jueves, 27 de septiembre de 2007

DOCE MIL DECEPCIONES

Es normal que el optimismo haya reinado en la feria que acabamos de terminar cuanto el primer día el cielo vino a bendecir a nuestros olivares con una buena descarga de agua. Se palpa en el ambiente que este año la cosecha de aceituna rondará el record de producción y que los mermados bolsillos de los alcalaínos otean un horizonte más benigno que las desastrosas últimas campañas.

Ya parecían haberlo notado los caseteros que en una sana competitividad se afanaron en adornar sus carpas con notable gusto y belleza intentando seducir a los clientes hambrientos de fiesta y sedientos de alegría. Aunque se agradece, no les hacía falta. El alcalaíno en su singular idiosincrasia se deja llevar por la euforia y acude en masa a todos los eventos aunque a veces no se les recompense como merecen desde las instituciones competentes.

Cada caseta tiene su titular, (cofradías, asociaciones, particulares, partidos, etc.), y más o menos tienen su clientela preferentemente, y ofrecen el servicio que tradicionalmente se les exige, pero la caseta municipal ostenta el importante deber de representar a todos los alcalaínos y entretenerlos en el evento más emotivo y participativo del año. Aquí también se agradece el esfuerzo en la decoración, pero el ser acogedor no es suficiente. La verbena en cualquier feria es lo más importante, es el culmen de la fiesta, donde después de la comida, del vino y la cerveza toca dar rienda suelta a la euforia etílica y echarse unos bailes. La gente joven se satisface con un discjockey a los mandos de un enorme equipo chapucero sonando a rayos, pero la gente mayor y no tanto agradecen ver un espectáculo de música, luz y sonido con unas mínimas garantías de calidad. Y eso en la caseta municipal de Alcalá lleva algunos años sin aparecer.
En el mundo de los músicos, como en todas las profesiones, existen los piratas, que son esos que sin ser profesionales se dedican a la actividad por debajo del precio de mercado y aparentan dar un servicio similar al profesional. Y en esto más si cabe porque el desconocimiento del público en general suele jugar a su favor. Entonces se da el caso de que al delegar la contratación a una empresa privada por un precio global incluyendo otros servicios, ésta acuda a estos piratas para rellenar el cartel por un precio irrisorio y obtener pingües beneficios a costa de la calidad y los oídos de los sufridos alcalaínos que pretendían pasar un rato agradable en la caseta municipal. La culpa, de los de siempre. Si bien cabría disculpar a la concejalía de festejos, aunque curiosamente haya tenido cien días para poner remedio, no podemos decir lo mismo de los técnicos que son los encargados de revisar las distintas ofertas y contrastar la calidad de lo que se contrataba, pero éstos, por tal de no pringarse en la feria como sería preceptivo porque es el evento cultural más populoso e importante de la comarca, se quitan de en medio y se van a la caseta del Club Fuente del Rey donde seguro que sí exigen orquestas de calidad a su presidente con músicos tocando en directo y un show divertido y ameno. Curioso también que después lo refieran en el programa oficial de la feria con un irónico o rintintivo “acceso restringido a socios” que suena a insulto a los demás.

La solución a todo esto es bien sencilla. En vez de contratar varios servicios en conjunto y mezclar el servicio de barra, la invitación de los ancianos y las actuaciones musicales dando lugar a la especulación a costa de la calidad, hacerlo por separado contrastando el producto y con una supervisión constante de todo para evitar que la caseta municipal a las dos de la madrugada esté vacía, y antes un estruendo con sonido de boda y cuatro haciendo el papelón en el escenario molesten más que diviertan a tanto ciudadano que el único contacto con la cultura es la feria. Si se ignora algo, se pide asesoramiento a profesionales del sector, o a empresas serias y solventes. A ver si conseguimos animar la caseta municipal como estaba antes de que el desprecio y el insulto se viniera a cebar con los, según datos oficiales, doce mil visitantes de la caseta municipal que se fueron decepcionados un año más. Como veis gente no falta, y ganas de bailar tampoco. A ver si en Junio se potencia la feria de verano instaurando una verbena pública, y en Septiembre se arregla la cosa. Me consta que hay ganas de ello, a ver si a “los de siempre” les da por ganarse el sueldo que entre todos les pagamos y se dejan de compadreos para salir del paso o escaquearse.

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