene y presenta una buena idea y falla la ejecución? El problema de estos medios es que como los editan ellos mismos, la autocrítica brilla por su ausencia, pero como vivimos en un pueblo donde nos conocemos casi todos y vemos lo que se hace y lo que no, y como se hace y como se debería hacer, por mucho diseño y buena presentación que se nos ofrezcan, la realidad es demasiado cercana para enmascararla con mercadotecnia.

A ver como vienen los programas que es a la postre lo que debemos mirar con lupa, saber separar el marketing de la realidad, y decidir nuestro voto acorde a quien creamos que mejor ofrece defender nuestros intereses.

ERRORES DE FE

Después de varios meses en que los atardeceres alcalaínos están acompañados del monótono y molesto vibrar de tambores a lo lejos, ya se acerca el momento en que salgan a procesar las imágenes que los cofrades sacan algunos por fe, los más por aparentar, después de tener aparcada la devoción todo un año con las excepciones de la visita a la caseta de la feria o la cena de la cofradía. Se vuelven a cortar las calles, lanzar cohetes a horas intempestivas y salir las bandas a despertar a los creyentes o ateos por igual como si intentaran que todos fuésemos partícipes de lo que ni nos va ni nos viene.
La Semana Santa es la demostración de lo manipulable que puede llegar a ser el humano cuando le tocan lo que no está en su mano controlar. La fe es miedo a lo desconocido y a lo inexplicable. Cuando alguna desgracia se cierne sobre nosotros apelamos a la fe con el único fin de encontrar consuelo. Como sabemos que vamos a morirnos y no llegamos a entender que se apaga la luz y ya está, nos negamos a ello y creemos que hay un paraíso o un infierno, y pasamos acojonados la vida real por salvar nuestro destino místico.
Pero lo mejor de todo es cómo se lo han montado a lo largo de la historia de la humanidad para tener a la gran multitud a merced de los intereses de unos cuantos con el mismo truco. Vayas a una cultura u otra, a un extremo del mundo u otro, siempre hay alguien todopoderoso que manda desde no se sabe dónde y que castiga o agracia en función de tu grado de sumisión a un texto sagrado que se supone dictó él e interpretan aquí en lo terrenal algunos listillos a su particular capricho.
Nos educan a su antojo, nos movemos porque nos dejan, nos formamos bajo su supervisión y dependiendo de la paranoia o el interés personal de quien se erige en voz de la divinidad en la tierra hasta nos hacen sacrificarnos por fe.
Da igual que sea Mahoma, Cristo, Yahvé… Todos persiguen el mismo fin. Coartarnos la personalidad y restarnos libertad con el fin de mantenernos en el redil. Es tal el poder que ejercen que dicen que de no existir religiones que frenen los impulsos humanos, nos habríamos autodestruido hace siglos. Tal vez no les falte razón, y tal vez sea eso lo más positivo que tengan las religiones.
Yo por lo pronto me mantengo agnóstico, o dudoso, o ateo, o indeciso, o convenenciero, me da igual. Si necesito alguna vez de la fe, echaré mano a ella como algo paliativo, pero si no, no voy a vivir sometido a ideas y actos con los que no estoy de acuerdo. Dicen que donde fueres, haz lo que vieres, y yo vivo aquí, por lo que todo esto no quita que salga a ver alguna procesión en plan curioso, que me tome como festivas las fiestas religiosas o que asista a algún acto de culto en algún acontecimiento especial, aunque sea a ver el arte que encierran las iglesias más que a escuchar el sermón. Pero lo que no voy es a dármelas de fiel devoto cuatro días para ganarme la salvación divina y pasarme el resto del año renegando de los mandamientos y valores que se supone debo obedecer. Así no cometo errores de fe, porque ésta tal y como yo la entiendo no funciona con contrapartidas. Las cosas positivas o negativas te vienen o porque corres los riesgos o por mera estadística o suerte, no por pasear imágenes, sentir dolor o derrochar esfuerzo, y mucho menos por donar dinero, que es como medimos lo material y que tan interesadamente desde siempre nos han inculcado para ganarnos lo divino para colmo ya de contradicción.

FUTBOLITIZADOS

Cualquiera que haya asistido a un campo de fútbol o lo siga más o menos por la radio o televisión habrá observado como los espectadores dependiendo de las circunstancias transforman su personalidad totalmente. La pasión por un equipo nos puede llevar a ser agresivos, despiadados, maleducados, etc. metiéndonos en un estado enfermizo de sinrazón capaz de despertar el odio entre amigos, confraternar a desconocidos o violentar al más tranquilo. Pero al fin y al cabo el fútbol es solo un juego y cuando termina el partido, salvo en lamentables y escasas situaciones, todos guardamos el orgullo y volvemos a la normalidad. Hasta ahí todo entra dentro de cierta racionalidad y no hay que darle mayor importancia salvo cuando ocurren sucesos graves en los que ya las autoridades correspondientes toman las medidas oportunas contra el equipo o el individuo.

Pero la cosa cambia, y de qué manera, cuando convertimos la afinidad a un partido político en un forofismo ciego. Extendemos un cheque en blanco al político de turno para que haga con nuestro voto lo que le plazca y nosotros lo aplaudiremos, babearemos con sus arengas y lo defenderemos a muerte como si hubiera marcado el gol decisivo de la final de la Champions. Y es que esto de la política no es un juego. De los políticos depende nuestro presente y nuestro futuro, reparten nuestros impuestos, nos dictan las leyes, nos imponen como debemos educarnos, etc. En definitiva, dependemos de los políticos para vivir en un Estado de Derecho que nos permita ser libres.

¿Es libre alguien que se aferra a unas siglas? A menudo cuando estamos en un bar viendo un partido de fútbol, ante un penalti claro siempre hay quien le ve la duda o le busca la justificación en otras jugadas. En la política ante un caso de corrupción o de incompetencia manifiesta de algún cargo de algún partido siempre hay quien lo justifica y defiende como si le fuera la vida en ello. No importa el sinsentido, la irresponsabilidad o la falta de personalidad y libertad que ello le reporte. Lo único importante es el fin, las siglas, sus siglas, esas que despiertan la pasión, estimulan el cinismo, hunden el sentido común y golpean la libertad.

Otras veces no es el político el que necesita equivocarse. Es como cuando un defensa despeja con la cabeza y alguien se empeña en hacernos ver que ha sido con la mano con el consiguiente penalti. Entonces es la imaginación del forofo la que entra en acción difamando a diestro y siniestro con el único fin de favorecer sus intereses partidistas.

A menudo son los propios políticos los que adoctrinan a sus hooligans con consignas y argumentos rocambolescos, precisamente igual que algunos presidentes de clubes de fútbol ante un inminente enfrentamiento y luego pasa lo que pasa. Así tenemos un ambiente político enrarecido y crispado que provoca en el ciudadano medio una enérgica repulsa a la política. Y lo malo es que lo hacen con total interés ya que sus estudios sociológicos les dictan el procedimiento a seguir y confían en los forofos incondicionales y una ley electoral cuanto menos controvertida para con una participación electoral baja jactarse de representarnos a todos y actuar a su capricho.

Por lo tanto, lo mismo que a quien realmente le gusta el fútbol disfruta de un buen partido lo juegue quien lo juegue, con la política deberíamos de olvidarnos de la visceralidad y la pasión y salir el día de las elecciones de casa tranquilamente, debidamente informados desde todos los puntos de vista posibles, y en el paseo hasta el colegio electoral meditar nuestro voto y dárselo a quien con responsabilidad, sentido común y honradez creamos que va a defender con más firmeza nuestros intereses y convicciones, igual que cuando un equipo de fútbol ficha a un gran jugador aunque sea del eterno rival.

Que ningún partido cuente con nuestro voto de antemano sería su mayor miedo y a la vez el mejor estímulo para que desarrollaran nuestros intereses correctamente. Igual que si una estrella del fútbol cobrara por goles marcados, ¿no correrían el doble cada domingo? Imaginad un político corriendo cuatro años. Pues tenemos el poder de hacerlos correr en nuestras manos con nuestro voto. ¡Que no nos futboliticen!

YO, CORTIJERO

Cuentan los mayores, que allá por principios y mediados del siglo pasado, cuando venían a Alcalá con sus caballos o sus carros a algún asunto, a la hora de partir de nuevo hacia la aldea o el cortijo, y a la salida del pueblo, una tropa de niños corrían detrás de ellos tirándoles piedras al grito despectivo de: ¡Cortijeros! ¡Cortijeros!

Ya en la escuela allá por principios de los ochenta, que empezaba a tener conciencia y analizar las situaciones, teníamos que aguantar las mofas por el simple hecho de ser de campo. En la ingenuidad de la niñez era incomprensible esa situación y nos llevaba a veces a sacar orgullo y se llegaba a leves confrontaciones pero después siempre soñábamos con tener algún día esa posición de dominio que se le suponía a “los de Alcalá”.

A finales de los ochenta y principio de los noventa, gracias a la mejora de las comunicaciones, al despegue económico de nuestro producto estrella como es el aceite, la proliferación de coches y a la búsqueda de las comodidades, nuestros campos se despoblaron casi en su totalidad, así como algunas aldeas. Todos nos vinimos al pueblo para pesadilla de los que basaban su ego en tener a alguien inferior viviendo en un cortijo.

Ahora ya en los primeros años del nuevo milenio se produce el efecto contrario. Resulta envidiable el tener un cortijo restaurado, un chalet o “un campo” como les gusta decir a los más repipis. Es halagador el contar la última vivencia de turismo rural o echar un día de aceituna para comerse una buena merienda, liberar estrés y captar un poco de moreno facial que con un poco de suerte a alguien se le puede colar la bacalada de “haber estado esquiando en la Sierra”, porque hoy día es habitual el sobrevivir de impresiones.

Pues aún resulta curioso que después de tantos años a pesar de los avances, del acceso a la cultura, a la información, a la enseñanza, etc. aún se escuche por las esquinas de nuestro pueblo encasillar a la gente por su procedencia o la de su familia aunque suponga una distancia de apenas una docena de kilómetros que es mas o menos a la redonda la extensión de nuestra comarca.

Es una animadversión siempre negativa, como si el haber nacido o criado al calor del asfalto de las calles de Alcalá supusiera para algunos un extra despótico y superior que le da derecho a ningunear a la gente de campo. ¿Será envidia o se habrá heredado también la necedad?

Pero ahí no acaba el tema, ya que la gente de campo, los cortijeros de verdad, parece que estamos en el último eslabón, pues en las aldeas se desprecia igual o en mayor medida si cabe a los cortijeros. En definitiva, todos llevan un pequeño nacionalismo dentro que les hace despreciar al foráneo. Así, la escala sería que los cortijeros, los últimos, los aldeanos desprecian al cortijero, los del pueblo meten en el mismo saco a los cortijeros y los aldeanos. Los del pueblo son desvalorados por los de la capital, y los de la capital a la vez por los de Madrid que nos llaman “de provincias”. Total, el cortijero es el ciudadano del mundo por excelencia al no estar sometido a los localismos cavernarios.
Y es que si tantos problemas como sufrimos en España con los pequeños nacionalismos por enfrentarse al gran nacionalismo centralista, ambos por la triste necesidad de pisarle el cuello a alguien, se pudieran resolver con un poco de sentido del humor y dándole la importancia que merecen, o sea, ninguna, otro gallo nos cantaría. Viviríamos en paz, sin sobresaltos, trabajando honradamente, sin importarnos lo que haga el vecino, etc. ¡Qué faltica de cortijeros que está España!

TRES MINUTOS

¿Alguna vez os habéis preguntado todo lo que se puede hacer en tres minutos? En ese tiempo se puede tomar un café, leer una noticia, comprar una barra de pan, escuchar tu canción preferida, calentar un plato en el microondas, sacar dinero en un cajero, contar un chiste, escribir un sms, marcar un gol en el descuento de un partido, recibir a un paciente, diagnosticarlo adecuadamente y emitir un tratamiento curativo o paliativo, descargarse un archivo de Internet, planchar un pantalón… ¡uy! Creo que me he equivocado, no se puede recibir, diagnosticar y recetar a un paciente en tres minutos, ¿no? Pues eso es lo que pasa en nuestro ambulatorio todos los días.

Y es que después de esperar una hora y treintaycinco minutos por cometer la “imprudencia” de estar a la hora exacta adjudicada en mi cita previa en la puerta del doctor, no pude más que hacerle el típico comentario dejando mostrar la queja suavizada con comprensión al médico y éste muy tranquilo y resignado, como si a cada persona de las que antes había visitado hubiera tenido que dar la misma explicación, me contó que le asignaban un paciente cada tres minutos y que evidentemente para desarrollar de forma medianamente satisfactoria su trabajo, era imposible cumplir los horarios que le establecían. Que entendía las quejas de los usuarios, que le dolían los comentarios que la gente desde la cansina espera en el pasillo hacían y que él tras la puerta inevitablemente escuchaba, pero que no estaba en su mano por razones obvias el evitar el retraso. Mi segunda pregunta fue si todos los médicos estaban igual y me contestó que unos sí y otros no. Mientras a unos nos meten ochenta consultas por día a otros solo cuarenta, mientras unos acaban a media mañana, pueden desayunar, hacer sus informes, etc. otros nos pegamos desde las ocho a las dos sin poder ir a mear. Cosas de tener un cupo de pacientes demasiado alto asignado, me comentaba.

Este médico en particular, además de bueno, es educado, cumplidor y se desvive por los pacientes. Otros en su misma situación hacen su particular huelga de celo tomándose con toda la paciencia del mundo las consultas y acumulan enormes retrasos aunque no tengan tanta gente. Con ello ocasionan que los pacientes de su cupo se cambien a otro médico, y así se quedan más desahogados. En definitiva, un desastre de organización la que hay en nuestro Centro de Salud… ¡uy! Que me equivoco otra vez. Que ahora ya hay dos Centros de Salud. El nuevo Norte y el antiguo Sur.

Cualquiera podría pensar que al abrir el nuevo Centro de Salud Alcalá Norte, sito en la calle Utrilla, osea, al Este de nuestro casco urbano, la cosa se descongestionaría un poco y las esperas se reducirían considerablemente, pero como la lógica no tiene cabida en la política, y estas cosas dependen de puestos ocupados por la gracia del dedo de los políticos, pues se pierde la oportunidad evidentemente. Han cogido a cuatro cupos de pacientes de cuatro médicos y los han trasladado al nuevo centro sin más, provocando ahora la molestia de tener que cambiar de médico si te ha tocado la china y vives mas cerca del antiguo ambulatorio o cambiarte al nuevo centro si tu médico se ha quedado donde estaba y te resulta más cómodo éste. Pero si todo lo malo fuera un simple trámite burocrático de tres minutos, no habría problema, el caso es que ahora tenemos dos Centros de Salud en el casco urbano, y tendremos doble gasto de mantenimiento, de mobiliario, de limpieza, de vigilancia, de atención, etc. y tenemos la misma saturación, las mismas esperas, los mismos tres minutos para que el médico decida y en los que en muchos casos nos podemos estar jugando la vida. ¿Tanto cuesta poner dos médicos más o invitar mediante carta a pacientes a que se cambien de doctor para repartir los cupos de forma que se evite que para un médico haya una cola de hora y media y otras consultas al lado estén vacías con el titular leyendo el periódico?

Quizás debe ser que hacer dos cosas bien a la vez no compensa para un político. Ahora se hace el edificio y se vende el burro electoralmente, y después, cuando pase un poco tiempo, como hay otro problema grande de saturación, se nos vende otra vez, ahora la burra, que vienen más médicos para evitar las esperas, y más electoralismo. Y nosotros que somos los que al final pagamos, aplaudiremos boquiabiertos cada migaja que nos van dosificando a su interés, hasta que descubran que cada vez somos menos tontos, pero claro, en ese momento estaremos tan inmersos en su sistema que no podremos salir, porque eso pasa exactamente igual en todos lados.

Lo mejor, no desesperarse, porque en tres minutos es difícil diagnosticar un principio de infarto.

TRATANDO DE CORREORES

Desde hace unos años a esta parte, han proliferado como setas por nuestra geografía las agencias inmobiliarias. Huyendo de lo mas que prohibitivo de las zonas costeras, y buscando otros mercados, se han adornado todos los pueblos de interior con reclamos publicitarios en inglés en vistosos letreros que coronan acristalados locales forrados de insultantes ofertas fijadas en los escaparates con mareantes bailes de cifras y ceros en euros.

Ya es difícil andar por calles del casco antiguo de nuestra Alcalá sin ver algún cartel de se vende colgado de un frágil balcón sujetado por una casa cochambrosa que apenas aguanta su peso, pero que de llamar por interesarte, cuando te dicen el precio te puede dar un infarto de la risa.
Pero, increíblemente, siempre llega alguien que hace que el letrero desaparezca, y siente un precedente que haga al vecino imitar al anterior, y al final se van cambiando los carteles de sitio, las ofertas de los escaparates y el dinero fluye no se sabe muy bien de donde pero hacen que el negocio continúe y funcione.

Como positivo, es bonito ver cómo aldeas prácticamente deshabitadas por la moda de los noventa de abandonarlas al envejecer sus moradores que se venían para el pueblo al calor de los hijos y las comodidades, empiezan a tener de nuevo su color blanco, sus casas reformadas y alguna que otra excentricidad guiri ya sea en forma de decoración arquitectónica, coches con el volante al lado contrario o indumentarias de sandalia con calcetines, bermudas anchas y camisa de explorador, que hasta hace poco solo se veían por la Costa del Sol en algún viaje ocasional.

Se ha resistido la entrada de ese boom rural extranjero a nuestra ciudad. En pueblos limítrofes como Montefrío ya hace varios años que llegaron a hacer ricos a algunos de sus vecinos, que vendían las cuatro piedras que en un ejercicio de equilibrio se mantenían apiladas dando forma a lo que se podía mal llamar cortijo a precio de oro. No era de extrañar que en las conversaciones de la plaza se regocijaran muchos con irónicas sonrisas aludiendo a la ingenuidad de los ingleses porque habían pagado entre cinco y diez millones de pesetas por un majano. Hoy, con la reconstrucción, cualquier cortijo cuadriplica esas cifras.

Pero aunque se hayan abierto muchas inmobiliarias en busca del suculento bocado, aún subsiste ese trapicheo que se llevan los que de toda la vida se les ha denominado correores. Es una carrera ésta que se aprende en la calle, en un ir y venir nervioso de un sitio a otro, con la vista puesta en quién está con quién, con la oreja atenta a ésta o aquella conversación, con un instinto agudo y palabrería fácil muchas veces vacía con el único ánimo de captar algún indicio de posible vendedor o comprador para ganarse un uno por ciento libre de impuestos del montante de la operación de cada una de las partes. Es un dinero tan fácil que aunque sea abundante, a veces no supera lo que es el marcarse el triunfo con respecto a la competencia por haber hecho él el trato. Es curioso como se marcan el camino, como se conocen, se controlan los movimientos, se sienten observados, se ocultan para lo malo y se pavonean en lo bueno. Para todas estas operaciones ha venido que ni pintado el espectacular espacio rejuvenecido que nos ha quedado encima del esperado y polémico parking.

Los hay más avezados y más torpes, más dedicados y más pasivos, pero no cabe duda que al cabo del año se mueve una cantidad enorme de dinero en este mercantileo ilegal pero consentido y aprovechado por la sociedad y que ha hecho a algunos amasar suculentos patrimonios.
Todos tienen la misma conversación, y es la espectacular subida de los precios de todo, ya sea vivienda o tierra. Lo que hace unos cinco años costaba diez hoy piden cuarenta, y hay gente que los da. Y todo viene motivado porque quien vende tiene que invertir y compra a razón de como ha vendido. Hay quien tiene un piso ya pagado que le costó cinco hace diez años y lo vende por veinte millones, y a su vez compra una casa de treintaycinco y se mete en una hipoteca de nuevo. O el que ha vendido la casa heredada de la aldea y compra un piso por aquí para invertir. También los locales comerciales están por las nubes, y los alquileres desmesurados, y los olivares que por nuestra comarca no son nada del otro mundo resulta que se venden al doble que en zonas de producciones espectaculares con sus riegos por goteo y rentabilidad muy por encima de los nuestros. Pero paradojas de la vida, en la Notaría y en el Registro de la Propiedad hay unas colas multitudinarias y aburridísimas. Y aún nos quejamos de pueblo pobre, abandonado y sin recursos. Si la economía sumergida entrara en las estadísticas seguramente los andaluces no estaríamos tan a la cola económicamente en éstas; y es que solo hay que mirar a nuestro alrededor para darse con la realidad en las narices, aunque siempre haya alguno al que le sea esquiva.

Siempre en estos casos de carestía se repite el tópico de la oferta y la demanda, pero es así. A día de hoy, y a la espera de la puesta en marcha del nuevo y anunciado PGOU, en Alcalá no hay apenas suelo para construir. Se saca con cuentagotas para mantener poca oferta y por consiguiente altos precios no se sabe si con algún interés general o particular. A todo esto que han llegado los guiris con los bolsillos rotos, pues cualquiera se arrima a comprar algo con unos ingresos normales sin contar con la ayuda de padres, herencias o esos kilillos de aceituna que la mayoría de las familias tienen como sobresueldo en nuestra comarca, y el que no disponga de estos extras el seguir rellenando primitivas es la única esperanza que queda aunque algunos ya hayamos sucumbido en el profundo agujero de la hipoteca de por vida.

SUERTE AL CAER

Es invierno y está nublado. El viento húmedo pronto saja de una ráfaga el vientre de las nubes y comienza a llover. Dos gotas juguetean en la caída hasta que el azar les hizo posarse en la veleta de la torre de Consolación. Resbalaron hasta el tejado y la pendiente opuesta del caballete las obligó a seguir un camino diferente. Mientras una cayó al Sur Llanillo abajo, la otra fue al Norte en busca de la Tejuela. La gota Sur pudo ver a su paso comercios, edificios modernos, zonas verdes, instalaciones deportivas, empresas, polígonos industriales, edificios oficiales, etc., pero la gota Norte se encontró edificios viejos, obras y destierros, socavones, etc. Ambas gotas cuando cientos de kilómetros después se volvieron a encontrar allá donde el Guadalquivir se ensancha, al recordar donde se separaron, no podían creer que cayeran en el mismo lugar. No me extraña…

Desde siempre a los que hemos vivido al Sur, al pasar el Compás de Consolación nos ha dado la sensación de estar en otro pueblo, quizá provocado porque no teníamos que ir habitualmente a nada por allí. Ahora, obligados por los precios de la vivienda del Sur, muchos hemos tenido que optar por venirnos a vivir al Norte, donde por cierto no se está nada mal y nos sentimos orgullosos, pero carecemos de muchos servicios que en otras zonas sí que se disponen. Un ejemplo es el de la limpieza. Por aquí no se ve un barrendero ni en pintura, y de la máquina limpiadora para qué vamos a hablar. Los jardines están abandonados a su suerte. Los jubilados no tienen donde ir. Se nos vende un centro de salud “al norte”que está situado en pleno centro y sin aparcamiento. El alumbrado en algunas zonas es de hace treinta años, claramente insuficiente y deteriorado. Algunas tapas de alcantarillado llevan lustros una cuarta sobre el nivel del asfalto. Los socavones por lluvias torrenciales aquí toman carácter de eternos. Hay callejones de escaleras sin pasamanos ni alumbrado. Las bandas sonoras se rompen y tardan meses en repararse, y eso que aunque necesarias, no dejan de ser una tremenda molestia ya que por aquí soportamos el tráfico pesado que va a la escombrera y los camiones vacíos ya ni frenan con el molesto ruido que provocan. ¿No irían mejor unos pasos a peatones sobreelevados que obligan a pasar despacio y los camiones no producen ruido? ¿Para cuando podremos disfrutar de una alternativa al Llanillo para poder llegar a la Carretera de Jaén? Porque para colmo con el andamio de la pensión Facundo solo hay un carril apto para ambos sentidos, y esa obra no sabemos ni cuando se va a acometer. ¿Cuántos años de “andamio” nos quedan? Y hablando de andamios, la construcción es un caos. Algunos hacen sus casas como les da la gana y nadie les pone trabas. Otros padecen los errores garrafales de algunas promociones de viviendas protegidas, que a alguien, por aprovechar el terreno, y con la supuesta pero evidente vista gorda de a quien corresponda controlar eso, se le ocurrió construir con la entrada principal dando al callejón de servicio privado de todas las parcelas. Así se da el caso de que si uno quiere aparcar en la puerta de su casa, no deja al vecino de enfrente sacar el coche de la cochera, y no se pueden conceder vados, ni poner alumbrado público porque la calle es privada y el ayuntamiento, el mismo que permitió construir de esa forma, se lava las manos para desesperación de tantas familias jóvenes que decidieron hacer vida en esta zona. Y ahora se da vía libre a la construcción de más de quinientas viviendas nuevas al lado, pero nadie ha dicho nada de construir un colegio público, una circunvalación, un consultorio médico, zonas deportivas, parques infantiles, etc. Está claro que lo que interesa es el pelotazo urbanístico pero de servicios nadie dice nada. ¡Y eso que estamos en periodo preelectoral!

Y lo que más molesta es que los impuestos se pagan equitativamente vivas donde vivas, por lo que la discriminación ya es desesperante. Puestos a ser irónicos, y a reírse por no llorar, y como está de moda, cabría proponer la creación de un estatuto propio que regulase la gestión económica y de convivencia de la Tejuela, de modo que gran parte de lo recaudado en impuestos en la zona recayera en servicios a ésta. Algo así como lo que hay establecido en las comunidades autónomas a nivel nacional y que existen para, entre otras cosas, acercar la administración al ciudadano que debe ser el beneficiado final. Pero bueno, lo triste es que en apenas unas hectáreas de terreno y un par de decenas de miles de habitantes existan favoritismos a la hora de repartir el pastel de servicios a los contribuyentes.

Así se entiende que aquellas dos gotas de agua que tuvieron la suerte de caer en nuestro hermoso y diverso pueblo se llevaran esa sensación tan distinta de él. Esas dos gotas que podemos ser cualquiera de nosotros hoy o mañana y que no sabemos dónde el azar nos puede llevar a caer y que no merecemos por ello un tratamiento distinto de nuestra administración local.

SUBVENCIONES CON CONDICIONES

Hasta ahora, todos los agricultores teníamos la seguridad de que por recoger una cantidad de kilos de aceituna o sembrar la tierra calma de determinadas especies ya cobrábamos las subvenciones europeas que tanta prosperidad han traído a nuestra comarca al servir de incentivo para que el campo sea rentable y dé calidad de vida a quien nos dedicamos a él.

A partir de ahora, con la implantación del pago único, además de sembrar campos o producir aceitunas, debemos cumplir una serie de requisitos que todos firmamos en la marabunta de papeles aquella para la adjudicación de derechos al pago único y que muy pocos se leyeron. Estamos obligados a cumplir con una serie de medidas para la buena conservación de nuestros campos y que la producción sea respetando el medioambiente. A eso lo llaman “condicionalidad”.

A la mayoría de nosotros esto de la condicionalidad nos obliga a cambiar algunas costumbres extensamente arraigadas y que en muchas ocasiones, sobre todo los mas antiguos, les cuesta mucho trabajo entender. Como ejemplo significativo está el de quemar el rastrojo, cosa totalmente prohibida salvo alguna excepción, o dejar cubierta vegetal en las claras de los olivos perpendicularmente a la pendiente si usamos herbicidas en las soleras o tenemos mas de un 15% de desnivel, cosa muy habitual en nuestra comarca. Hay a quien ver un jaramago en los olivos le es similar a darle una patada en la barriga y que le obliguen a dejarlo hasta cierto momento como que les va a crear algún que otro problema de ansiedad. Hasta ahora por aquí la mayoría usan herbicidas residuales, (para que no nazca), al total de la parcela para que no salga nada de hierba y se arriesgan a sanciones.
La condicionalidad también obliga a mantener lindazos y taludes con vegetación, a evitar escorrentías y cárcavas y repararlas si se producen, a mantener los olivos en buen estado vegetativo realizando las labores necesarias para ello, etc. En definitiva, a evitar la erosión de nuestros campos y que no pase como hace dos meses que una gran tormenta dejó algunos olivares lamidos y otros lindando que tenían su cubierta vegetal apenas incidió el exceso de agua, o, que alguien pueda pensar que como le van a dar el pago único, ya puede abandonar los olivos porque no le rente o no pueda atenderlos para cogerles producción.

Otra cosa a la que estamos obligados es a tener un cuaderno de campo donde llevemos apuntados todos los fitosanitarios y abonos aplicados en cada parcela, y las labores que hemos realizado con fecha y actividad. El modelo de cuaderno de campo, aunque no está publicado aún, es obligatorio desde principios de este año, por lo que mientras lo publican, debemos ir apuntando todo en una libretilla. Gajes de la lentitud de la administración, que obliga a cumplir requisitos antes de poner los medios para ello.

Una cuestión que no está aún muy clara es si el concepto de cubierta vegetal se refiere a vegetación viva o inerte. La viva es la hierba espontánea o sembrada que pueda salir en las claras de nuestros olivares, y la inerte son los restos de poda picados o las hojas que se sacan de la limpieza en las fábricas esparcidas como es costumbre en algunas comarcas de forma creo poco acertada por el posible contagio de enfermedades de unas zonas a otras. Mi experiencia personal me dice que el picar los restos de poda de forma perpendicular a la pendiente es muy positivo, pues retiene la humedad, impide la escorrentía, se aporta materia orgánica al suelo y facilita las labores de recogida al evitar la formación de barro o que los vehículos se hundan haciendo rodadas y compactando el terreno. Habría que ver si eso es suficiente para cumplir la condicionalidad o es necesario que sea hierba. De todas formas, con la combinación de ambas se cubren todas las ventajas.

El incumplimiento de la condicionalidad trae consigo la reducción de porcentajes de pago único hasta llegar a la extinción de éste en caso de perseverancia en no cumplirla. Las inspecciones ya han comenzado y seguramente tarde o temprano llegarán a nuestras fincas, por lo que la cabezonería de hacer las cosas “a nuestra manera” sin atender a los requisitos puede tocarnos el bolsillo, y cuando eso ocurra, veremos como espabilamos.

Muchos pensarán que la administración no hace más que poner trabas pero, al menos en este caso, se hace imprescindible una regulación de las actividades agrarias y ganaderas para la conservación del medioambiente y el entorno de nuestros campos. Es curioso que quien más se queja de que ya no hay animales en el campo, (para matarlos a tiros), luego es el que usa herbicidas sin contemplaciones evitando que anide o se alimente la fauna, usa insecticidas por sistema sin ver si son necesarios, etc. o es el que antes salta cuando le prohíben beber agua del grifo o de las fuentes de toda la vida por una alta concentración de nitratos o herbicidas residuales. Y es que hasta que no nos llegue al bolsillo no se aprende. Veremos el día en que a una cooperativa o fábrica de aceite se le encuentren trazas de fitosanitarios en el aceite y les devuelvan o no puedan vender una partida todos nos ponemos de santos señalando a los que lo hacen mal, cuando en realidad todos lo hacemos. No hay más que ver estos días como en los remolques que dentro de un mes va a echarse aceituna van las cubas chorreando cobre o los que echan herbicida y a los pocos días están recogiendo la parcela, y todo para la fábrica.

O nos concienciamos un poco de que lo que producimos es un producto de primera calidad y totalmente natural o nos vemos abocados a cualquier escándalo que tire el precio y no permita que vivamos de esto. Por lo tanto, bienvenidas sean todas las condiciones que nos hagan recapacitar y hacer las cosas en conciencia y medianamente bien. En nuestras manos está.

SOMOS IGUALES, SOMOS DIFERENTES

Tienen la mirada triste, como perdida en el desánimo, pero no dejan de seguir los coches que pasan uno a uno, cual partido de tenis a cámara lenta, pendientes de que alguien les haga alguna señal y se ofrezca a dejarles probar a ver si cumplen las expectativas de trabajo.

Se apostan en la tapia de la Estación de Autobuses cada mañana con la esperanza intacta, con la paciencia por bandera, con la necesidad de sobrevivir como única meta. No muestran frío, ni cansancio, ni estrés, ni incertidumbre. Se les nota acostumbrados a sufrir, a vivir al día, a saber esperar la oportunidad, a reaccionar a instintos en vez de a emociones.

Resulta muy chocante ver en nuestras calles en esta época, en que toca recoger la aceituna, a tanto inmigrante sin rumbo mientras nosotros tenemos tan dirigida y organizada nuestra vida que casi nos veríamos incapacitados para vivir como lo hacen. Y sin embargo aún la mayoría nos sentimos en cierta manera en una posición dominante con respecto a ellos.

Volvemos la cabeza y miramos a otro lado cuando vemos las imágenes de la gente llegar arriesgando sus vidas en las pateras y cayucos. Ahora nos los cruzamos en nuestras aceras y no podemos volver la cabeza. Ahora debemos tragarnos la cruda realidad en la puerta de nuestras casas, y comprobamos que son semejantes, que sienten, que viven, que tiene ambicionares, que buscan una vida mejor, y que todas las barbaridades y riesgos que corren les vale la pena aunque estén a años luz de la comodidad y buena vida de la que disfrutamos en el primer mundo.

No es nada difícil en cuanto sale la conversación en la barra de cualquier bar el que a alguien se le llene la boca de xenofobia como si en su ignorancia sintiera reflejada alguna amenaza. Ellos mismos se delatan, pues hay mucho inmigrante que vale bastante más la pena en lo personal y profesional que muchos españoles. Incluso hay quien lo usa como arma política, como si la política entendiera de hambre, subdesarrollo y malvivir.

Afortunadamente los maleducados son una minoría y Alcalá acoge cortésmente a los inmigrantes, sabedora su población de que aportan a nuestra economía mano de obra que de otra forma sería imposible de conseguir. Y las aceitunas en el campo no valen nada. Hay que recogerlas y por muy mecanizados que andemos, hay cosas que se hacen imprescindibles hacerlas a mano y con cierta racionalidad. Por tanto, incluso en las cuadrillas más tradicionales no es extraño ver a gente de cualquier nacionalidad trabajando honradamente para poder subsistir.

Pero como pasa en todos lados, a veces hay algún descarriado que osa transgredir nuestras normas básicas de convivencia y no dudamos en generalizar injustamente y acusar a todos de lo que ha hecho un individuo. A ello contribuyen los mismos medios de comunicación que siempre ponen un énfasis extra cuando el delito lo comete un inmigrante y si es de poca monta más.

Vivimos tan bien que a veces hacemos grandes pequeños problemas cuando a nuestro alrededor hay tanta gente soñando tener solo nuestros problemas. Debemos abrir nuestra mente y ponernos en el lugar de esa gente que vaga por nuestras calles casi suplicando un trabajo. Debemos ser solidarios, ofertarles pisos en alquiler, trabajo en nuestras cuadrillas en la medida de lo posible, ropa que no usemos, comida, etc. Es bastante patético tener que ver a seres humanos similares a nosotros tener que esperar cada noche a que saquen la basura del Mercadona para rebuscar algo que comer.

POSYAQUE

¿Quién en algún momento no se ha visto envuelto en una obra de más o menos envergadura en su casa? Y es que se va aguantando la cosa hasta que se juntan unos ahorrillos para adecentar alguna estancia que el paso de los años dejó incómoda, ampliar o transformar alguna habitación, eliminar ese suelo descolorido y gastado que siempre parece sucio aunque lo acabes de fregar, ampliar la cochera porque ya hay dos coches, etc. Es el momento más temido, pero que después de concluido ya se puede enseñar la casa a las vecinas sin tener que poner alguna excusa por tener la decoración anticuada. Pero seguro que no te escapas de la crítica por el color de los azulejos elegidos, o el tipo de material de acabado, que seguro que a alguna no le parecerá adecuado. Pero eso no tiene arreglo con la palustra.

Para empezar una obra lo primero que se necesita encontrar es albañiles. Difícil misión dado el auge constructivo que inunda nuestra comarca. Siempre aparece un familiar que conoce a un amigo que es “mu apañao” que a lo mejor y tras ver el chapuz te da un plazo para empezar varias hojas de almanaque después. Aun así no te asegura nada y cuando llega el momento te mantiene en vilo otros pocos días. Conseguido el albañil, o cuadrilla si se necesita, la historia está en mantener una coordinación de materiales y otros profesionales para que no se corte el trabajo. Ahí entran fontaneros, electricistas, escayolistas, marmolistas, carpinteros, etc., y el darle la vara a cada uno para que te atienda a tu particular interés, olvidando que eso es imposible.

Ya tenemos a los albañiles en casa. Si es una obra en una vivienda deshabitada mas o menos se sobrelleva porque cuando se acabe se limpia y ya está, pero muchas veces toca convivir con la obra durante varios días y se da el caso de tener que ir a ducharse a la casa del vecino que, al contrario de lo que se pudiera imaginar, siempre son comprensivos con las obras y aguantan estoicamente las molestias al menos de cara a la galería, que luego en privado lo pueden poner a uno a parir. Todo será porque tarde o temprano le tocará a ese vecino hacer la obra y los demás nos sentiremos molestados y callaremos en recíproca actitud, con lo que molesta un taladro haciendo rozas a las ocho de la mañana.

En toda obra que se digne, y cuando todo está bajo tu control, ¡ejem! bajo el control de tu mucho dinero, aparece tarde o temprano una palabra compuesta con cierto truquillo. Es el tan temido “posyaque”, que no es otra cosa que el diminutivo de la frase “pues ya que estamos…” Pues ya que estamos…, vamos a cambiar este suelo también, y ya, le metemos la instalación de fontanería nueva, y ya que estamos, la electricidad, y yo he visto que el vecino ha puesto un zocalillo en la fachada, y las ventanas están muy viejas, etc. Al final de reformar el cuarto de baño se toca media casa, y de un presupuesto inicial, casi se triplica, y siempre se acaba renegando de que ya no se van a hacer mas obras en esa casa, pero pronto aparece otro chapuz que con el paso del tiempo se volverá a hacer imprescindible y te la lían otra vez.

A final el albañil se va, pero te deja un sabor a cal en la lengua, un tacto a polvo en todo lo que tocas, un olor a cemento húmedo que tardará aún algún dolor de espalda y una mano de pintura el eliminarlos. Pero el agujero más grande está en la cartera. Reconozco que es un trabajo muy duro pero se gana un pastón para el poco nivel de cualificación que se exige. Y eso que se paga besando los billetes, porque de ellos depende la comodidad que albergamos en nuestros hogares, sobre todo los que no podemos o vivimos en casas o pisos de antigua construcción.

La próxima obra que haga supongo que será una caseta de aperos con una alberca de riego en alguna parcela de vega que, una vez pasados los controles y conseguido el enganche de electricidad, se convierte en un coqueto chalecito con piscina, como tantos que abundan de esa guisa por nuestros campos.

PARA LOS QUE NO ES FERIA

Cuando el calor empieza a apretar cada año por nuestra hermosa comarca nuestro instinto nos marca que debemos dedicar unos días a la fiesta y la jarana en lo que venimos a llamar la feria de San Antonio.

Los feriantes llegan y aparcan sus camiones-casa en la avenida de Andalucía y montan sus cacharritos para disfrute de pequeños y sonrisas orgullosas de mayores que esperan pacientemente a que acabe el viaje.
Avispados y oportunistas hosteleros de pelotazo y algunas cofradías se afanan en instalar variopintas carpas donde a su sombra acogernos a todos para obtener pingües beneficios.
Turroneros, casetas de tiro, churrería, etc. se van colocando en las esquinas estratégicamente para llamar la atención de la riada humana que a ciertas horas siempre salen a dar una vuelta.
Caballistas sacan sus corceles engalanados para la feria de ganado curiosamente en auge últimamente y que no nos olvidemos que esa es la autentica raíz de la fiesta.

Para casi todos es feria en Alcalá durante tres o cuatro días apurando el pillar el fin de semana más cercano al trece que siempre debe figurar por tradición como día grande, aunque luego la realidad lo relegue a la víspera o la espuela según el año.
Pero hay unos cuantos en Alcalá para los que la feria no existe, o no es demasiado importante, o no les interesa por algún oscuro motivo, o considerarán que ya cumplen con otros actos, o creen que no merecemos más, o pasan de preocuparse por el ciudadano vulgar y anónimo. Éstos no son otros que los responsables de la Concejalía de Cultura que es la encargada de estos actos.

Resulta insultante, sonrojante, vergonzante, ruin, etc. el que, en un acto que les viene rodado y arraigado año tras año, pasen tan olímpicamente del tema. No se cuelga ni una bombillita, ni un farolillo, ni un letrero alusivo, nada. No se organiza ni una sola actividad recreativa, ni una actuación musical, ni una verbena pública, nada de nada. Tendríamos que salirnos mucho del mapa para encontrar algo similar en otro pueblo. Debemos ser el único ayuntamiento de España que gane dinero en una feria por las tasas cobradas por el sitio ocupado. Habitualmente en todos sitios se incluye una partida presupuestaria para eventos de este tipo, pero aquí debemos ser raritos de narices. Y lo más curioso es que en las dos ferias que tenemos son la única oportunidad de ofrecer a la gran masa social algo de cultura, de su cultura, porque cultura no solo es traer un Titereal con gente del quinto pino, o una gran compañía de teatro, o un concierto de cámara que disfrutan o entienden cien a lo sumo. Yo hablo de acercarse solo dos veces al año a la gente corriente, llana, “vulgar” que dirían algunos desde sus púlpitos, y ponerles sus orquestas de baile, su actuación de algún televisivo en un sitio amplio, etc. de un modo en cierta medida acogedor, con su buena carpa, su alumbrado, etc. No creo que sea pedir nada desorbitado y se cumpliría con miles y miles de personas que después de dar tres vueltas al ferial se tienen que ir aburridas a casa con una sensación de abandono total.

¿Tienen los responsables de cultura algo de empatía? ¿Están cualificados para decidir sobre la no diversión de tanta gente? ¿A qué viene esa dejadez? ¿Acaso nos les han ingresado este mes el medio kilo o qué?

A ver si la oposición pone interés y en los programas electorales de cara al año que viene meten el colaborar algo en la diversión de la gente en sus ferias, que entre que en esta de junio no mueven un dedo y en la de septiembre rellenan con dúos de boda la caseta municipal y la dejan en manos de algún especulador, están echando a perder la cultura popular en Alcalá.

Por mí podrían cambiar la mitad de los teatros, conciertos elitistas y controlar un poco el despilfarro en Etnosur y potenciar las dos ferias con actividades populares. Tanto yo como miles de alcalainos más lo agradeceríamos. En contra solo tendrían a esos cincuenta de siempre que se llevan el presupuesto en actos para ellos. Paradoja ésta difícil de entender para el que dice ser socialista.

OSTENTACIÓN SANTA

Se llenan estos días todos los medios de información y entretenimiento de cifras en una
especie de competición a ver quién da el dato más estrafalario, asombroso o desorbitado. Así se puede leer que en tal pueblo están no se cuantas horas procesionando, tocando el tambor, alguien colgado de una cruz, llevan decenas de kilos por persona, cofradías que tienen miles de nazarenos, etc. Eso en cuanto a hechos, que dentro de un marco de tradición, arraigo, fe o curiosidad puede ser perfectamente entendible y por supuesto respetable.

El problema viene cuando se empiezan a conocer las cifras económicas que se
mueven alrededor de las cofradías, las imágenes, los adornos, los atuendos y lo que se paga por un buen sitio de visión en determinadas ciudades. Así se puede observar como un simple manto de imagen puede llegar a llevar varios kilos de oro y estar valorado en centenares de millones de pesetas, y después sumarle la joyería, el palio, la talla, el mantenimiento, restauraciones, etc. Un macrodespilfarro en el seno de una religión como la católica en la que se prodiga el voto de pobreza y la caridad.

Todo ello nos muestra hasta el punto que ha degenerado nuestra religión en pos de darle un gran valor material a la fe con el fin de que sigamos basándola en el donativo económico y sigamos financiando sus excesos y bienvivir y dándoles la responsabilidad de dirigirnos moralmente diciéndonos lo que está bien y lo que está mal, siempre a su conveniencia, por supuesto.

Hay a quien la fe le resulta reconfortante y positiva para paliar varapalos que la vida les da, y que no ven nada caro un suculento donativo a cierta cofradía u orden, aunque después discutan acaloradamente el precio de un kilo de tomates el martes en el mercadillo, y por supuesto que jamás se les ocurrirá pedir el número de cuenta en una entidad bancaria para hacer un donativo a alguna ONG que opera en el tercer mundo. Y es que la fe es muy cara y todos buscamos alguna contraprestación a cualquier pago.

Luego está el estatus que concede el pertenecer a una u otra cofradía. Ahí ya la cosa es comparable a un partido de fútbol en el que las aficiones rivales se enfrentan a ver quién grita mas fuerte, pero en este caso es quién junta mas hermanos, quién lleva la mejor banda, quién tiene la mejor sede, quién hace el mejor guiso, quién lleva el mejor atuendo, quién hace el mejor cartel, quién pone los mejores adornos, etc. y la fe, pues también, pero si se es mejor que los otros en los aspectos materiales, es mas fe.

A todo esto, cada vez la gente se olvida más de estos engorros y así se pueden leer estos días peticiones de participación para poder procesar imágenes, o que lo hagan sin apenas público como le pasa alguna. En los tiempos que corren ya nada nos motiva y las responsabilidades cotidianas son tan grandes que es preferible aprovechar estos días festivos para descansar y desconectarte, y no para hacer penitencias que en la mayoría de los casos lo único que reportan es dolores físicos y alguna resaca de la cervezada posterior.

Es lo más positivo de la Semana Santa, un macropuente que permite viajar, reunir a las familias, disfrutar un poco de la primavera y satisfacer la curiosidad con lo que pueden hacer algunos por fe, otros por tradición y otros, los más, por ostentación.

Espero que no me diga ningún capillita que si no me gusta la Semana Santa como se concibe actualmente que renuncie a los días de fiesta, que no lo voy a hacer, primero porque si no existieran ciertas fiestas religiosas, las habría vacacionales, y segundo, que yo respeto sus valores y acciones y aguanto estoicamente las molestias de cohetitos, dianas de bandas, calles cortadas, etc. Sería el colmo ya que no pudiéramos ni expresar nuestro punto de vista, que a fin de cuentas se basa en lo que nos dan a entender con sus procederes

O VENDEDORES O VENDIDOS

Asistimos estos días al nerviosismo previo del inminente inicio de la campaña de recolección de nuestro producto estrella por antonomasia. Frondosos olivares que adornan ordenadamente nuestros ondulados campos entran ya en la recta final de maduración y esperan que las cuadrillas les tiendan el mantel para servir ellos gentilmente el fruto que ha de servir para aderezar nuestros bolsillos tan mermados últimamente por las adversidades climatológicas.

Las almazaras abren sus puertas como paso obligatorio de todas las aceitunas en el último proceso para aprovechar su preciado aceite. Pero éstas, en contra de ser motivo de fiesta por un final feliz, a menudo se convierten en un nuevo obstáculo y muchas veces el más importante en el camino que el sufrido agricultor debe de sortear para poder rentabilizar su explotación y crear riqueza a su alrededor dando trabajo y consumiendo diversos productos. El proceso de transformación lleva implícitos varios controles básicos como el peso y el rendimiento graso en los que el almazarero busca aumentar su beneficio. Y todo le viene rodado de antaño cuando la almazara solo se dedicaba a la transformación y el cosechero se llevaba el producto resultante previo pago de un porcentaje o maquila. Ahora las almazaras también son las encargadas de comercializar nuestro producto y ahí entra la disputa. Se supone que en esa maquila el almazarero ya obtiene su justo beneficio, pero con tal de mantener un precio competitivo no duda en aprovechar otras técnicas para adornar esos beneficios bajo la inconsciencia del agricultor. Por lo tanto, jamás se sabe a cuanto está vendiendo realmente el aceite que después a ti te liquida a otro mas bajo, o cómo es posible que un mismo remolque varíe muchísimos kilos dependiendo del sitio donde lo lleves, o que en una misma finca cambie el rendimiento graso espectacularmente de un día para otro dependiendo de donde se haga el análisis. Y todo esto lo demuestra la lógica sin más. Si a un molino le entran un millón de kilos de aceituna y cobra cinco céntimos por kilo de maquila, factura cincuenta mil euros y de ahí debe descontar gastos de personal, amortización, etc. Sería imposible su subsistencia solo de la maquila.

Por otro lado están las cooperativas, donde se supone que todos los problemas anteriores deberían desaparecer, pues el supuesto beneficio de la comercialización, o de técnicas poco éticas recae de nuevo en el agricultor, pero aparecen otros problemas casi peores por la falta de concienciación y unión que deberían ser obvios en el sistema cooperativo. El recelo del que somos víctimas habitualmente la gente del campo nos lleva a sobreactuar sin razón o no poner nada en riesgo quedando evidentemente fuera de cualquier posibilidad de competitividad en el insensible libre mercado. A menudo nos encontramos empresas que facturan muchos millones de euros y que sus gestores no alejan empresarialmente más allá del volante de su Land Rover que por mucho empeño y honradez que se les suponga jamás van a llevar a buen puerto nada. Las Asambleas de Socios, aparte de poco representativas por la escasa asistencia, se convierten en un Salsa Rosa de acusaciones o se dejan llevar por alguna oportuna demagogia lanzada por intereses particulares. En definitiva, un desastre.

La solución pasa por la contratación por parte de las cooperativas de gerentes y comerciales que vendan o distribuyan el aceite envasado con nuestras marcas, y eso se puede hacer a nivel de la propia cooperativa o con la configuración de una cooperativa de segundo grado o unión de varias cooperativas, pero a la más mínima que se nombra esto salen a relucir algunas estafas que nos han tocado de cerca como puede ser Fedeoliva o Almazaras de Priego. Sin embargo no se fijan otras que funcionan tan bien como Hojiblanca, Jaencoop, etc. En definitiva, no estamos preparados para un sistema cooperativo de unión, de todos a una, de lo bueno para todos y lo malo también para todos. Aquí lo que prima no es que en mi explotación he obtenido unos beneficios y eso me permite vivir, aquí lo que realmente se mira es que yo he liquidado a un duro más que mi vecino aunque eso a los dos nos suponga no poder vivir dignamente. A la vista está lo acontecido este año con el mercado que a principios de campaña y fruto de unas condiciones muy específicas se elevó el precio del aceite muy por encima de lo habitual, y aun siendo rentabilísimo haber vendido a ese precio, casi nadie lo hizo en espera de que siguiera subiendo, no fuera a que el vecino después liquidara a algo más. De risa. Al final uno y otro hemos vendido igual de mal y en el límite de la rentabilidad al menos en nuestra zona, que se puede situar sobre los tres euros el kilo de aceite. Así aparecen propuestas de ventas individualizadas en cooperativas que desvirtúan el espíritu de éstas. Afortunadamente con poco éxito por nuestro bien de seguir unidos.

En definitiva, o abrimos nuestras mentes y comercializamos nuestro producto compitiendo en el libre mercado con sus reglas, sus virtudes y defectos, o nos vemos abocados a vivir a merced de los grandes envasadores, intermediarios especuladores y oportunistas sin escrúpulos de los que de vez en cuando alguno besa los barrotes de una cárcel. Para ello debemos apostar por la calidad de nuestro producto, aprovechar la distinción de la nueva Denominación de Origen, costear campañas publicitarias y salir a vender el fruto de nuestra tierra con unión, orgullo y lo más importante, beneficios.

NOTAS DE AGUA Y RUIDOS DE PAPEL

Tal vez fuera que por dedicar el año pasado al Quijote, éste nos vino árido y seco recordándonos los paisajes de la monótona Mancha en época de estío. Este año que lo dedicamos a Mozart será también que por eso las gotas que nos caen estos días nos suenen a violines en suaves adagios y alborotadas notas de piano en allegros.

Llevamos recogidos ya en la comarca más de trescientos litros por metro cuadrado en el año pluviométrico, es decir, desde septiembre, y eso, sin ser demasiado, nos saca en parte de la pertinaz sequía que veníamos padeciendo desde junio de dos mil cuatro. Y aunque no podemos relajarnos y pensar que tenemos un problema menos, sí que cabe esperar que nuestros campos se vistan de un verde intenso y vivo después de la desolación del año pasado por los daños de las heladas y la poca recuperación de las plantas por la falta de agua. Es una inmensa satisfacción ver como los ríos que discurren por nuestra comarca, que a excepción del de Frailes, habían dejado de ser lecho para convertirse en hierbas secas y fango resquebrajado, vuelven a fluir animosos y cantarines para alegría de choperas, animales y todo el que sepa administrar la sensibilidad al contemplar la escena. También los pozos empiezan a recuperarse y las fuentes despiertan en un ronroneo constante de vida.

Por todo ello, cabe esperar que esa música de agua suponga un estímulo para nuestros olivos y que traigan una buena cosecha que recargue las economías de tantos alcalaínos que dependemos en gran medida de eso.

Pero no todo ha empezado alegre para los agricultores este año. Es preocupación de todos el tan traído y llevado tema de las subvenciones europeas que en esta campaña se ha reformado y lo que antes se cobraba según producción, ahora te dan un pago único y fijo, calculado haciendo una media de lo recibido entre los años 99 y 03 en un 95% y el 5% restante, según los requisitos de cada cuál, se da por la superficie de cultivo. Es tal el lío en que están enfrascadas las administraciones con el fin de cumplir los plazos que le marca la UE que estando abierto el plazo de solicitud ya, aún no tienen las entidades colaboradoras y la propia Oficina Comarcal Agraria las directrices a seguir ni el programa para hacer los trámites. Ahora todos recibiremos una carta con los derechos a pago único asignados, similar a otra que recibimos en junio pasado, y que provocó que todos presentáramos las alegaciones pertinentes según nuestros intereses. Imaginad que desde el 99 que cogen como año de referencia, la cantidad de compraventas, herencias, arrendamientos, cesiones, etc. que se han producido, y que hay que cambiar para que a cada cual nos llegue lo que nos corresponde. Pues bien, todo lo que hicimos el año pasado, no lo han tenido en cuenta y ahora hay que volver a hacerlo todo de nuevo. Y también se da la casualidad de que todo ha coincidido en el traspaso de competencias del gobierno central a la Junta de Andalucía, y como aquí somos mas listos que nadie, en vez de coger el mismo software que usaba el ministerio, ha habido que volcar todos los datos en otro programa y ha dado lugar a que todos los papeleos de errores de lindes, número de olivos de parcelas, etc. que se arregló en el 02 y 03 al SIG Oleícola Nacional, ahora haya que haberlo repetido al SIGPAC de la Junta.

Es un tema éste de conversación en las barras de los bares y en los corrillos del paseo, porque si hay algo que pone de los nervios a un agricultor es el ir y venir de acá para allá con la carpetilla de gomas azul marino. Y más si ya se hizo lo mismo hace unos meses.

Esta nueva forma de pago de subvenciones nos ha pillado por sorpresa. Todos sabíamos que el sistema iba a cambiar, pero se hablaba de un pago por hectárea cultivada, o por planta de olivo, o una combinación de todos mas producción divididos en porcentajes. Nadie se podía imaginar que iban a tomar un periodo de referencia de años atrás para calcular lo que percibiríamos hasta el 2013. Y ello ha dado lugar a curiosas situaciones, más que nada por listillos y querer hacer trampas y engañar a la administración, y por ello les está bien empleado. Resulta que mucha gente que tiene explotaciones no muy grandes, con tal de que no les subiera la renta en demasía para cobrar subsidio de desempleo, tener acceso a diferentes ayudas, etc. ponían las aceitunas a nombre de algún familiar o amigo como si sus olivos no hubieran producido y después hacían sus cuentas entre ellos. Ahora resulta que en el pago único aparece el beneficio en la finca de ese amigo o familiar, quedándose sus olivos sin derecho a subvención, Esto ha pasado igual en aparcerías sin papeles, etc. Consecuencias de tener la cara muy dura y estar engañando al estado que en definitiva pagamos todos. Así se daba y se da la circunstancia de que gente con una renta altísima esté cobrando el paro tan pancho.

Otra cuestión que nos ha fastidiado a muchos es que los olivos aún puestos antes de mayo del 98, y por lo tanto con total derecho a subvención, se quedan fuera de ésta por no haber producido aceitunas en el periodo de referencia. Ahora están ya en plena producción pero sin los derechos adquiridos. Una injusticia que imaginamos que se arreglará, y no como la de incluir la ruinosa campaña 99-00 que no hubo nada de cosecha y que resta a la media del pago único casi un 25% y que ya no tiene remedio.
Agricultores, seguiremos papeleando cual Cervantes, y después mirando al cielo para sentir las gotas de agua que nos devuelvan la sonrisa.

MANCHAS EN LA PRIMAVERA

El sol calienta nuestra comarca ya hasta tal punto que arranca un verdor intenso a los campos. Los olivos se desperezan y adornan sus alfombras con oro de jaramago y sangre de amapola. Los almendros cambian flor por hojas y los cerezos estallan en un blanco polar deslumbrante. Ya revolotean las viajeras golondrinas ajenas a la especulación urbanística en busca de un buen voladizo donde construir su nido mientras los gorriones trinan sin cesar de acá para allá extasiados por su particular destape de hembras.

Ya se ven las primeras mascarillas por la calle por culpa de las alergias que prometen ser muy acusadas este año, y en vez de tomar medidas preventivas, hay a quien se le ocurre replantar medio pueblo de plátanos de sombra, cipreses y aligustres, con lo molesto que llega a ser eso para los alérgicos que en gran mayoría lo son a estas plantas.

Por suerte este año los ríos viven y dan vida y las fuentes rebosan alegres. Lástima que manen envenenadas. Recuerdo que antaño se podía beber en cualquier manantial del campo. Ahora llenas una botella y el agua sale amarilluzca y de sabor desagradable aunque hay quien sigue asegurando que es mejor que la del grifo por mera tradición o tópico, ignorante de que el campo ya no es lo que era, y que a la naturaleza no le da tiempo a purificar tanta química como le rociamos cada año.

En nuestros olivares se vierten cada año miles y miles de litros de productos de nombres multisilábicos con el objeto de intentar mejorar las cosechas y facilitar la recolección. La mayoría de las veces esto se hace con el criterio comercial en el mejor de los casos o el particular nutrido de desconocimiento en el peor. Ambos erróneos. Gastamos miles de euros en abonos compuestos, venenos, fungicidas, herbicidas, etc. y no sabemos ni por qué ni para qué se echan. Solo por que lo hace éste o aquel y dice que le va bien, o por que me lo recomendó Fulanito que es el que los vende y por lo tanto tiene su interés comercial de cuanto más mejor. Pues no se debe abonar un olivo si éste no presenta carencias porque el exceso puede ser incluso peor que la falta, y de hacerlo, echar solo lo necesario siguiendo un criterio a través de análisis de hoja, que se hace en julio, análisis de suelos y producción obtenida. No se debe echar veneno si no hay evidencia de plagas que lo justifiquen. Para eso existen las ATRIAS que hacen muestreos con trampas y que nos dicen si por la zona hay riesgo de plagas. No debemos echar fungicidas si no se dan las condiciones de proliferación de hongos. Este año sí que se están dando, pero el año pasado que no cayó una gota imaginaos para qué sirvió el cobre. No debemos echar herbicida de preemergencia a destajo. Hay a quien le duele tener algo verde en sus olivos y no para de quemar con la mochila. La cubierta vegetal es muy recomendable porque evita la erosión del terreno. Bueno está que se traten las soleras, pero las camadas verdes dan mucho mas que quitan. Luego mas adelante un pase de desbrozadora o herbicida de post-emergencia que apenas contamina revierte la hierba en abono para el olivo. En definitiva, con un poco de cuidado obtendremos los mismos o mejores resultados, nos ahorramos un montón de euros y no contaminamos el campo sin necesidad.

Pero claro, el producto lo echamos y se nos quedan los envases vacíos que no sabemos lo que hacer con ellos. La mayoría los quema, otros los tiran a la basura, otros los entierran, etc. y todo ello está prohibido y es sancionable. Los envases de abonos y fitosanitarios por ley deben ser recogidos en contenedores especiales para su tratamiento adecuado y reciclado y son los almacenes que los venden los que deberían recogerlos, porque los laboratorios ya incluyen en el precio los gastos de recogida de los envases vacíos. De varios almacenes consultados, solo uno recoge los envases. Los demás me dieron largas, y algunas variopintas, como si el problema no fuera con todos. Si las inspecciones hicieran su trabajo a más de uno se le caía el pelo.
De todos modos, aquí en Alcalá tenemos un recién inaugurado Punto Limpio donde podemos llevar muchas materias peligrosas, (pilas, baterías, aceites usados, cacharros viejos, etc.) pero a nadie se le ha ocurrido poner un contenedor para envases de fitosanitarios. Se ve que pensarán que aquí no usamos de eso. Yo pondría un contenedor en las principales entradas al pueblo para que cada agricultor pudiéramos depositar nuestros envases sin molestarnos mucho, que la molestia hoy en día se vende cara. A ver si toma nota el edil correspondiente, que me consta que en otros pueblos ya existen esos contenedores, o haga cumplir la ley a los almacenes, que al fin y al cabo es el medioambiente de la comarca el perjudicado.

LAS CADENAS DE ALGUIEN

Hace ya varios años, en una noche de verano, cuando esto del botellón no era otra cosa que “ir a echar unos litros” por parte de algunos grupos de jóvenes sedientos de ser diferentes a los demás, a alguien se le ocurrió colocar una cadena por la noche en la única subida por entonces al parking de la Mota. Fue tal el mosqueo de los pocos que subían por allí que decidieron arrancarla y escribir en las piedras del suelo con pintura un gran “LA MOTA ES DE TODOS”. Nadie dijo nada que yo recuerde y la cadena no se volvió a poner.

Hace menos años, y con motivo de la remodelación de la plaza de San Marcos, a alguien se le volvió a encender la bombillita y colocó unos majestuosos pivotes a la entrada de ésta dejando sin aparcamiento ni zona donde dar la vuelta con el coche si a alguien se le ocurría subir la cuesta de otra forma que no sea andando. Los pivotes allí siguen, y la plaza también, a merced de la grandes hierbas y el abandono sentimental de los que la usábamos a modo de relajante mirador refugio espiritual a la sombra del buen clima y la música suave que disfrutábamos dentro del coche. Ese alguien, (el de la bombillita), puede estar orgulloso de mantener el sitio intacto, pero se debería sentir culpable por negarnos a muchos el placer que antes he descrito. Y créanme que no sería yo, ni los demás que apreciamos el lugar, los que hubiéramos osado destrozarlo, si realmente hay algo destrozable allí.

Ahora, desde hace unos días, a alguien, (me pregunto si será el mismo), se le ha puesto en su ya fundida entusiasta lucidez el poner pivotes y cadenas en los accesos al parking de la Mota de 20:00 a 8:00 horas para evitar el tráfico rodado por la zona.

Las razones que se esgrimen son evitar el vandalismo en las zonas propiciado por los jóvenes que se reúnen para hacer botellón. Yo me pregunto: ¿Todos los que frecuentamos las zonas ahora restringidas vamos a hacer botellón o a destrozar el patrimonio? No, por lo tanto, ¿por qué nos vemos perjudicados con tan inquisitorias decisiones?

Puedo entender que ese acomodado alguien, (el ideario), no dé más de sí y piense que cerrando las puertas no entra el ladrón, aunque ello suponga que no puedan entrar los legales. De una cosa puede estar seguro, y es que los legales no van a entrar, pero el ladrón... ¡ay!, el ladrón.

Ese alguien, altísimo con cetro, borracho de ego y dogmatizado pensar, se olvida de que existen unas leyes vigentes por las cuales queda prohibido el botellón, el hacer ruidos molestos a deshoras, el ensuciar, el romper mobiliario urbano, conducir temerariamente, etc. Y que basta con hacer cumplir esas leyes y aplicar las sanciones correspondientes como elemento disuasorio legal y justo. ¿Por qué no se hace? ¿Tanto cuesta una pareja de policía local vigilando la zona? Si es tan evidente el problema y de tan difícil solución, con la recaudación de las sanciones seguramente se amortizará el gasto extra de sobra, ¿no? ¿Cuál es el problema entonces? Ah, se me olvidaba que los que suben son el hijo de tal, el de cual, el de Maroto y el de la moto, y a esos, ¿cómo los vamos a multar, si en el pueblo nos conocemos todos? Bueno, entonces me habéis convencido. Poned las cadenas y los que subimos en plan tranquilo, las parejitas que buscan su intimidad, el que va de paso dando una vuelta, etc., nos vemos injustamente mermados en nuestra libertad por culpa de cuatro desaprensivos maleducados y ese alguien que en vez de hacer cumplir la ley como sería preceptivo, rehuye su responsabilidad y nos encadena a todos por igual. Vaya juez que nos vino a enjuiciar. ¡Sentenciados todos!

Por cierto, puestos a reír por no llorar, permítanme la ironía y díganme, por mero agravio comparativo, si no se deberían encadenar todas las calles de Alcalá, pues de vez en cuando alguien aparca mal, y eso está por encima de los que aparquen bien, o encadenar la carretera de Granada, pues algunos osan pasar de 100 Km/h, o suprimir los impuestos municipales, porque algunos no pagan y otros los usan para pagar a necios y vividores personajes públicos.

No a las cadenas. El que la haga, que la pague, y a los demás, dejadnos vivir en paz, por favor.

LAS CADENAS DE ALGUIEN

Hace ya varios años, en una noche de verano, cuando esto del botellón no era otra cosa que “ir a echar unos litros” por parte de algunos grupos de jóvenes sedientos de ser diferentes a los demás, a alguien se le ocurrió colocar una cadena por la noche en la única subida por entonces al parking de la Mota. Fue tal el mosqueo de los pocos que subían por allí que decidieron arrancarla y escribir en las piedras del suelo con pintura un gran “LA MOTA ES DE TODOS”. Nadie dijo nada que yo recuerde y la cadena no se volvió a poner.

Hace menos años, y con motivo de la remodelación de la plaza de San Marcos, a alguien se le volvió a encender la bombillita y colocó unos majestuosos pivotes a la entrada de ésta dejando sin aparcamiento ni zona donde dar la vuelta con el coche si a alguien se le ocurría subir la cuesta de otra forma que no sea andando. Los pivotes allí siguen, y la plaza también, a merced de la grandes hierbas y el abandono sentimental de los que la usábamos a modo de relajante mirador refugio espiritual a la sombra del buen clima y la música suave que disfrutábamos dentro del coche. Ese alguien, (el de la bombillita), puede estar orgulloso de mantener el sitio intacto, pero se debería sentir culpable por negarnos a muchos el placer que antes he descrito. Y créanme que no sería yo, ni los demás que apreciamos el lugar, los que hubiéramos osado destrozarlo, si realmente hay algo destrozable allí.

Ahora, desde hace unos días, a alguien, (me pregunto si será el mismo), se le ha puesto en su ya fundida entusiasta lucidez el poner pivotes y cadenas en los accesos al parking de la Mota de 20:00 a 8:00 horas para evitar el tráfico rodado por la zona.

Las razones que se esgrimen son evitar el vandalismo en las zonas propiciado por los jóvenes que se reúnen para hacer botellón. Yo me pregunto: ¿Todos los que frecuentamos las zonas ahora restringidas vamos a hacer botellón o a destrozar el patrimonio? No, por lo tanto, ¿por qué nos vemos perjudicados con tan inquisitorias decisiones?

Puedo entender que ese acomodado alguien, (el ideario), no dé más de sí y piense que cerrando las puertas no entra el ladrón, aunque ello suponga que no puedan entrar los legales. De una cosa puede estar seguro, y es que los legales no van a entrar, pero el ladrón... ¡ay!, el ladrón.

Ese alguien, altísimo con cetro, borracho de ego y dogmatizado pensar, se olvida de que existen unas leyes vigentes por las cuales queda prohibido el botellón, el hacer ruidos molestos a deshoras, el ensuciar, el romper mobiliario urbano, conducir temerariamente, etc. Y que basta con hacer cumplir esas leyes y aplicar las sanciones correspondientes como elemento disuasorio legal y justo. ¿Por qué no se hace? ¿Tanto cuesta una pareja de policía local vigilando la zona? Si es tan evidente el problema y de tan difícil solución, con la recaudación de las sanciones seguramente se amortizará el gasto extra de sobra, ¿no? ¿Cuál es el problema entonces? Ah, se me olvidaba que los que suben son el hijo de tal, el de cual, el de Maroto y el de la moto, y a esos, ¿cómo los vamos a multar, si en el pueblo nos conocemos todos? Bueno, entonces me habéis convencido. Poned las cadenas y los que subimos en plan tranquilo, las parejitas que buscan su intimidad, el que va de paso dando una vuelta, etc., nos vemos injustamente mermados en nuestra libertad por culpa de cuatro desaprensivos maleducados y ese alguien que en vez de hacer cumplir la ley como sería preceptivo, rehuye su responsabilidad y nos encadena a todos por igual. Vaya juez que nos vino a enjuiciar. ¡Sentenciados todos!

Por cierto, puestos a reír por no llorar, permítanme la ironía y díganme, por mero agravio comparativo, si no se deberían encadenar todas las calles de Alcalá, pues de vez en cuando alguien aparca mal, y eso está por encima de los que aparquen bien, o encadenar la carretera de Granada, pues algunos osan pasar de 100 Km/h, o suprimir los impuestos municipales, porque algunos no pagan y otros los usan para pagar a necios y vividores personajes públicos.

No a las cadenas. El que la haga, que la pague, y a los demás, dejadnos vivir en paz, por favor.

LADRIDOS EN LA CONCIENCIA

A veces el destino te reserva ciertas situaciones en las que decidir parece simple pero que ejecutarlo resulta durísimo. No se si todo el mundo llegará a entenderlo, pero ya me gustaría a quien no lo haga, verlo en la situación de tener que discernir entre la vida y la muerte, entre los sentimientos y la responsabilidad, entre los principios y la necesidad.

El coger la correa de paseo hizo que mostrara una inmensa alegría aquella tarde. Sus halagos y ladridos se hacían insoportables cuando en mi conciencia resonaba la sentencia firme dictada en silencio horas antes cuando su instinto agresivo y depredador lo traicionó de nuevo. La reincidencia hizo caer la balanza de la justicia hacia el lado más lógico. Ya no había otra opción. Había pedido consejo profesional y antes de tener que lamentar algún accidente mas grave había que actuar con contundencia. Su paseo esta vez fue a la consulta del veterinario. Allí, dócil, valiente, sumiso, noble y educado, como en una última muestra de obediencia, como si hubiera presentido el futuro e intentara el perdón de sus pecados, muy quieto, en silencio, con la mirada triste mezclada de miedo y humedad, ofreció su mano a la muerte fugaz que le recorrió el cuerpo y su corazón dejó de latir bajo mis dedos mientras se desvanecían todos mis principios de amor a la vida y la naturaleza que siempre he intentado respetar, y que ahora sé que ante la necesidad, era utópicamente.

En un alto porcentaje de casas alcalaínas existe algún animal de compañía que en un momento dado se convierte en uno más de la familia, pero demasiadas veces no somos conscientes de que el tenerlo implica una responsabilidad hacia ellos y que en gran medida nos tenemos que adaptar a sus necesidades mas de lo que ellos se tienen que adaptar a las nuestras porque por algo nosotros nos denominamos racionales y ellos responden a instintos.

Es habitual ver como un dulce cachorrito trasformado en regalo ocasional hace las delicias de los pequeños y no tan pequeños de la casa. Los primeros días todo es responsabilidad y cuidados, pero con el paso del tiempo, y a medida de que éstos van coartando la libertad, ya sea en tiempo libre o por motivos laborales, se van delegando a los demás, o simplemente, se prescinde de ellos abandonándolos en una cuneta o sacrificándolos macabramente. Estamos hartos de ver estadísticas en los medios de como cada verano hay miles de animales abandonados en cuanto se convierten en un estorbo cuando la familia se va de vacaciones y no tiene a quien encasquetárselos.

Por todo ello debemos pensarnos muy mucho el adquirir animales que nos comprometan hacia ellos durante muchos años, porque no sabemos donde vamos a estar mañana, y mucho más si se trata de perros catalogados como peligrosos por su agresividad y la responsabilidad extra que ello conlleva para cumplir la ley vigente, o exóticos que comporten peligros, o pequeños que crecen en poco tiempo y se hace inviable la convivencia con ellos en determinados espacios.

Aunque muchos animales hacen una gran labor social a personas solas, desanimadas, dependientes, etc. no podemos caer en el error de tratarlos como a personas ni exigir que se comporten como tales, porque simplemente es imposible. Un perro por ejemplo se puede educar en cierta manera, pero al final es el reflejo del dueño, o más bien, lo que el dueño quiera que sea el perro. Si éste hace sus necesidades en la acera y nadie las recoge, el guarro no es el perro, sino el dueño, aunque reneguemos del pobre animal si tenemos la mala suerte de plantar el cuarentaycinco encima.
En definitiva, animales de compañía si, pero adoptando todas las responsabilidades que conllevan, y los años que hagan falta, y sopesar los pros y los contras antes de echarse el cargo, porque luego vienen los momentos desagradables que a nadie nos gusta vivir y que irremediablemente llegan.

JOÉ KE CALÓ

Ya volvemos al tópico de siempre, a la frase mas repetida estos días por nuestras calles y que a alguien se le ocurrió jocosamente hasta serigrafiar en camisetas, con notable éxito por cierto.
Y es que todos los años pasa igual. Con la llegada del calor todo tiene justificación. Si te duele la cabeza, por el calor. Si estas cansado, por el calor. Si no duermes, por el calor. Si llegas tarde, por el calor, porque a ver quién es el guapo que sale de su casa a las tres de la tarde y se mete en el coche con la chicharra, que hasta que el aire acondicionado, el que lo tiene, empieza a enfriar, ya has llegado al sitio. Pues se me está ocurriendo que se puede usar esto como promoción del parking a ver si se ambienta algo más. Como allá abajo da la sombra y hay cierta humedad, pues el coche se mantiene fresquito y cuando lo vuelves a coger no te asas vivo. Pero claro, habría que encontrar una barita mágica para doblarse uno mismo el sueldo porque a la que te descuides un poquito te pega un sablazo la maquinita al meterle el ticket de muy señor mío. Y es que ya te encuentras a un amigo de toda la vida por el Llanillo después de tres años sin verlo y como que uno ni se alegra pensando en lo que te cuesta después la conversación.

Ahora es cuando todo el mundo está deseando que el sol se esconda para aliviarse un poco el calor y, en los barrios altos y populares, salirse a la puerta de las casas con la camiseta blanca de tirantes ellos y el camisón largo ellas a hacer una agradable tertulia con los vecinos hasta el punto de arreglar los problemas de los demás hasta un punto inusitado. Los más jóvenes o de zonas mas modernas salimos a las terrazas de los bares que es lo que apetece. Una caña fresquita o un tinto de verano con su correspondiente tapa refresca bastante. Pero no todo es agradable. Siempre está el dueño del bar de turno quejándose de lo mucho que paga por las mesas fuera y el poco negocio que le supone. Sin embargo no pasa ni un verano sin colocar la terraza. Debe ser que es poco avispado para los negocios o que se queja por vicio, pues. Aunque no le falta razón cuando el agravio comparativo hacia otros negocios que se valen también de las calles y las aceras para su actividad y que pasan inadvertidos sin pagar nada. Solo hay que darse una vuelta por el final de la avenida de Europa, el polígono, etc. e intentar aparcar. Se puede apreciar como los negocios de compra-venta de coches ocupan la vía pública como escaparate de forma abusiva y descontrolada con un importante descaro.

Pero lo más refrescante del verano es tener una piscina donde pegarte un chapuzón, y el colmo de refrescante ya es si la piscina es de un amigo, familiar o amigo de un primo de un vecino. Que la piscina propia es una trabajera para que luego lleguen los demás a bañarse y si te descuidas, te vacían las cervezas de la nevera y te lo dejan todo hecho un asco y ya además del cloro, las tirillas para el pH, el limpiafondos y la sacadera hay que sumarle el Fairy. Aunque se vayan muy agradecidos y te suban el ego por disponer tú de lo que ellos no tienen, creedme que no compensa.

Por lo tanto, para pasar el calor lo mejor es un sofá y encima de éste un split de aire acondicionado, un decodificador de TDT, una pantalla de plasma y que prorroguen el mundial hasta septiembre. Pero claro, lo mismo que esto último es imposible, lo otro también, porque habrá que ir a trabajar, atender a la familia, los niños, la compra, tareas del hogar, etc. Así que habrá que seguir la vida cotidiana como siempre y seguir quejándose. Como yo, que suponía que iba a escribir un artículo interesante y mira lo que me ha salido. Será por el calor…

HIPPIES DEL SIGLO XXI

En estos días en que el pueblo tanto se transforma desde hace ya una década, de boca de todo el mundo sale la misma expresión para definir a los treinta mil visitantes que acogemos: “Ya están aquí los hippies otra vez”. Y muchos lo dicen con el rintintín irónico ligeramente despectivo pero sin caer en el rechazo frontal para no ser tachado de intolerante, ni desentonar en la buena acogida que tiene el pueblo en general al festival Etnosur.

Pero, ¿quién es la gente que nos visita atraída por tan magnífico acontecimiento? ¿Realmente son hippies como los bautizamos a la ligera? ¿Existe algún hippie en el siglo XXI, o ha existido alguna vez?

El hippie se basa en una utopía que por razones obvias no tiene cabida en la sociedad actual. Partiendo de esa base, es prácticamente imposible que nadie pueda mantener un estilo de vida acorde a sus ideales. Por lo tanto, hay que distinguir dos tipos de supuestos hippies: Los que mas o menos intentan practicarlo cotidianamente viviendo a costa de la sociedad en general, usando las infraestructuras y las ayudas sociales que pagamos todos, (unos aprovechados en resumidas cuentas), y los que tienen sus trabajos, hipotecas y forma de vida normal y se disfrazan tres o cuatro días para asistir a determinados eventos. Aquí a Alcalá de los primeros vienen apenas cien aunque den un cante enorme y de los segundos vienen mil, que dan el mismo cante pero que nada tienen que ver con los primeros, y el resto hasta los treintamil son gente corriente que se calza unos vaqueros y una camiseta y se viene de marcha al mogollón. Entonces, la definición de hippies que le damos a todos es bastante errónea, y los que utilizan el término de forma despectiva y generalizada se están engañando a ellos mismos e insultando a la sociedad con la consabida injusticia e hipocresía que ello acarrea.

Es muy normal que todos los años se abra el mismo debate en los días posteriores a Etnosur entre sus detractores y los defensores. No cabe duda que la promoción turística de nuestro pueblo y la inyección económica para la hostelería es enorme, y la riqueza cultural que nos dejan las actuaciones musicales, circos, talleres, conferencias, etc. no les van a la zaga, pero la aglomeración de gente siempre lleva acarreadas muchas molestias a los ciudadanos que ni les va ni les viene la cosa, y que ven pasar por la puerta a cien y no les llaman la atención, pero como pase uno con un look rarillo ya les sirve de base a una retahíla de críticas a todo en general. Cosas de pueblos.
Pero otra cosa bien distinta es el oponerse al evento por motivos meramente políticos. Como el promotor es cierto partido en Diputación y Ayuntamiento, pues hay que oponerse a toda costa aunque el interés general del pueblo se vea perjudicado. Ya pasó con el Espacio Joven del Silo y todos los años pasa en Etnosur. Pero parafraseando un famoso refrán, “a palabras políticas, oídos sordos”. Ya quisieran miles de pueblos en España poder hacer un evento similar, con tanta participación, atractivo y calidad.

Otra cosa muy criticada y polémica es que alguna gente no se corte un poco a la hora de fumarse un porro. Entonces ya para algunos, todos los que asistimos tenemos el mismo vicio, (no seré yo, por cierto). Allá esos algunos si son felices con eso, o tapan así su falta de personalidad o incapacidad para adaptarse a los gustos o usos de la sociedad en general. ¿En qué concierto del mundo al aire libre y con cierta aglomeración de gente no se fuman porros? ¿Acaso el que fuma mira a ver de qué partido político es el ayuntamiento de la localidad donde se celebra? ¿Cuándo vamos a aceptar que hay cosas que forman parte de la sociedad en la que convivimos y que alguna vez, cuando se nos manifiesta en las narices, nos ponemos las manos en la cabeza hipócritamente?

Otro año más el mayor y popular acontecimiento de nuestro pueblo llega con su carga de tópicos, con sus cosas buenas y sus no tan buenas, con sus elogios y sus críticas, con su color y su ambiente diferente y especial. Enhorabuena a la organización por su buen hacer y muchas felicidades por el décimo aniversario. Casi toda Alcalá espera celebrar también el vigésimo. A ver si el reto no os aburre, ocurre y que lo disfrutemos todos.

FLORES EN EL ARCÉN

No tardamos más de un segundo en cruzarnos a cien por hora uno de estos ramos de flores pegados con adhesivo al pie metálico de una señal y que nos despiertan la curiosidad por saber quién habrá sido y cómo. Pero lamentablemente no tardamos más de otro segundo en que se nos olvide y sigamos nuestro camino en una huida mental hacia adelante para olvidar a lo que todos los conductores en cualquier momento estamos expuestos.

Toda la vorágine mediática nos ha bombardeado esta Semana Santa pasada con las cifras de las víctimas de los accidentes de tráfico en una carrera día a día para ver si se cumplían las previsiones de la última campaña de la DGT en la que nos preguntaba si íbamos a morir y que iban a ser mas de cien. No solo no ha servido de nada, sino que se superaron las cifras de muertos del año anterior en el mismo periodo. Después del fracaso aparecieron las estadísticas sobre las causas de los accidentes y sus fatales consecuencias, como por ejemplo que la mitad de los fallecidos no llevaba el cinturón de seguridad, los motoristas algunos sin casco, los despistes al volante, el exceso de velocidad, y algo muy importante y que ha pasado mas desapercibido es que la mayoría de los accidentes fatales se han producido en carreteras normales de doble sentido.

Una de esas carreteras es la que atraviesa nuestra comarca de norte a sur. La N432, tan familiar y usada para y por los alcalaínos se ha convertido en una de las más trágicas de la red nacional. Varios años ha estado en la lista de puntos negros de la red viaria y aunque se han acometido algunas obras de reasfaltado, y hay planteados el ensanche de algunos cruces, no se va a solucionar nada hasta que no se desdoble la calzada y se convierta en autovía, como parece ser que se hará en próximos años, no sin que antes los políticos de turno se enfrasquen en sus respectivos reproches infantiloides mientras siguen sembrándose de ramos de flores los arcenes.

El ponernos al volante nos resulta un acto tan cotidiano y normal que descuidamos en gran medida los riesgos. Vivimos demasiado rápido y eso lo trasladamos a la conducción. Los coches se hacen cada vez mas potentes y confortables, lo que nos trasmite sensación de seguridad, o la no percepción del riesgo y a veces miramos el cuentakilómetros y vamos pasadísimos y ante un obstáculo se nos hace imposible el control del vehículo. También el ir demasiado deprisa hace que los accidentes tengan consecuencias mas graves, ya que la física es la física y por mucha seguridad activa y pasiva que llevemos, el cuerpo humano aguanta lo que aguanta y no somos de goma.
Por lo tanto, la única solución a los accidentes de tráfico pasa por concienciarnos de que está en nuestras manos el prevenirlos o minimizar sus consecuencias en cierta medida. Si respetáramos los límites de velocidad, las distancias de seguridad, las rayas continuas, etc. quizá llegaríamos unos minutos después a los sitios, pero lo haríamos siempre. Y es que todavía hay quien se pone el cinturón solo para que no lo multen, dándole más importancia a 150 míseros euros que a salvar su propia vida porque lo evite de reventarse la cabeza contra el parabrisas, o los motoristas que no usan el casco por no estropearse el peinado, etc. Y luego no nos queda mas que lamentarnos de las consecuencias cuando nada tiene remedio.

Son muchas las familias que al cabo del año se quedan destrozadas por los accidentes de tráfico. Son muchos los amigos que se nos van para siempre de forma inesperada en plena vida. No podemos valorar desde este mundo si ellos están mejor o peor, pero lo que sí tenemos muy presente es el dolor y el hueco insustituible que dejan en nuestras vidas, y que a la vez, cualquiera de nosotros podemos dejar en cualquier momento a los que nos rodean. Habitualmente siempre se dice que se cambiaría la vida propia por la de alguien de nuestro entorno. Pues bien, si no nos valoramos a nosotros mismos, por lo menos hagámoslo por los que nos quieren: Madres, padres, hijos, amigos, novios, novias, compañeros, familiares, etc. Que las flores de los arcenes solo las ponga la primavera. Tened cuidado al volante, por los demás, por vosotros, por todos.

ENCIMA DE LA VIDA

Ana nació justo con la década de los años veinte como primogénita en el seno de una familia de campo. En su niñez tuvo la inmensa suerte de apenas poder aprender a leer y escribir y algunas cuentas. A los 14 años murió su madre dejándole a su cargo siete hermanos menores que atender y una cruel guerra que vivir. Entre trabajo duro, injusticias y responsabilidades sobrevenidas quema su juventud sin tiempo de soñar y al poco contrae matrimonio. Tal vez el destino pensó que ya había criado bastantes niños y no le dio hijos. La fe religiosa hizo su cometido para aliviar esa pena y seguir trabajando para juntar por lo que pudiera venir. También se siente realizada con una veintena de sobrinos. Pasan los años y cambian el campo por el pueblo en busca de algo de comodidades, pero con 61 años enviuda dando paso a la soledad que la acompaña hasta nuestros días.

Se mueve despacio apoyada en un bastón, con miedo por alguna pasada caída, temblorosa por un principio de Parkinson y encorvada por el peso de los años. Esgrime una sonrisa tímida, que hace esconderse por completo los hundidos y pequeños ojos que no ocultan las fatigas de tanto tiempo al recordar sus mil historias que recuerda fotográficamente mientras olvida lo que acaba de tener en sus manos. Vive con lo básico, reniega de lujos y empieza a aceptar la ayuda de la familia porque ya es consciente de que el querer no es poder a esa edad. Se sienta en el balcón a tomar el sol, a ver la gente pasar, renegando de tanto coche, de lo vertiginosa que hacemos la vida ahora y de lo lenta que se hace la espera hacia el final siendo consciente del deterioro progresivo y la dependencia inevitable de terceros en esa etapa en la que ya se ha subido tanto que se encuentran encima de la vida.

Como el ejemplo de Ana, hoy protagonista ocasional, hay en nuestro municipio unos 4650 mayores de 65 años que cargan con sus recuerdos, sus enfermedades y sus historias, y que una parte no dispone de nadie con quien compartirlas. Debe ser muy duro ver muchas veces como después de tanto dado por los demás, nadie es capaz de compensar con una visita, una charla, un poco de cariño o unos cuidados básicos cuando la necesidad se hace patente. Eso sí, a pelear por las herencias tras el fallecimiento se apunta hasta el “enterraor”.

Es curioso el hecho de que en otras culturas consideradas cavernarias y poco civilizadas con respecto a la nuestra por diferentes y obvios aspectos, el respeto y cuidado de los mayores sea lo más valorado. Sin ir más lejos y a modo de ejemplo, los gitanos, los árabes, los indígenas, los chinos, etc. y sin embargo, en nuestra sociedad empiezan a ser un estorbo mayúsculo en cuanto pasan de servirnos a requerir de nuestra atención. Es prácticamente imposible conseguir plaza en una residencia de ancianos, y los servicios sociales cada vez tienen que engordar más los presupuestos para dignificar un poco el sobrevivir de muchos de ellos.

Aquí en Alcalá y aldeas existe un servicio de ayuda a domicilio que me consta que funciona bastante bien. Por supuesto que no es todo lo que se quisiera, pero que presta servicios a mucha gente que de verdad lo necesita. Tanto la empresa de servicios a domicilio que se dedica a limpieza, atención, compañía, etc. y el catering que reparte las comidas y surte al comedor municipal hacen un trabajo encomiable y digno, todo ello coordinado por los servicios sociales municipales. Y es que a veces hay cosas que no se ven como obras grandilocuentes de foto cara a la galería electoralista pero que están ahí y que gracias a esas políticas sociales se dan servicios a esa parte de habitantes que nos dejaron de ser útiles y que abandonamos a su suerte y que miramos a otro lado cuando están ante nuestros ojos.

En estos días se hablaba de la aprobación del anteproyecto de la Ley de Dependencia por parte del gobierno central y que reconocerá la atención que hacen los familiares por sus seres queridos ya sean discapacitados o ancianos. Habrá que estar atento al contenido de la ley y a su aplicación y financiación para ver si se ve compensado el esfuerzo de esa gente que se dedica a servir a los demás renunciando a veces a una vida laboral exterior, y que aparte de la compensación económica, ya merece un enérgico aplauso y sincero reconocimiento.

Sirva también este artículo como homenaje a nuestros mayores que lo pasaron muy mal tantos y tantos años para que ahora nosotros tengamos el tren de vida y comodidades que disfrutamos. Que merecen nuestro respeto y admiración y que llevan dentro de sí mucho más que el adorno de bancos y parques que a veces es lo único que vemos en ellos. Gracias de verdad.